«La violencia sin sentido, la ilegalidad, la gente resistente cansada del conflicto, y una nación en caos: estas fueron mis impresiones de Yemen antes de llegar al país. Fue visceral. Y luego estaba la ciudad de Taiz; el último bastión de la esperanza por la paz. Muchos ciudadanos repitieron lo mismo: «Si Taiz cae, también lo hará el futuro».
Taiz, la tercera ciudad más grande de Yemen, está separada por una línea de combate. Los yemeníes están expuestos a la violencia a diario, y el sonido constante de los bombardeos y disparos sonando a todo volumen a lo largo del día y retumbando durante de las noches se convirtió en la norma. Recuerdo que en punto durante enero de este año, durante dos semanas, escuchábamos cinco explosiones por minuto.
Hoy, el principal problema para las personas en Taiz sigue siendo la inseguridad. Día a día, existe el temor de morir a causa de disparos perdidos o los bombardeos en la ciudad. Existe el temor de que los integrantes de tu familia nunca vuelvan a casa después del trabajo. La libertad de movimiento es mucho más restringida de lo que era antes de que la guerra y los puntos de control están en todas partes, lo que dificulta que las personas continúen con su vida con normalidad. Como podrás imaginar, vivir en estas condiciones es increíblemente difícil para los habitantes y, como resultado, creo que quedará una huella psicológica devastadora que perdurará mucho después de que termine esta guerra.
En términos generales, vimos un colapso de los sistemas de salud secundarios y terciarios en Yemen. MSF habló abiertamente sobre esto una y otra vez. En los últimos dos años, el personal del hospital público no recibió un salario, y si lo recibió fue poco, y sin el apoyo basado en incentivos, el sistema de salud pública no puede funcionar.
MSF brinda apoyo a tres hospitales en Taiz
MSF estuvo apoyando a tres hospitales en la ciudad de Taiz desde hace casi dos años, centrándose en las principales prioridades de emergencia, incluyendo la atención médica para las personas heridas por la guerra y la atención médica pediátrica y materna. Sí, durante la guerra, los servicios de cirugía son una parte enorme de nuestro trabajo, pero la realidad es que también existe una necesidad real por servicios de calidad para niños y mujeres embarazadas.
En la ciudad de Taiz, realizábamos en promedio 2.000 consultas de salud materna mensualmente a mujeres que, de otra manera, no tendrían acceso a la atención médica. El personal atendió a niños con desnutrición y con infecciones respiratorias avanzadas. También trataron a niños con enfermedades comunes que se amplificaron debido a la falta de servicios disponibles.
Desafortunadamente no hay infraestructura que respalde la gestión de desechos en Taiz. La situación es igualmente extrema en términos de acceso a agua potable e instalaciones de saneamiento. El año pasado esto contribuyó al aumento de casos de cólera; y existe el temor de que haya brotes futuros a medida que cambien las estaciones.
Una de las consecuencias menos conocidas a largo plazo de la guerra en Yemen es la resistencia antimicrobiana. En las instalaciones de salud en todo Yemen, la prescripción excesiva de antibióticos es una práctica común de los médicos y, por lo tanto, los pacientes esperan y exigen que los antibióticos estén disponibles. La resistencia a los antimicrobianos en la comunidad es alta para ciertos antibióticos y la auto prescripción es común. En Taiz, MSF está colaborando con trabajadores sanitarios locales para minimizar la prescripción excesiva de antibióticos.
“En Yemen, todos tienen una historia”
Lo que más me impactó fue ver cómo nuestro personal interactuaba con los pacientes. Debido al colapso de la infraestructura pública, los profesionales están trabajando en diferentes campos. Los maestros, por ejemplo, ya no tienen trabajo porque el sistema educativo está extinto. Algunos comenzaron a trabajar con MSF bajo varios roles de administración y logística.
Recuerdo haber pasado por uno de los hospitales con un antiguo profesor, que ahora es un logista de MSF. Mientras caminábamos por la sala de urgencias, reconoció a algunos de los pacientes como antiguos alumnos. Estaba bastante sorprendido de verlos en un estado tan precario. Recordó que estaban en forma y saludables, y estaba preocupado por su estado de salud actual.
Los estudiantes reconocieron a su profesor y charlaron durante bastante tiempo sobre los días pasados. Hablaron de un futuro sombrío; ya no iban a la escuela y echaban de menos los días en que la escuela era su única preocupación, ¡incluso si su profesor era muy estricto! Uno de los muchachos mencionó que su madre y su padre luchaban por conseguir alimentos para la familia. Estaba agradecido de recibir atención médica gratuita, pero estaba preocupado por el revés, sabiendo que no podría satisfacer otros elementos esenciales de la vida.
En Yemen, todos tienen una historia. Todos tienen algo que decir sobre cómo cambió su vida a causa de la guerra. En la mayoría de las situaciones, en la mayoría de las comunidades, uno esperaría ver a personas quebrantadas. Al ser olvidados año tras año, sin poder acceder a los servicios de salud y sin poder pagar los alimentos, uno se sentiría quebrantado. Pero ese no es el caso de las personas en Taiz.
Las personas continúan haciendo todo lo posible para sacar lo mejor de la situación, a pesar de que la guerra y el miedo a la muerte son una realidad cotidiana para ellos. En Taiz, las personas todavía tienen la esperanza de un mejor futuro.«