Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) alertamos el aumento inusual de casos confirmados de malaria en La Gabarra, municipio de Tibú. Tan solo en lo que va de enero, los equipos de MSF en terreno atendieron a 375 personas afectadas con malaria, una cifra que contrasta con los 20 casos que MSF atendió en el mismo periodo de 2019.
Los datos del Instituto Departamental de Salud (IDS) de Norte de Santander confirman esta tendencia. Mientras que en 2018 se registraron 1.373 casos de malaria en todo el departamento, en 2019 esta cifra llegó a 4.055, lo que representa un aumento del 295,3 por ciento en ese periodo. Según el IDS, La Gabarra concentra cerca del 60 por ciento de los casos registrados en 2019 con 2.389 personas infectadas.
La Gabarra está ubicado a 50 kilómetros de la cabecera municipal de Tibú. Según la Asociación de Juntas de Acción Comunal de La Gabarra, allí residen aproximadamente 12.000 personas registradas en el poblado y se estima que hay unas 8.000 más de origen venezolano sin registrar y que carecen de acceso a la salud en casos no considerados de urgencias. En esta región la malaria es endémica, pero las precarias condiciones de hábitat y de higiene hacen que el mosquito que contagia la enfermedad prolifere con mayor facilidad.
“El contagio de la malaria no es solo en zonas rurales dispersas, sino en las áreas urbanas y semiurbanas más pobladas y vulnerables. En muchos de los asentamientos es común encontrar agua estancada en los patios y acumulaciones de residuos que se convierten en el espacio ideal para que los mosquitos se multipliquen.
Lo grave de todo esto no es solo que hay un aumento inusual, sino la falta de identificación, el acceso a salud y tratamiento oportuno”, afirma Johana Vinasco, gestora de actividades médicas de MSF en Norte de Santander.
Por estas razones, la estrategia planteada por Médicos Sin Fronteras en coordinación con el IDS y otros actores humanitarios para enfrentar esta situación incluye el fortalecimiento de la detección, el acceso gratuito al tratamiento de malaria, así como campañas de promoción de la salud y control de vectores en asentamientos y barrios vulnerables de La Gabarra.
Sin embargo, advertimos que hay dificultades en el registro, en el acceso al tratamiento y en la asignación de recursos humanos e insumos médicos a Norte de Santander. A esto se suma el hecho de que desde el Estado y desde la misma población se está minimizando la gravedad del asunto y creando mitos y recurriendo a malas prácticas como la automedicación que dificultan la atención oportuna y efectiva de los casos de malaria.
“El IDS está colaborando con los medicamentos, pruebas y otros insumos y sabemos que está gestionando más, pero no es suficiente para una región en la que la malaria es endémica.
Estamos trabajando en conjunto, pero se necesita que el Estado y las organizaciones humanitarias demos una respuesta oportuna, adecuada y sostenible”, afirma Luis Romero, coordinador de MSF en Norte de Santander.