Las miles de personas que están llegando a Irak tras huir a la fuerza de Siria están empezando a sufrir problemas de salud mental. Cerca de la mitad de las personas que hemos atendido en el campo de Bardarash, en la frontera entre ambos países, donde hemos abierto un centro de salud, presentaban “síntomas relacionados con la depresión y la ansiedad, además de síntomas físicos sin explicación ni causa médicas como rigidez en los músculos, dolor de cabeza, dolor de espalda», describe Bruno Pradal, nuestro coordinador de salud mental en la zona.
En la actualidad, el campo de Bardarash alberga 11.000 personas procedentes de Siria, y su capacidad ha alcanzado al máximo. Sin embargo, las personas continúan llegando.
Uno de nuestros equipos está visitando tienda por tienda en el campo, reuniéndose y hablando con las personas, identificando a quienes más necesitan apoyo de salud mental y derivarlas a nuestro nuevo centro de atención médica. En algunos casos, proporciona primeros auxilios psicológicos a personas particularmente vulnerables.
«Un proyectil cayó cerca de mi vecino y resultó herido«, relata Salih, un trabajador de construcción originario de Qamishli, en Siria. “Me pidió que trajera a su hijo discapacitado conmigo y lo cuidara. Está conmigo ahora, junto a mis hijos».
«Ya no hay seguridad en Siria», dice Salih. «No duermo ni como adecuadamente. Tengo miedo, no quiero volver, quiero dormir sin el sonido de disparos y explosiones; sin el miedo a que un cohete golpee mi casa».
Construyendo la capacidad de resiliencia
Los trabajadores de salud mental conocieron a personas con pensamientos suicidas y a otras con los primeros síntomas del trastorno de estrés postraumático. Nuestros equipos están trabajando para fortalecer la capacidad de resiliencia de la población al proporcionarles consejos sobre cómo cuidarse a sí mismos y a otras personas, y algunos para que puedan lidiar con el estrés.
«Las personas estaban preocupadas por el futuro y se sentían desesperadas, pues pensaban en lo que se vieron obligadas a dejar atrás, como sus hogares, trabajos, familiares y seres queridos«, explica Pradal. «Aunque es común ver estos síntomas como resultado de lo que han vivido, eso no significa que no necesiten apoyo inmediato en términos de salud mental».
La mayoría dice venir de Ras al Ayn o Qamishli, a 220 y 110 kilómetros respectivamente de la frontera entre Irak y Siria. Algunos han comenzado a mencionar que provienen de Al Hasaka. Hay personas que hablaron con nuestros equipos y dijeron haber huido a otro lugar dentro del noreste de Siria antes de tomar la decisión de cruzar la frontera hacia Irak.
Muchos dijeron que otras personas se quedaron atrás, porque un miembro de su familia se encontraba enfermo o porque no podían encontrar el momento adecuado para irse, entre otras limitaciones.
“Dos de mis hijas todavía están en Siria. Me dijeron que me fuera, que me seguirían con sus familias”, cuenta Salih. «Han pasado 10 días y no he tenido contacto con ellas, y no sé si salieron o no, o qué les sucedió«.
Noches frías
Además del apoyo en salud mental, nuestro nuevo centro de atención médica brinda servicios de salud a muchos hombres, mujeres y niños en el campo que sufren infecciones del tracto respiratorio superior, como secreción nasal, resfriados y tos, causados principalmente por las noches frías que pasan en carpas. También se trató a personas con enfermedades no transmisibles como diabetes y asma, así como a algunas personas afectadas por diarrea aguda.
Mientras tanto, continuamos realizando las actividades que comenzamos hace una semana a lo largo de la frontera siria, en los campos de refugiados de Al Walid y Sahela. Nuestras clínicas móviles están proporcionando atención médica básica y realizando exámenes para identificar casos de desnutrición en los dos sitios.