La continua exposición al conflicto armado en el sur de Chocó no solo afecta la salud física de la población, también la salud mental, la economía y los lazos sociales. Nuestra organización ha sido testigo de problemas de aprovisionamiento y alimentación en las comunidades a raíz de los confinamientos, así como de enfermedades crónicas desatendidas por cuenta de problemas tanto económicos como de movilidad. El acceso a la salud se está viendo seriamente restringido.
Es por ello que nuestra organización, presente en Colombia desde el año 1985, abre un proyecto en el sur de Chocó, en las regiones de Baudó y San Juan, zonas que presentan diferentes necesidades humanitarias. Tras realizar evaluaciones en 2021, encontramos que el conflicto armado ha deteriorado de forma notable la calidad de vida de las comunidades rurales, tanto por múltiples confinamientos, como por desplazamientos y enfrentamientos en los territorios.
En este proyecto, contamos con sede principal en el municipio de Istmina y estamos realizando actividades en las zonas rurales, en donde se está introduciendo un modelo descentralizado de salud que busca fortalecer los recursos comunitarios de respuesta a las necesidades en salud. Con estos proyectos también esperamos integrar a las comunidades con el sistema de salud local a través de acciones de formación, supervisión y apoyo a una red de agentes comunitarios de salud y promotores de salud.
Luis Eguiluz, jefe de misión de MSF Colombia, señala que con este proyecto se esperan “mejorar las condiciones de salud de las poblaciones que viven en zonas rurales dispersas y que están siendo afectadas por el conflicto armado. La idea es que la población pueda acceder a un paquete básico de salud en sus propias comunidades y tenga asegurada la referencia y acceso a servicios de salud de mayor complejidad en las estructuras hospitalarias pertenecientes a la red de salud. Queremos garantizar una atención sanitaria de calidad a través de colaboración tanto con las comunidades como con las instituciones de salud”.
A su vez, agrega Eguiluz, “esta presencia en veredas y resguardos nos dará la capacidad de entender las necesidades humanitarias y responder a emergencias, ya sean por desplazamientos o confinamientos, pues las barreras de acceso humanitario y la falta de servicios de salud son los principales desafíos a los que nos enfrentamos”.
En este proyecto, además de trabajar de la mano con las comunidades rurales en busca de soluciones para la crisis humanitaria que se está viviendo, nos encontramos también implementando programas para la prevención de enfermedades, como aquellas transmitidas por vectores, y aportaremos soluciones para problemas relacionados con agua, higiene y saneamiento. Asimismo, la población ya puede contar con orientación para temas de salud sexual y reproductiva.