En la población rural de San Vicente, en el estado Sucre, Venezuela, Santana Márquez acude al ambulatorio local. Desde hace dos días comenzó a tener fiebre, dolor de cabeza y a sentir escalofríos y cansancio en el cuerpo. Ya tiene experiencia con estos síntomas, ha tenido malaria cuatro veces y está convencido de que nuevamente la ha contraído.
Santana tiene 61 años de edad, ha pasado toda su vida en la comunidad agrícola de San Vicente y se dedica a sembrar ocumo chino, cambur y cacao. Vive en una casa humilde y su mayor preocupación es cómo llevar el pan diario a la mesa de su casa. Ha llegado a pie al centro médico local, donde lo examinan y le realizan una prueba rápida de malaria. Con un simple pinchazo en el lóbulo de la oreja y la espera de unos minutos, es posible tener los resultados casi de manera inmediata.
Tres pilares de atención y prevención de malaria
Sucre es uno de los estados de Venezuela con mayor incidencia de malaria. Su clima y vegetación hacen que la zona sea perfecta para la proliferación del mosquito anopheles, el transmisor de la enfermedad. Tan solo en el año 2019, la organización médico humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) apoyó en esta localidad la realización de más de 20.000 pruebas diagnósticas, de las cuales más de 12.000 resultaron ser positivas. MSF está presente en la zona desde el año pasado, para trabajar en conjunto con el Programa Malaria de la Dirección Regional de Salud Ambiental, en una estrategia para la reducción y el control de la enfermedad.
En siete centros de salud, distribuidos en cinco municipios del estado, MSF trabaja en tres pilares fundamentales: diagnóstico y tratamiento temprano; fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica y actividades de control vectorial; y promoción de la salud. Es así como los ambulatorios de San Vicente, Agua Clarita, Guaca, Putucual, Caño Ajíes y Coicual y el Hospital de Yaguaraparo, hoy cuentan con el soporte de la organización, para brindar a los pacientes una respuesta oportuna contra el paludismo. Cada uno de los centros recibe no solo suministros de pruebas rápidas, tratamientos para malaria y mosquiteros para ser distribuidos, sino también medicamentos de atención primaria para asegurar tratamiento urgente de otras enfermedades prevalentes en el área, equipos médicos básicos como tensiómetros y termómetros e insumos específicos para programas de salud sexual y reproductiva, además de apoyo en formación de personal médico y no médico sobre prevención y control de infecciones.
Prevención de infecciones
Como lo había sospechado, Santana ha dado positivo en la prueba rápida. Tiene malaria por quinta vez en su vida, en su entorno es bastante común padecer la enfermedad múltiples veces. Al recibir su diagnóstico, un promotor de salud le explica todo lo que debe hacer durante su convalecencia y le aclara los mitos y las realidades sobre el paludismo, pues son muchas las creencias populares a su alrededor. También recibe información sobre las medidas preventivas que puede adoptar cada día en casa. Posteriormente, es atendido por un equipo médico que, tras detalladas especificaciones, le suministra el tratamiento completo. Si cumple con todas las indicaciones, Santana se recuperará muy pronto de la malaria.
“El impacto de las actividades de soporte médico a los centros apoyados ha sido determinante para el manejo de la malaria en el estado, pues hemos visto una marcada disminución de casos y su gravedad, también justificada por una mayor adherencia al tratamiento y a las medidas preventivas”, explica Ana Teresa Afonso, Referente Medico del Proyecto en la región.
Atención en el embarazo
El equipo de MSF también se dedica a definir medidas preventivas como estrategia de promoción de la salud para la población. Es así como en el ambulatorio de la comunidad costera sucrense de Guaca, en una pequeña sala de consultas, un grupo de jóvenes mujeres conversa sobre sus preocupaciones en torno al embarazo. La mayoría está inquieta sobre cómo acceder a un servicio de salud de buena calidad para hacer seguimiento y dar a luz a sus bebés y sobre cómo pueden hacer para evitar enfermarse de malaria, algo bastante común en sus ambientes familiares. Todas reciben recomendaciones prácticas, pero también mosquiteros para resguardarse en las noches.
Gran parte de estas mujeres que acuden a los ambulatorios del estado Sucre, tienen dificultades para movilizarse y llegar a sus consultas. Muchas de ellas esperan dar a luz en la Maternidad Candelaria García de Carúpano, donde MSF también hace un trabajo importante en el área de prevención y control de infecciones hospitalarias, a través de donación de insumos de limpieza y desinfección y formaciones del personal médico y no médico –también en el marco del nuevo coronavirus-. Además, realiza trabajos de rehabilitación estructural, para garantizar estándares mínimos de agua, saneamiento y gestión de desechos, y asegurar un cuidado humanizado para las futuras madres y recién nacidos. Es así como se llevaron adelante la rehabilitación completa de todos los baños, la mejora y el mantenimiento del sistema de aires acondicionados, incluyendo el de los quirófanos, la impermeabilización del techo y la donación de colchones hospitalarios.
“Los trabajos relacionados con el sector de agua, saneamiento y gestión de residuos forman parte de una amplia línea de soporte para todos los ambulatorios regionales donde MSF está presente en el estado, e incluso para el Hospital Santos Aníbal Dominicci de Carúpano y el Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá de Cumaná, los dos centros de salud más grandes de Sucre”, explica Marco Puzzolo, Coordinador del Proyecto en la región.
Siguiendo con la línea de dar soporte a mujeres en estado de gestación, la organización está rehabilitando una estructura contigua a la maternidad, que llevará por nombre “Abrigo materno” y que será destinada a hospedar temporalmente a madres o cuidadores, que llegan de lugares lejanos y cuentan con limitados recursos, mientras sus niños estén hospitalizados en el área neonatal.