Burkina Faso vive una crisis humanitaria sin precedentes. Según afirma la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), 1.9 millones de personas internamente desplazadas huyen de la violencia perpetrada por grupos yihadistas.
¿Qué está pasando en Burkina Faso?
Durante más de una década, la región central del Sahel, principalmente Malí, Níger y Burkina Faso, ha sido escenario de conflictos entre varios grupos armados y fuerzas gubernamentales e internacionales.
Desde entonces, Burkina Faso atraviesa una enorme crisis política, de seguridad y humanitaria, que ha provocado el desplazamiento de casi dos millones de personas.
Entre julio y diciembre de 2022, nuestros equipos en el país, que trabajan en cuatro regiones del mismo, brindaron casi 400.000 consultas de atención primaria de salud y asistieron a casi 4.300 mujeres durante el parto.
La crisis en Burkina Faso ha dejado a muchas personas luchando por encontrar alimentos, agua, refugio y atención médica. Las organizaciones humanitarias también se han visto afectadas por la violencia, lo que torna extremadamente difícil proporcionar asistencia en este contexto urgente.
Sumado a ello, en el último tiempo la ciudad de Djibo, en el norte del país, ha estado bloqueada por grupos armados no estatales durante más de un año y permanece en gran medida aislada de recibir alimentos y ayuda.
¿Cómo se vive en Burkina Faso?
El movimiento de la población está restringido y su acceso a los servicios básicos se ha visto severamente afectado, dejando a la población sobreviviendo con escasos alimentos, agua, electricidad y medios de comunicación limitados.
Los continuos enfrentamientos entre las fuerzas de defensa y seguridad de Burkina Faso y los grupos armados no estatales en las afueras de Djibo han provocado una afluencia masiva de personas que buscan refugio en la ciudad.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Atención de Emergencias y Rehabilitación, de los 300.000 habitantes de la región, cerca de 270.000 son personas internamente desplazadas, la mitad de ellas son niñas y niños que viven en campos o con familias de acogida.
Al estar atrapadas en el conflicto, las condiciones de vida de las personas se deterioran rápidamente y la comunidad sobrevive gracias a la asistencia humanitaria. Incapaces incluso de encontrar sal, los recursos son tan escasos que, durante largos periodos de tiempo, los habitantes han recurrido a comer hojas.
«No me quedaba nada para comer para mis hijos«, dijo Safi, una mujer internamente desplazada de 30 años y madre de cinco hijos.
Safi salió de su pueblo de Yalanga, a 100km de Djibo, con toda su familia y su esposo fue asesinado en el camino por grupos armados. Su vida diaria está marcada por las distribuciones del Programa Mundial de Alimentos mientras busca pequeños trabajos domésticos para sobrevivir.
«Está mejorando un poco estos días», nos explicó el 21 de marzo, cuando un convoy de alimentos y artículos de primera necesidad finalmente logró llegar a Djibo, con escolta armada, cuatro meses después de que los últimos suministros llegaran a la ciudad. La mejora es notable, incluso si los efectos combinados de la crisis alimentaria y de seguridad siguen siendo críticos.
Atendemos la emergencia alimentaria en Burkina Faso
Las dificultades para acceder a Djibo han provocado una crisis alimentaria y nutricional alarmante, cuyo alcance es difícil de medir.
Con información insuficiente sobre el estado nutricional de la población, los actores luchan por adaptar sus respuestas. Desde las primeras advertencias en octubre de 2022, varias organizaciones se han movilizado, pero la ayuda sigue siendo en gran medida insuficiente.
Las actividades nutricionales implementadas en las últimas semanas responden a las necesidades de niñas y niños con desnutrición, pero la falta de alimentos y de perspectivas para los próximos meses sigue siendo muy preocupante.
Los días 8 y 9 de abril, nuestros equipos distribuyeron 57 toneladas de galletas BP-5 a 12.456 niñas y niños de entre 6 meses y 5 años, lo que equivale a un mes de alimentos.
Las galletas BP-5 son un alimento enriquecido de alto valor energético a base de cereales, harina de trigo cocida, grasa, aceite vegetal, azúcar, proteína de soja, vitaminas y minerales.
Las mismas se utilizan como complemento nutricional para prevenir la desnutrición infantil. Su distribución ha contribuido temporalmente a responder a las necesidades inmediatas de una gran parte de la población.
Respondemos frente a la falta de asistencia sanitaria en Burkina Faso
El acceso a la atención médica también se ve muy afectado por el bloqueo: la mayoría del personal médico se ha ido y las dificultades para obtener medicamentos han llevado al cierre de varias instalaciones.
Los que quedan están operando a una capacidad mínima, con capacidad limitada para responder a una población que ya es extremadamente vulnerable.
«Vivimos en un gran sufrimiento», dijo un líder comunitario.
Desde 2018, colaboramos con el Ministerio de Salud, apoyando al centro médico de Djibo con una unidad quirúrgica, dos puestos de salud avanzados y tres sitios de salud comunitarios.
En el centro médico con unidad quirúrgica, la atención de los pacientes es gratuita: las y los pacientes y sus familias reciben tres comidas al día. La unidad quirúrgica y la de urgencias son autónomas gracias a los paneles solares que han logrado instalar nuestros equipos médicos.
Asimismo, trabajamos en la rehabilitación de puntos de agua y la construcción de pozos, facilitando el acceso al agua potable para las y los habitantes, reduciendo los riesgos para las mujeres que ya no necesitan caminar largas distancias para ir a buscar agua.
«Además de lo que estamos haciendo por las personas de Djibo, también nos han apoyado, no olviden que esta situación tuvo un impacto en nosotros y nuestras familias», afirma Hamadoum Moussa, nuestro supervisor de promoción de la salud en la región.
Los suministros de alimentos llegaron por vía aérea en el punto álgido del bloqueo para garantizar el suministro a nuestros equipos que continuaron trabajando incansablemente.
A pesar del contexto extremadamente difícil, la solidaridad y la cohesión social prevalecen en la ciudad y en nuestros equipos, ya que responden a las necesidades de la comunidad, que cada vez son mayores.