Tigray: «Están utilizando la violencia contra la población como arma de guerra»

Esperanza Santos, nuestra enfermera y coordinadora de Emergencias en Tigray, Etiopía, nos relata cómo el conflicto armado ha arrasado en solo seis meses una región desarrollada y rica, haciendo que cientos de miles de personas tengan que huir de sus hogares para escapar de la violencia.

Soy Esperanza Santos, enfermera y coordinadora de Emergencias en Tigray, y quiero contarte la situación aquí, en el norte de Etiopía, donde llegué en enero. Las cosas están complicadas, pero, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en Tigray no vemos la luz al final del túnel. Más bien al contrario. La gente está sufriendo cada vez más por culpa del conflicto armado. Llevo muchos años trabajando en toda clase de crisis, pero pocas veces había visto lo que estamos viviendo aquí. Voy a intentar resumir la situación.

Cientos de miles de personas se han visto obligadas a marcharse de sus hogares, muchas de ellas huyendo solo con lo que llevaban puesto, después de que estallaran los enfrentamientos armados a principios de noviembre. Y lo que más me preocupa es el nivel extremo de violencia que está sufriendo la población y el desamparo absoluto que esta sufre.

Tigray era una de las zonas más hermosas y desarrolladas de Etiopía, con ganadería, agricultura, industria, universidades, grandes infraestructuras y un avanzado sistema de salud. Sus espectaculares paisajes y demás encantos turísticos atraían a miles de viajeros cada año

Pero todo esto ha sido destruido en apenas seis meses. Como sucede siempre en los conflictos armados, la población es la que más sufre, pero, concretamente en este, me han impresionado los ataques indiscriminados contra los civiles, por ejemplo, los asesinatos de personas indefensas.

Crisis de Tigray: lo que nos preocupa

Algunos de nuestros equipos han sido testigos de estos actos de violencia. Todas las partes del conflicto están arrasando lo que encuentran a su paso y utilizando la violencia contra la población como arma de guerra.

Lleguemos donde lleguemos, estamos encontrando a miles de personas desplazadas, exhaustas, en muy malas condiciones físicas y psicológicas, y que no tienen absolutamente nada. Y, por toda la región, estamos viendo poblaciones arrasadas: canalizaciones de agua destruidas, cultivos y almacenes de grano quemados, ganado masacrado y escuelas, hospitales y centros de salud saqueados, destrozados o utilizados como bases militares.

El sistema de salud, que era uno de los más desarrollados de Etiopía, se ha convertido en un objetivo bélico y ha sido destruido sistemática y deliberadamente. Pero no son las balas lo que más mata en Tigray; es el abandono de la población a su suerte, la falta de medios de vida que permitan sobrevivir a las familias y la imposibilidad de llegar a un centro de salud que siga abierto y funcionando. Si las personas que caen enfermas o heridas no pueden recibir asistencia médica, ya te imaginas las consecuencias.

Y el miedo. Puedes ver y sentir el terror. La gente tiene miedo de salir de sus refugios, de cultivar sus campos, de ir al mercado o a buscar alimentos y agua. Incluso el personal sanitario local tiene miedo a seguir trabajando, porque, en muchas de las zonas donde hemos estado, ha sido amenazado simplemente por atender a sus pacientes o por asistir a mujeres embarazadas en sus casas.

Una de nuestras labores más importantes es estar aquí. Esta población se siente abandonada por el mundo y la simple presencia de una organización internacional como la nuestra en este conflicto olvidado está consiguiendo que las personas, las familias y el personal sanitario se sientan más protegidos. Tal y como nos dicen, les damos esperanza.

Nuestra respuesta a la crisis de Tigray

Recientemente están llegando otras organizaciones humanitarias a Tigray, pero la respuesta sobre el terreno sigue siendo extremadamente limitada y, en su mayor parte, solo llega a las ciudades más grandes. En muchas zonas rurales, donde miles de personas todavía se esconden de la violencia en las montañas, solo nos tienen a nosotros.

La situación sanitaria en toda la región es muy crítica. Allí donde hay personal de salud y unas condiciones mínimas de seguridad, intentamos reactivar la asistencia médica, dándole un primer empujón con medicinas, material médico, agua y productos de limpieza. Trabajar junto a ellos, apoyando su iniciativa y su perseverancia, aunque sea solo durante unos días, está consiguiendo que algunos centros de salud reabran para ayudar a la población.

Pero en muchos lugares no hay personal suficiente o el que hay se siente desprotegido. Por eso, para llegar al máximo número posible de personas, estamos multiplicando nuestros equipos todo lo que podemos, ofreciendo servicios de salud mediante clínicas móviles y derivando a los hospitales los casos más urgentes.

Como el sistema de salud ha sido arrasado, en estas clínicas tenemos que hacer de todo: vacunar, atender a niños y mujeres embarazadas con signos de desnutrición, o tratar enfermedades diarreicas y respiratorias o infecciones en piel y ojos debidas a falta de higiene.

Entre noviembre y abril, realizamos 86.000 consultas médicas para responder a la crisis de Tigray

Y también asistir a personas heridas a causa de los enfrentamientos, incluyendo a niños pequeños, y a mujeres que han sufrido una violencia sexual extrema. Por eso, en nuestros equipos, contamos con especialistas que ofrecen apoyo psicológico y social a todas estas víctimas.

Además, tenemos la oportunidad de atender en nuestras clínicas móviles a mujeres de parto. Así, las madres pueden dar a luz asistidas por personal cualificado, los bebés recibir cuidados perinatales completos ¡y nuestro equipo tener una inyección extra de motivación para seguir trabajando otro día más!

Seguimos necesitando ayuda y la necesitamos urgentemente. La necesitamos para recuperar los programas de inmunización, ya que la mayoría de niños y niñas no han recibido las vacunas que les tocaban desde noviembre.

Con apoyo como el tuyo, volveremos a ofrecer atención materna y pediátrica, para que las mujeres embarazadas puedan dar a luz en un hospital de forma segura y para cuidar de la salud de los más pequeños. Tu ayuda también contribuirá a que las personas con enfermedades crónicas, como la diabetes, vuelvan a recibir la medicación que no han tenido durante meses.

Ahora mismo, ya estamos trabajando para aliviar el sufrimiento de tantas personas como podemos.
 

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