Mi nombre es Nura y vivo en el campo de refugiados de Al Fawwar. Tengo 46 años y cinco hijos y cinco hijas. Aquí suceden muchas cosas horribles a diario. Deseamos que nuestra terrible situación cambie por una mejor, para que podamos vivir como personas normales en países con seguridad y estabilidad. Queremos ofrecerles a nuestros hijos una vida hermosa y feliz como nunca la hemos tenido.
He vivido en Hebrón durante 18 años. Mis dos hijos menores han sido arrestados cinco veces. Creo que Mohammad estaba en cuarto año de la secundaria cuando sucedió. De repente oímos a alguien golpear la puerta. No sospechaba que tendría algo que ver con él, era tan joven. Estábamos acostumbrados a que los soldados entraran a nuestra casa, incluso desde el momento en que me casé. Estábamos acostumbrados a que entraran a la casa, buscando todo. Pero esta fue la primera vez que arrestaron a uno de mis hijos.
Cuando vi que se lo llevaban, no sentí que lo estaban arrestando. Sentí que lo estaban matando. Me imaginé que alguien vendría por la mañana y diría que habían encontrado su cadáver en la montaña.
Se llevaron a uno de mis hijos, y luego volvieron y tomaron al otro. La última vez que fueron encarcelados, los dos estaban juntos. A veces se llevan a los dos al mismo tiempo, a veces se llevan a uno y dejan el otro.
Una madre siempre se preocupa por todos. Imagina si tu hijo hubiera salido de tu casa y regresara un poco tarde, estarías preocupado. Ahora, imagina vivir con ese miedo cada día, con que se pueden llevar a uno de tus hijos.
Ya no puedo dormir. Estoy destrozada por la preocupación. Siempre tengo la sensación de que entre la 1 y las 4 de la madrugada vendrán. El sonido de sus pasos ensombrece el latido de mi corazón. He desarrollado una obsesión de que vienen a por mí todos los días. Incluso si una brisa mueve ligeramente la puerta, espero que estén allí. Lloro todo el rato.
Soy adicta a las noticias pero no a cualquier noticia. Sigo lo que sucede aquí y en Siria, acontecimientos en lugares devastados por la guerra, lugares donde las personas están pasando por experiencias como la mía. Donde hay desplazamiento, donde hay exilio, sigo estas noticias.
No estoy llorando por mis hijos, sino por todos los niños. No quiero que nadie crezca y experimente las mismas cosas que mis hijos.