Las personas abandonan sus hogares por muchos motivos: escapan de la guerra, de la persecución o de dificultades extremas. Pero más allá del motivo, generalmente comparten un objetivo común, asegurarse un futuro seguro y digno. MSF atiende en todo el mundo a personas que se desplazan, según sus necesidades de salud y sus vulnerabilidades. Nuestros equipos ven a gente que lucha por sobrevivir no solo de viajes angustiosos, sino de las políticas perjudiciales e inhumanas implementadas por gobiernos que a toda costa intentan impedir la entrada de quienes buscan refugio, migran y solicitan asilo.
En Europa, los controles migratorios se han extendido mucho más allá de las fronteras continentales. Las personas a menudo se encuentran con políticas fronterizas punitivas, que las “retienen” en países de tránsito y que les impiden solicitar asilo en suelo europeo. Estas políticas pueden criminalizar su status migratorio o negarles el acceso a la atención médica y a las medidas de protección que garantizarían su seguridad y dignidad. Los estados europeos se han apropiado engañosamente del lenguaje del humanitarismo para justificar estas medidas restrictivas, y afirman que salvan vidas impidiendo que los migrantes emprendan viajes riesgosos. Esto ignora los peligros que afrontan las personas en sus países de origen, que las obligan a abandonar sus hogares, y los que encuentran en sus periplos.
Además, la falta de alternativas seguras y legales implica que la única posibilidad que tienen las personas para lograr seguridad, sea intentar un peligroso viaje a Europa. Quedan a merced de un submundo criminal que dirige las rutas de contrabando.
“Retenidos” en Libia
La mayoría de las personas que intentan llegar a Europa cruzando el Mediterráneo central pasan por Libia, donde se ven expuestas a horribles situaciones de violencia, secuestros, torturas y extorsión. A pesar de esta realidad y del hecho de que Libia es un país en conflicto activo, el objetivo principal de los estados europeos sigue siendo la retención de migrantes y refugiados allí, a cualquier precio.
Al tiempo que se atribuyen el éxito en el control de las migraciones, los estados europeos han implementado brutales políticas de retención y disuasión. Han desmantelado las capacidades de búsqueda y rescate en el mar, mientras apoyan a la guardia costera libia para que intercepte a refugiados y migrantes en aguas internacionales y los obliguen a regresar a Libia, en contra del derecho internacional. Para detener el flujo de llegadas, hicieron tratos con grupos militares libios, a pesar de sus vínculos con redes criminales y de contrabando. Como consecuencia, continúa el tráfico, la retención, la detención y la extorsión de migrantes y refugiados. La posibilidad de ahogarse en el Mediterráneo en el intento de llegar a Europa no ha hecho más que aumentar.
Atrapados en las islas griegas
En 2016, la Unión Europea (UE) y Turquía firmaron un acuerdo mediante el que Turquía evitaría que los solicitantes de asilo y migrantes llegaran a la UE a cambio de seis mil millones de euros en asistencia para los refugiados en Turquía y otros incentivos. En ese momento, MSF advirtió sobre las probables consecuencias humanitarias del arreglo, e hizo hincapié en que socavaba el derecho a asilo. Como protesta, dejamos de aceptar fondos de la UE y de sus estados miembros. En lugar de reconocer los defectos de este acuerdo y su costo humanitario, los líderes europeos siguen considerándolo un éxito y piden a las autoridades griegas que lo implementen de forma más contundente.
Para las personas refugiadas y migrantes que están atrapadas en las islas griegas, viviendo en condiciones deplorables, la situación es una emergencia crónica, que revela hasta dónde está dispuesta a llegar Europa para negar los valores básicos de humanidad y dignidad de quienes necesitan protección.
Varados en las fronteras de los Balcanes
En 2019, miles de personas migrantes y refugiadas intentaron atravesar la península balcánica intentando llegar a otros destinos europeos, pero los hicieron retroceder de forma violenta. Muchas están varadas y viven en asentamientos informales y edificios abandonados en áreas fronterizas.
En Serbia, MSF dirigió una clínica para migrantes y refugiados en Belgrado y realizó consultas externas en asentamientos informales para quienes vivían fuera de los centros de recepción. En Bosnia, junto a las autoridades de salud dimos atención médica a quienes vivían tanto dentro como fuera de los campos oficiales. La mayoría de las afecciones que tratamos –enfermedades de la piel e infecciones de las vías respiratorias– estaban relacionadas con las malas condiciones de vida.
Imposibilidad de acceder a la protección
En Francia, muchas personas solicitantes de asilo, migrantes y refugiadas son obligadas a vivir en sórdidos campos o en la calle, y se ven envueltas en un ciclo interminable de confiscación de sus pertenencias, evacuación temporal y acoso de la policía. De especial preocupación son los menores no acompañados, a menudo adolescentes que llegan a Francia traumatizados por la violencia que han sufrido en sus viajes. Afrontan dificultades incluso cuando se registran para recibir la protección a la que tienen derecho. En toda Francia, cientos de jóvenes son obligados a dormir a la intemperie porque el Estado no les da alojamiento, a pesar de que está obligado.
En Pantin, un suburbio de París, y en colaboración con otras organizaciones, asistimos a migrantes jóvenes no acompañados con atención, acceso a apoyo legal y a servicios médicos, sociales, psicológicos y administrativos. En total, 734 menores se beneficiaron de estos servicios en 2019.
Que prevalezca la humanidad
Europa debe cambiar radicalmente su enfoque con respecto a la migración y al asilo. Ningún razonamiento político puede justificar medidas que causan daño de forma deliberada y consciente. Las devastadoras consecuencias de estas políticas no se pueden ignorar y no se deben normalizar. No son un precio aceptable a pagar con tal de mantener a estas personas fuera de Europa.
En el clima político actual, muchas personas consideran que quienes solicitan asilo, son refugiados, o migran son menos que seres humanos. El respeto por la vida como valor humanitario fundamental parece haberse convertido en un acto de rebeldía. En MSF, apoyamos con solidaridad y acción a las personas que se desplazan.