Por Felipe Carvalho, Yuanqiong Hu y Leena Menghaney
Thomas Cueni, director general de la Federación Internacional de Asociaciones y Fabricantes de Productos Farmacéuticos (IFPMA) publicó recientemente un artículo de opinión en The New York Times en el que critica la propuesta de «exención de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC)» de los fármacos y herramientas para luchar contra el COVID-19 presentada por Sudáfrica e India. La iniciativa, que cuenta ya con el apoyo de 100 países en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), plantea una suspensión temporal de ciertas obligaciones de propiedad intelectual farmacéuticas en la OMC. Cueni rechaza la exención y aboga por mantener los actuales monopolios liderados por la industria farmacéutica durante la pandemia; en esta nota, los autores refutan la posición de Cueni y de las corporaciones y rebaten sus argumentos.
Muchos de los puntos señalados por Cueni en su artículo son muy familiares para quienes trabajamos en el acceso a los medicamentos y han sido desacreditados en un documento informativo publicado por la Campaña de Acceso de Médicos Sin Fronteras. No obstante, dado el momento actual, en plenas discusiones actuales en la OMC sobre las que la industria trata de influir, merece la pena responder a ciertos comentarios que el representante de este sector menciona en su artículo. La dura luz de la pandemia de COVID-19 nos permite examinar unas premisas que carecen de fundamento.
– La ‘amenaza’ para la innovación médica
Aunque el representante de la industria reconoce la “preocupación legítima” sobre el acceso a las patentes de la COVID-19, afirma que “[la suspensión] pondría en peligro la innovación médica futura, haciéndonos más vulnerables a otras enfermedades”. Sin embargo, la evidencia nos muestra que esto no es así. Si algo nos ha demostrado esta pandemia es que es posible acelerar la investigación y el desarrollo (I + D) impulsados, sobre todo, por las necesidades de salud pública y la financiación pública. De hecho, esto refleja lo que numerosos análisis y estudios llevan demostrando mucho tiempo y que contradicen las peticiones de la industria farmacéutica en favor de la propiedad intelectual en nombre de la innovación.
Una vez más, la evidencia de los últimos meses rebate las afirmaciones de Cueni que sostienen que el sistema de patentes actual es sólido y necesario para la innovación farmacéutica, y que la propiedad intelectual ha desempeñado un papel indispensable en la generación de productos de I + D de COVID-19 y para asegurar que se invierta en ellos. Por el contrario, ha habido ejemplos muy visibles durante esta pandemia en los que el ejercicio de los derechos de propiedad intelectual por parte de las empresas farmacéuticas «como si aquí no pasara nada» ha impedido la disponibilidad y el acceso a herramientas médicas necesarias. Y nuestra propia experiencia como organización médico-humanitaria muestra cómo el actual sistema de propiedad intelectual no logra ofrecer innovación a las personas que más la necesitan.
– Las ganancias de la industria no se invierten en nuevas investigaciones
La industria farmacéutica disfruta de algunos de los mayores márgenes de beneficio del mundo, incluso superando a las industrias del petróleo y del gas. Aunque las corporaciones argumentan que las ganancias obtenidas a través de monopolios respaldados por propiedad intelectual son necesarias para recuperar la inversión en I + D y promover futuras investigaciones, son diversos los estudios que han demostrado que las empresas farmacéuticas destinan sus ganancias en mayor medida a marketing, recompra de acciones y reparto de dividendos y de generosos paquetes salariales a los ejecutivos de la empresa.
– La industria abusa del sistema de patentes para obtener mayores ganancias
Para maximizar las ganancias, las grandes corporaciones farmacéuticas llevan mucho tiempo presionando para que los estándares de propiedad intelectual sean más flexibles para adquirir y prolongar los monopolios. Muchas grandes compañías viven de las ganancias obtenidas de las patentes de medicamentos que tienen décadas y cuyo monopolio se perpetúan usando una práctica conocida como ‘evergreening’ *. Al mismo tiempo, han impulsado una aplicación más estricta de los monopolios adquiridos, de modo que puedan explotar y asegurar más derechos privados a costa de los beneficios para la sociedad; en el caso de los medicamentos, este coste se cuenta en vidas.
Al permitir que las empresas generen beneficios a través de monopolios y precios elevados, el sistema de patentes actual cubre los tratamientos de las pocas personas que tienen los medios para pagarlos, mientras ignora a millones de personas en todo el mundo que se endeudan para acceder a tratamientos blindados con patentes o que deben esperar hasta que expiren estas patentes.
– La industria altera el equilibrio entre recompensar la innovación y beneficiar a la sociedad
El modus operandi de la industria farmacéutica ha alterado el equilibrio del sistema de patentes, que fue concebido para recompensar la innovación por un lado y asegurar los beneficios de esa innovación para la sociedad por el otro. Las grandes farmacéuticas tienen un solo interés en el sistema de patentes y es el de usarlo como una estrategia comercial para bloquear la competencia y mantener los precios elevados. Esto ha provocado un espectacular aumento de los costes sanitarios en todo el mundo. Este fallo sistémico ha sido claramente documentado por numerosas instituciones, Naciones Unidas entre ellas, aunque sigue siendo negado por las grandes corporaciones. Si la IFPMA quiere hablar de la «erosión» del sistema de patentes, este es el lugar para comenzar la investigación.
– El papel del sector público en la innovación médica
Cueni reconoce el apoyo gubernamental a la investigación, pero afirma que «los gobiernos no tienen ni el dinero ni la tolerancia al riesgo para asumir el papel de las empresas» y que «dirigir los laboratorios gubernamentales para fabricar medicamentos politizaría el desarrollo de fármacos». Sin embargo, irónicamente, en esta pandemia, son de hecho los gobiernos a quienes la industria farmacéutica ha empujado para asumir el riesgo y las responsabilidades de desarrollar y proporcionar los productos médicos COVID-19. Por supuesto, esta protección contra la responsabilidad se suma a que la industria farmacéutica recibe una financiación pública masiva y un apoyo regulatorio para acelerar el proceso de desarrollo. En términos más generales, si bien la inversión pública siempre ha desempeñado un papel importante en la financiación de nuevas herramientas y tecnologías médicas en la etapa inicial de la investigación, lo que la pandemia nos ha venido a enseñar es que los gobiernos están desempeñando un papel clave y habilitador también en otras etapas del desarrollo, producción y suministros de herramientas y tecnologías médicas .
– Una distribución justa de los nuevos productos COVID-19
Todos podemos estar de acuerdo con Cueni en que debe haber una distribución justa de las vacunas y medicamentos COVID-19. Pero que Cueni señale el nacionalismo de las vacunas de los países ricos como la única causa del acceso injusto es simplemente hipócrita e incorrecto.
Si las grandes farmacéuticas realmente hubieran abrazado el principio de garantizar un acceso equitativo y oportuno para todos, para empezar, nunca deberían haber alcanzado ninguno de los acuerdos bilaterales de compra anticipada de vacunas y medicamentos COVID-19 con países más ricos. Deberían haber publicado sus acuerdos de licencia en aras de la transparencia y la rendición de cuentas. Tendrían que haber llevado a cabo acciones concretas para compartir abiertamente todas las tecnologías y la propiedad intelectual para facilitar la máxima diversidad de producción y suministro a nivel mundial. Nada de esto ha sucedido. En cambio, las corporaciones se han apresurado a cerrar contratos con los estados ricos y ni siquiera pueden cumplir con todas las demandas. El resultado es que millones de personas quedan ahora al final de la fila de vacunas y medicamentos contra la COVID-19.
– Por qué es importante la exención global de propiedad intelectual
En esencia, la pugna se encuentra entre el poder corporativo y la salud pública, y solo una solución política resolverá esta contienda. La propuesta de suspensión de los ADPIC para COVID-19 brinda exactamente esa oportunidad para una resolución legal y política. Como cualquier otra política o intervención legal, de forma aislada la suspensión temporal de la propiedad intelectual y los monopolios no resolverá todos los desafíos del acceso. Con un alcance y un plazo específicamente definidos, la exención tiene como objetivo resolver algunos de los retos asociados con la propiedad intelectual en productos y tecnologías médicos clave para COVID-19.
La propuesta aborda la preocupación muy real de que las corporaciones están acumulando silenciosamente patentes y propiedad intelectual que podrían hacer cumplir una vez que disminuya la atención pública sobre el COVID-19. La exención también proporciona una dirección clara y coherente a las oficinas de patentes y los tribunales sobre cómo ver la concesión y el cumplimiento de la propiedad intelectual en medio de una emergencia de salud pública y evita la posibilidad de disputas que podrían retrasar la fabricación y el suministro locales.
Mientras los casos de COVID-19 continúan aumentando en todo el mundo, ni los gobiernos ni la ciudadanía deben dejarse engañar por esta demostración poco convincente de humanidad a medias por parte de la industria farmacéutica. Este es simplemente un nuevo capítulo de la misma crisis de acceso, provocada por los mismos factores estructurales que venimos viendo una y otra vez. La propuesta de suspensión en la OMC es una oportunidad para tomar acciones concretas que ayuden a prevenir la trágica repetición de los errores del pasado en lo que respecta al acceso a tratamientos vitales. Al mismo tiempo, el debate actual brinda una oportunidad para mirar más allá del paradigma habitual de la innovación biomédica y trabajar hacia la construcción de un sistema de innovación médica más justo, equitativo, transparente y responsable que realmente satisfaga las necesidades de salud pública.
* Evergreening es una praxis por la cual las farmacéuticas realizan modificaciones menores a medicamentos existentes para extender sus monopolios de patentes durante varios años más