La zona de Doolo, en la región Somalí, en el oeste del Etiopía, sufre una grave emergencia humanitaria, donde las tasas de desnutrición entre los niños se han multiplicado por diez con respecto a 2016.
«Las cifras de niños pequeños con desnutrición aguda severa en la zona de Dolo son las más altas jamás registradas en esta zona por nuestros equipos en los diez años que llevamos trabajando en la región”, sentencia Saskia van der Kam, nuestra asesora nutricional.
Hasta la fecha, la ayuda alimentaria actual es insuficiente para cubrir las necesidades de los afectados por la sequía.
En colaboración con las autoridades sanitarias etíopes, nuestros equipos han establecido 27 centros de alimentación terapéutica para pacientes externos y otros cuatro destinados a tratar a niños con desnutrición severa.
Desde enero de 2017, nuestros trabajadores en el país han tratado a 6.136 menores de 5 años por desnutrición aguda severa, lo que supone diez veces más que las cifras registradas en el mismo periodo en 2016, cuando trataron a 491 niños.
51 niños fallecieron en dos semanas
Solo en las dos primeras semanas de junio, 322 niños gravemente desnutridos tuvieron que ingresar en estos cuatro centros. Desgraciadamente y pese a todos nuestros esfuerzos, 51 murieron.
En total, en lo que va de junio, 67 menores han muerto a causa de la desnutrición, lo que «demuestra la gravedad de la situación», subraya Van der Kam. «Lo que estamos viendo es una emergencia humanitaria», alerta.
Y es que la situación actual es resultado de dos malas estaciones de lluvias que han provocado una sequía en la que muchos etíopes han perdido su ganado y se han visto forzados a abandonar su vida nómada tradicional. Ahora, se han instalado en campamentos informales donde no hay suficiente comida ni agua potable para sobrevivir.
«Nunca había visto una situación como ésta», reconoce Fardaussa, que ha llevado a su nieta de 3 años a uno de nuestros centros y ha visto cómo el ganado de la familia moría por la sequía. «Teníamos animales que nos daban todo lo que necesitábamos, ahora no tenemos nada y nuestros hijos enferman y mueren», lamenta.
Nuestra responsable de Apoyo en Emergencias, Karline Kleijer, describe ”comunidades enteras sin leche, ya que muchos de sus animales han muerto». «Sin sus animales, ya no tienen una fuente de ingresos o los medios para transportar alimentos y agua cuando se desplazan», precisa tras asegurar que «la gente llama a nuestras puertas suplicando por comida».
La comida se agota
Aunque quienes residen en los campamentos reciben ayuda alimentaria y el gobierno regional también suministra dos o tres comidas cocinadas en buena parte de estos emplazamientos, los suministros son insuficientes ante el gran número de desplazados. Se están agotando.
Kleijer ha indicado que «en la última semana de mayo, la distribución de comida cocinada se interrumpió y la distribución mensual de raciones de comida seca se retrasó, dejando a gran cantidad de personas sin nada que comer».
Peor lo más preocupante, reconoce, es que «el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha advertido de que su ayuda alimentaria de emergencia para la región Somalí se agotará para final de julio, lo que dejaría a 1,7 millones de personas incluso más vulnerables a la desnutrición».
Por ello, instamos a los donantes y otras organizaciones a que incrementen su apoyo a la región Somalí. Mientras, prevemos ampliar nuestra asistencia de emergencia a otras zonas, incluida Jarar y Nogob.
«Nuestros equipos trabajan con las autoridades sanitarias para llegar a tantos niños como sea posible para ofrecerles alimentación terapéutica para reducir la mortalidad de forma inmediata en lugar de ofrecer una atención integral a un pequeño número de niños», explica Kleijer. También subraya que nuestra organización no debería «tener que hacer esa elección».
«Hace falta más ayuda alimentaria y que más organizaciones humanitarias lleguen a esta región de forma urgente».