¿Dónde estamos en la lucha contra la tuberculosis?
No estamos ganando exactamente. La tuberculosis es la enfermedad infecciosa que más muertes causa en el mundo, superando al VIH / SIDA en 2015.
Se estima que 1,7 millones de personas murieron en el año 2016. De los 10,4 millones de personas que desarrollaron la enfermedad el año pasado, muy pocos han sido diagnosticados o tratados adecuadamente.
Esto refleja el problema de los sistemas de salud en muchos países (los países de ingresos bajos y medios representan el 95 por ciento de las muertes), y que la TB afecta principalmente a los más vulnerables. Su prevalencia es alta entre las comunidades más olvidadas, en lugares como campos de refugiados, barrios marginales y prisiones. También es la principal causa de muerte entre las personas infectadas con VIH / SIDA.
En resumen, se trata de una emergencia sanitaria global con efectos desproporcionados en los marginados: un enfoque obvio y urgente para MSF.
¿Qué ha estado haciendo MSF al respecto hasta el momento?
MSF encuentra TB en prácticamente todos sus campos de intervención. Entre 15.000 y 30.000 pacientes son tratados en proyectos apoyados por MSF cada año en más de 25 países. Hemos estado luchando contra la tuberculosis durante más de 30 años y somos uno de los mayores proveedores de tratamiento no gubernamentales en el mundo.
Durante la última década, MSF se centró en el tratamiento de las formas más difíciles de TB, llamada «tuberculosis resistente a los medicamentos» (DR-TB). Una décima parte de nuestros pacientes sufre una forma de la enfermedad resistente a los medicamentos.
En los últimos cinco años y después de 50 años sin innovación, se han comercializado dos nuevos medicamentos. Este es un momento verdaderamente histórico para los pacientes y los proveedores de atención médica.
Estas dos drogas, bedaquilina y delamanid, son muy promisoras. MSF ha sido uno de los primeros en adoptarlas y tiene una de las cohortes más grandes del mundo tratadas con regímenes que contienen estos medicamentos. Nuestra experiencia demuestra que son una nueva esperanza para los pacientes, en particular para aquellos con la forma de la enfermedad más difícil de tratar. Además de los pacientes que tratamos, nuestra experiencia ayuda a informar los protocolos nacionales y de la OMS.
Desafortunadamente, es solo una gota en el océano. En 2017, se estimó que, en todo el mundo, menos del cinco por ciento de los pacientes que necesitaban estos medicamentos los recibían.
¿Entonces las cosas se ven mejor para los pacientes con DR-TB?
Se estima que 600.000 personas desarrollan cada año una forma resistente de TB que requiere un tratamiento arduo y poco efectivo de dos años que involucra 8 meses de inyecciones y 15.000 píldoras, causando fuertes efectos secundarios, que incluyen sordera, psicosis y neuropatía.
Dado este estado desesperado de las cosas y el momento único en el tiempo con dos nuevas drogas disponibles, MSF ha tomado el asunto en sus manos. Actualmente estamos ejecutando dos ensayos clínicos, endTB y TB-PRACTECAL, en asociación con organizaciones médicas líderes. El objetivo es encontrar tratamientos más simples, más cortos (de 6 a 9 meses), menos tóxicos, todos orales y más eficaces, principalmente basados en fármacos nuevos y reutilizados.
Más allá de la resistencia a los medicamentos, ¿cuáles son las perspectivas del tratamiento de la tuberculosis en general?
En términos generales, es el mismo problema: investigación e innovación muy limitadas, y aún es muy difícil o costoso llegar a más pacientes, y tratarlos tan rápido como nos gustaría.
Enfocando por ejemplo en los diagnósticos: el mundo ahora cuenta con pruebas rápidas para diagnosticar la tuberculosis pulmonar en cuestión de horas, lo cual es revolucionario, pero esto requiere un suministro de energía constante, aire acondicionado e instalaciones de laboratorio especializadas con personal capacitado. Esto no está adaptado a una operación típica de MSF ni a los contextos en los que viven de la mayoría de nuestros pacientes con TB. Y todavía no tenemos una prueba adecuada para niños y para formas extrapulmonares de la enfermedad.
Las vacunas antituberculosas aún están probablemente a dos o tres décadas de distancia.
Y si bien lo mencionamos menos, el tratamiento para una TB no complicada y sensible a los medicamentos (DS-TB) sigue siendo difícil de implementar, con una duración de seis meses y con cuatro medicamentos diferentes involucrados.
Los servicios de salud bien financiados con pocos pacientes pueden soportar este tipo de carga, pero no así los más débiles que deban afrontar una emergencia de tuberculosis.
Además, hay una preocupante falta de investigación sobre nuevos medicamentos para la TB: solo cinco en desarrollo por el momento, en comparación con docenas en desarrollo para la hepatitis C y el VIH.
En ese contexto desafiante, ¿cuáles son los próximos pasos para MSF?
Para 2025, nuestro objetivo es que cada paciente que presente cualquier forma de TB en cualquier proyecto de MSF tenga acceso a diagnósticos simples y confiables, así como a un tratamiento efectivo y bien tolerado, y que esto actúe como una fuerza para el cambio a nivel mundial.
Para ayudar a lograr esto, los proyectos de TB de MSF deben reflejar esa ambición:
En primer lugar, debemos diversificar las categorías de pacientes que tratamos: por ejemplo, nuestra cohorte de DS-TB se ha reducido a la mitad en los últimos diez años; abordaremos a más de estos pacientes. Los pacientes coinfectados con VIH son un grupo con necesidades específicas, al igual que los niños, que representan uno de cada diez nuevos pacientes con TB en todo el mundo. Necesitarán atención especializada en nuestros programas. También debemos abordar el problema de la infección latente de TB en nuestros proyectos.
En paralelo, planeamos estimular y promover la investigación para mejores tratamientos y mejores herramientas de diagnóstico.
Por ejemplo, seguimos participando en la investigación a través de nuestros ensayos clínicos de DR-TB. Más allá de estos, impulsaremos la innovación en pruebas de diagnóstico mejor adaptadas. A medio plazo, queremos que los diagnósticos sean posibles en el «punto de atención», es decir, donde sea que veamos pacientes, incluso en entornos rurales y remotos, y en el momento.
Después del diagnóstico, la DS-TB debe ser tratable en dos meses y cualquier cepa resistente a los medicamentos en seis meses.
Y debido a que la cuestión de la resistencia a los medicamentos es inevitable cuando los antibióticos están involucrados, queremos ver un conjunto saludable de nuevos medicamentos, diagnósticos y enfoques para el futuro.
Pero no olvidemos que esto es primero, y sobre todo, un asunto político. Ya existen nuevas herramientas que deberían ampliarse; y la investigación, que hoy es sorprendentemente limitada, debe ser desarrollada y acelerada con los fondos necesarios. Se trata de aumentar los recursos para llevarlos a donde la TB prevalece y mata.
La crisis de la TB no muestra signos de retraerse, nosotros tampoco podemos hacerlo. Seguiremos utilizando nuestra experiencia médica y nuestro compromiso de luchar por los pacientes con tuberculosis.