Mohammad* tiene 31 años y huyó de Siria después de ser acusado de participar en los disturbios de 2012. Antes pasó cinco meses en una prisión donde fue torturado: le sacaron los dientes y tiene cicatrices de cortes de cuchillos y quemaduras de cigarrillos que la policía siria le infligió. Cinco años después, aún le duelen el estómago y las piernas a causa de las palizas.
«Nos dijeron que estaríamos seguros en Europa, pero no lo siento así”, dice. «Tengo miedo de que si me rechazan de nuevo, la policía me arreste. La policía aquí es como la policía en Siria. Nos insultan, ofenden a nuestra religión, nos provocan y usan palabrotas todo el tiempo. Nos hacen desnudarnos para registrarnos, pero solo lo hacen para humillarnos”.
Llegó a la isla hace 11 meses y ha vivido en un campo desde entonces. Comparte una carpa con 13 personas más. Mohammad ha sido testigo de la violencia física de la policía en Grecia.
«A veces la gente regresa de la comisaría con un brazo o una pierna rotos, y con la cara hinchada. A un amigo lo tiraron al suelo y le pisaron la cabeza. Vienen y despiertan a la gente a las 6 de la mañana, sin ninguna razón, entonces nos llevan a revisar nuestros papeles. Estamos asustados porque tienen armas, gases lacrimógenos… «.
Mohammad creyó que le ayudarían con sus problemas médicos una vez llegara a Europa; pero eso no sucedió. «Pensé que me arreglarían los dientes y se ocuparían de mi dolor de estómago. Solían darme pastillas para mi úlcera aunque tenía que hacer cola durante horas. Ahora tengo que comprarlas. La pierna sigue doliéndome después de que me quitaron las hemorroides, pero me dijeron que no es grave. Tuve que ir caminando al hospital el día de la cirugía. Luego, también volví andando al campamento, como un animal. Para ellos no soy un ser humano».
Mohammad dice que no tiene a dónde ir y que quiere quedarse en Europa, aunque no le gusta Grecia. «Soy maestro pastelero y puedo trabajar. Quiero solicitar la reunificación con mi esposa, que ahora está en Damasco, y traerla aquí. Quiero trabajar y vivir con normalidad en Grecia, aunque aquí no me ha pasado nada bueno y esto no me gusta. ¡¿Cómo me va a gustar?!»
*nombre ficticio