En la provincia de Kasai de la República Democrática del Congo, Médicos sin Fronteras (MSF) envía equipos móviles todoterrenos a las zonas rurales para llegar a las poblaciones más remotas e inaccesibles. Una vez allí, el objetivo es restablecer la funcionalidad del sistema de salud que se ha visto muy afectado por la violencia ocurrida en el último año.
Los equipos se desplazan por unos pocos días a aldeas, a veces por primera vez, y tienen que tener autonomía para trabajar y vivir en zonas boscosas inhóspitas, para cruzar ríos, puentes rotos y complicados caminos de tierra. Hay que poder cortar árboles o reconstruir el camino de tierra para poder avanzar. Hay que llevar una “caja mágica” con un mínimo de comida y utensilios para sobrevivir hasta una semana y los elementos necesarios para dormir al aire libre si hace falta.
Para poder ofrecer consultas a poblaciones que a menudo no han recibido tratamiento médico adecuado en mucho tiempo se deben transportar kits básicos de malaria, desnutrición infantil, infecciones de la piel y diarreas, morbilidades todas ellas muy comunes.
MSF aspira a que los centros de salud vuelvan a funcionar pero muchos han sido saqueados o completamente destruidos así que hay que llevar desde medicamentos hasta papelería o sillas y mesas.
Pero lo más importante de todo, antes de salir, es que el esté en buen estado técnico y con los dos compartimentos del tanque bien cargados de combustible (160 litros). Se necesitan dos coches, por seguridad y capacidad. En uno se transportarán más materiales y en otro más pasajeros. En los vehículos, el logo de MSF tiene que ser bien visible, igual que en la indumentaria de los pasajeros.
Y una vez en marcha, el líder del equipo debe hacer contacto con un punto focal cada cierto tiempo. Ya estamos preparados. Comienza la intervención móvil.