Día Internacional del Orgullo LGBTQIA+

MSF.

Hoy reiteramos nuestro apoyo y solidaridad con nuestras y nuestros pacientes y colegas alrededor del mundo que forman parte de la comunidad LGTBQIA+.

En muchos de los lugares en que trabajamos, las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer, interesexuales y asexuales suelen ser marginalizadas y privadas del acceso a la salud. 

A continuación, te compartimos los testimonios de dos pacientes de nuestra organización en Latinoamérica que migraron de su país y sufrieron discriminación por su orientación sexual.

Gustavo, migrante de El Salvador en México

Gustavo, migrante de El Salvador y paciente del CAI, en México

Tuve que salir porque vi algo que no tenía que ver. Alguien me avisó que tenía cinco minutos para salir de mi casa. Caminé por los montes hasta que pude llegar a un punto seguro donde me recogieron mis hermanos para acercarme a la frontera.

Supe que mi casa, como a los 15 o 20 minutos de que salí, fue asaltada. Destruyeron todo lo que había, dejaron marcas de bala en las paredes, iban a matarme. Cuando llegué a Guatemala fui extorsionado por las autoridades migratorias.

Entrando a México también fui extorsionado por los policías. Dormía en la calle, no comía. Intentaron violarme andando en la calle hasta que me acerqué a ACNUR. Vieron mi caso y me mandaron para un albergue en Tapachula. Estando ahí me contaron del CAI.

En mi país ya no existo y como consecuencia perdí a mi familia, una vida hecha. Yo tenía mi trabajo, amo cocinar y a eso me dedicaba, ahora pienso que al final ya no importa, lo más importante es que salve mi vida, pero duele. Duele saber que, aunque mi mamá y mis hermanos saben que estoy vivo, no puedo estar con ellos. Este diciembre que pasó fue uno de los más duros.

En junio se cumple un año que salí de casa. Ha sido muy difícil adaptarme, pienso que es más difícil para mí porque soy de la comunidad LGTB. He sido discriminado por ser gay y por ser migrante. He estado trabajando, sé de construcción. Me gustaría emprender un negocio en remodelaciones de casas, ser organizador de eventos o trabajar de nuevo en la cocina.

Alder, migrante de Ghana en Panamá

Alder, migrante de Ghana que cruzó el Darién en la Estación de Recepción Migratoria de San Vicente, Panamá

Cuando cumplí 19 años me di cuenta de que me gustaban los hombres y las mujeres. Decidí decírselo a mi familia y a mis conocidos, pero fue la peor decisión que pude haber tomado. En Ghana, país en el que nací, está muy mal visto tener una orientación sexual diferente; te discriminan, te amenazan, no te dan trabajo. Pasaron dos años terribles para mí y tan pronto cumplí 21 años decidí irme para Estados Unidos; por eso estoy aquí, en el Darién. 

Voy a Estados Unidos porque siento que allá puedo tener derechos y no debo verme en la obligación de tener que cambiar ni esconderme, que fue básicamente lo que hice en el último año en mi país: iba de pueblo en pueblo buscando trabajo y me discriminaban. Por eso ahorré, compré un pasaje a Brasil y luego pasé a Perú, Ecuador, Colombia y ahora Panamá, que ha sido lo peor de todo el camino…

Cruzar el Darién, incluso por la ruta corta como lo hice yo, es muy difícil y triste. Siento que arriesgué mi vida y no lo volvería a hacer. Yo tengo un buen estado físico, soy joven, pero en el camino veía personas ancianas, bebés, incluso gente muerta, muchos ahogados…. Estas son imágenes que difícilmente me quitaré de la mente. Cuando vi muertos en la orilla del río solo pensaba en correr y correr, en correr por mi vida. 

En el grupo de migrantes nos hablaban mucho de robos y violaciones, eso es muy fuerte también, y sobre todo escucharlo de gente que lo ha padecido. Desde Perú yo no me estaba sintiendo bien porque las autoridades me trataban mal por ser “africano” y “negro”, me dejaban de último en la fila, no me dejaban quedar en hostales, todo eso me ha afectado. Las autoridades en estos países latinos creen que por ser negro debo dormir en el suelo, incluso me han dicho que mi estómago debe aguantar sin comer, o que puedo comer basura. 

Todo este malestar se ha agravado en la selva al ver tanta gente sufrir y al no comer ni dormir. Yo mismo tuve que botar mi morral para lograr subir una montaña. ¡Era muy empinada! Cualquier peso te detenía. Yo veía a mujeres con niños tratando de escalar y me parecía muy fuerte. Incluso había hombres cargando a sus esposas que estaban heridas por lo difícil que es el camino. Yo debo seguir a Estados Unidos, pero no quisiera pasar por esto nunca más en mi vida. 

Amor sin fronteras

A ninguna persona se le debería negar el acceso a la atención médica y en salud mental simplemente por quienes son o a quien aman. Nuestra organización brinda asistencia médica a todas las personas, independientemente de su identidad de género u orientación sexual.

Por eso, hoy reiteramos nuestro apoyo y solidaridad con nuestras y nuestros pacientes y colegas alrededor del mundo que forman parte de la comunidad LGTBQIA+.  

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