Es temprano una mañana de marzo y el callejón que conduce al hospital Saint Mary Soledad, en Bamenda, la capital de la región Noroeste, aún está tranquilo. Frente a la entrada, algunos vendedores, sentados detrás de sus puestos de madera, esperan pacientemente la llegada de sus primeros clientes. Bajo el sol, que ya está alto en el cielo, todo parece calmo y sereno.
Miedo y desplazamiento
Es difícil creer que solo un día antes se oyeron disparos durante horas en esta zona.
Por más de tres años, la violencia armada entre los grupos armados estatales y no estatales ha sido una realidad cotidiana en el Noroeste y el Suroeste de Camerún, con repercusiones dramáticas para cientos de miles de personas. Los actos de violencia han aumentado y las incursiones armadas, los ataques, los secuestros, la tortura y la violencia sexual no han perdonado a la población civil.
De acuerdo con las estadísticas más recientes de la ONU, casi 680.000 personas han sido desplazadas por la violencia en el Noroeste y el Suroeste de Camerún, y otras 59.000 han huido al país vecino de Nigeria. Más de dos millones de personas necesitan asistencia humanitaria como resultado de las consecuencias físicas y psicológicas de la crisis. Sin embargo, muchas tienen dificultades para acceder a la atención médica.
“La violencia constante y las restricciones de movimiento implican que la mayoría de los centros de salud han sido abandonados por su personal y ya no pueden funcionar con normalidad”, explica Shahbaz Khan, coordinador de proyectos de MSF en la región Noroeste. “La ayuda humanitaria está limitada debido a la inseguridad, y las personas rápidamente se vieron incapaces de encontrar atención médica. Las comunidades desplazadas, en particular, ahora tienen poco o ningún acceso a la atención médica y deben soportar condiciones alarmantes”.
Más de 2.000 consultas en la sala de emergencias
En 2018, la situación cada vez peor ha llevado a MSF a iniciar una respuesta médica de emergencia en el Noroeste de Camerún. Ahora MSF brinda apoyo en varios centros médicos y a una red de trabajadores de salud de la comunidad que proporcionan atención primaria de salud y servicios de derivación a grupos desplazados y vulnerables.
El hospital Saint Mary Soledad es uno de los centros apoyados por MSF en Bamenda. En este hospital de 76 camas, nuestros equipos ofrecen atención médica gratuita a mujeres embarazadas y niños pequeños, y atención médica, quirúrgica y psicológica a personas que han tenido traumatismos intencionales y no intencionales, incluidas las víctimas de accidentes automovilísticos, violencia sexual, violencia armada, quemaduras y accidentes domésticos.
MSF también creó un servicio de ambulancia 24/7 para transportar a pacientes que necesitan atención de urgencia. Muy a menudo, estas son emergencias de partos y pediátricas, pero también comprenden otras afecciones médicas como pacientes con úlceras perforadas, malaria grave, infecciones respiratorias o mordeduras de serpiente. Aproximadamente el cinco por ciento de los pacientes transportados en ambulancia son víctimas de violencia intencional.
“En 2019, atendimos a más de 2.000 personas en la sala de emergencias y realizamos 1.500 procedimientos quirúrgicos aquí”, dice el Dr. Jifon Edwin Fonyuy. El Dr. Jifon es el médico de MSF a cargo de la admisión y el seguimiento de los pacientes que llegan a la sala de emergencias del Saint Mary Soledad. “Nuestros conductores de ambulancias trabajan día y noche, y han transportado a más de 7.300 pacientes”.
Relatos de pacientes
En marcado contraste con el tranquilo callejón, la situación ajetreada dentro del pequeño hospital refleja la escala de las necesidades y la falta de atención médica disponible en la región. Como todos los días, el centro está repleto. Todas las camas están ocupadas y la sala de consultas externas está llena.
Loveline está tendida en su cama en la sala de maternidad. Llegó esta mañana temprano para dar a luz a su hija.
“Vivo en uno de los barrios más peligrosos de Bamenda. Nuestra clínica local ya no está abierta”, dice. “Cuando sentí que empezaban las contracciones anoche, realmente me preocupé. Especialmente porque los traslados están prohibidos los lunes en Bamenda, entonces no sabía qué hacer”.
Llevar a Loveline a un centro de salud era vital porque tiene la enfermedad de células falciformes, un trastorno de la sangre que aumenta el riesgo de muerte durante el parto.
“Llamé a la ambulancia de MSF porque sé que son los únicos que pueden moverse durante los confinamientos. Afortunadamente, el vehículo llegó enseguida. Apenas una hora después de haberlos llamado, nació mi hija. Sin la ambulancia, ambas podríamos haber muerto”.
Tres días antes, también habían traído a Paul al hospital Saint Mary Soledad. El joven granjero había sido atacado por hombres armados que lo torturaron y le dispararon varias veces, después de acusarlo de ser partidario de sus enemigos. Habiendo sobrevivido a sus heridas, logró pedir ayuda a un transeúnte y lo llevaron a un hospital público. Pero el hospital no pudo proporcionarle la atención que necesitaba, por lo que lo derivaron a MSF.
“Paul llegó aquí con cinco balas en el cuerpo”, comenta el Dr. Jifon. “Una en cada mano, dos en el brazo y una en el muslo. Desde que llegó, nuestros cirujanos lo operaron dos veces. Ahora está fuera de peligro. Tenía la mano izquierda en muy malas condiciones, pero pudimos salvarla”.
Ornella, una estudiante universitaria de 27 años, resultó herida en un accidente de mototaxi el pasado noviembre. El equipo de MSF estuvo intentando salvarle la pierna durante tres meses, pero finalmente tuvieron que amputarla.
“Normalmente, nunca uso mototaxis, pero necesitaba bombillas para poder estudiar y tenía miedo de caminar esa noche porque había habido muchos ataques en mi barrio”, recuerda. “En el camino, un automóvil chocó contra mi taxi a toda velocidad. El conductor del automóvil me llevó hasta la clínica más cercana, pero no estaba abierta. Fuimos al hospital regional, pero no tenían un cirujano ortopédico. En su lugar, llamaron a la ambulancia de MSF para que me trajera aquí”.
Durante la estadía de Ornella, los cirujanos de MSF llevaron a cabo varias operaciones para salvarle la pierna. “Lamentablemente, el daño causado por el accidente fue demasiado grave y no hubo alternativa; tuvimos que amputar”, explica el Dr. Jifon. “Tomar esta decisión siempre es extremadamente difícil debido al enorme impacto social que tendrá. ¿Cómo seguir con los estudios? ¿Cómo encontrar trabajo? ¿Cómo formar una familia?”
“El equipo de aquí hizo todo lo que pudo”, dice Ornella. “Desde la amputación, todos aquí, no solo los psicólogos, me han apoyado mucho. Me iré del hospital en unos días y espero poder reconstruir mi futuro”.
Felix, de 23, también vivirá el resto de su vida con el impacto del traumatismo que soportó hace poco. Hace tres semanas, Felix y su familia fueron atacados en la aldea donde dormían, y los conflictos ya los habían obligado a irse de su casa. Su familia logró escapar, pero él fue atrapado. Sus atacantes lo sostuvieron en el suelo y le cortaron la mano con un cuchillo antes de dejarlo allí inconsciente.
“Estuve tendido en el suelo sangrando durante dos horas antes de que mi hermana se animara a volver a buscarme”, cuenta. “Nos ocultamos en la selva por dos semanas. Me dieron remedios tradicionales, pero el brazo se me infectó. Finalmente decidimos irnos del monte y dirigirnos a un centro de salud. Allí, no pudieron hacer nada por mí; solo me pusieron un vendaje. La infección empeoró. Es por eso que vinimos a Bamenda. En el camino hacia aquí, alguien nos dijo que los médicos del Saint Mary Soledad podían ayudarme”.
Cuando llegó, Felix estaba muy débil y tuvo que ser hospitalizado por seis días para que los médicos pudieran tratar la infección y comenzar a brindar atención psicológica. Hoy es la primera vez que ha regresado al hospital para una visita de seguimiento desde que se fue la semana pasada. Dado el terrible ataque que sufrió, la encantadora sonrisa de Felix durante el control médico pone la piel de gallina. “Felix es impresionante”, dice el Dr. Jifon durante la visita de seguimiento. “Su herida está sanando bien y ya no hay rastros de infección”.
La imparcialidad esencial de MSF
En cada habitación, el relato de cada uno de los pacientes pone en relieve el contexto crítico y la necesidad urgente de aumentar el acceso a la atención médica en la región.
“Para muchos de ellos, víctimas directas o indirectas de la crisis actual, la presencia de MSF es fundamental”, comenta Shahbaz Khan. “En esta región, como en muchas otras de todo el mundo, somos una de las muy pocas organizaciones humanitarias en el terreno que proporciona atención médica a quienes viven aquí. En una zona marcada por los ataques regulares contra el personal humanitario, este apoyo es difícil de dar, pero la gente sabe que atendemos a nuestros pacientes con imparcialidad. Responder a las necesidades urgentes de salud es nuestra única preocupación. A los virus, las balas y las infecciones no les importa de qué lado de la crisis está uno. A nosotros tampoco”.
Unas semanas más tarde, la pandemia de COVID-19 llegó al Noroeste de Camerún, lo que agregó otra emergencia de salud a la situación ya nefasta. Mientras MSF inmediatamente comenzó a brindar apoyo en la respuesta al COVID-19, otras actividades para salvar vidas en el hospital Saint Mary Soledad no se han detenido, al tiempo que los llamamientos al alto el fuego se siguen ignorando en gran medida. La violencia y el desplazamiento continúan, en una situación cada vez más desesperada para las personas que están pagando un precio alto en una de las crisis humanitarias más desatendidas del mundo.
* Algunos nombres se han cambiado para proteger la privacidad.