Desde marzo 2017, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha tratado a más de 300 bebés con desnutrición en Qayyara, una ciudad a unos 40 kilómetros al sur de Mosul. La mayoría de estos bebés tienen menos de seis meses y fueron llevados hasta las instalaciones de MSF por sus familias, que habían huido de la parte sitiada en el oeste de Mosul y de Shirqat.
Los bebés desarrollaron desnutrición como consecuencia de que sus madres no pudieran darles el pecho y de lo extremadamente caro que es conseguir leche de fórmula, tanto en las áreas sitiadas de Irak controladas por el Estado Islámico, como en los campos de desplazados donde están viviendo ahora. En algunos casos, las madres, que no lograban producir leche materna debido al trauma sufrido y a las condiciones de vida en Mosul, recurrieron a llenar los biberones de sus bebés con té negro o agua azucarada. Muchos de los bebés sufren también de otras enfermedades a causa de las duras condiciones en las que han tenido que pasar sus primeros meses de vida y por la falta de atención médica en Mosul.
En el Centro de Nutrición Terapéutica Intensiva de Médicos Sin Fronteras, los bebés son alimentados con leche terapéutica especialmente formulada para ayudarles a alcanzar un peso normal y reciben tratamiento para prevenir o curar co-infecciones (como diarrea e infecciones del tracto respiratorio), ya que la desnutrición hace que sus sistemas inmunológicos comiencen a fallar y eso hace que sean especialmente vulnerables a sufrir otras enfermedades.
«Muchas madres nos contaban que se habían visto obligadas a interrumpir la lactancia de sus hijos, así que hicimos numerosas estudios para tratar de conocer las razones por las cuáles esto estaba ocurriendo. Es cierto que los factores son varios, pero uno de los más comunes e importantes es el estrés psicológico. Muchas de las madres con las que hemos estado hablando se encuentran sometidas a una gran tensión. Las condiciones en las que han vivido durante los últimos años no han sido las más fáciles, luego se produjeron los combates, que en muchos casos llegaron hasta la misma puerta de sus casas, y, por último, el abandono forzado de sus hogares. Actualmente, la mayoría de estas mujeres se ven obligadas a vivir en campos de desplazados, por lo que su día a día es muy estresante y su futuro resulta muy incierto. Y puede sonar muy simple, pero cuando un bebé está desnutrido realmente tiene muchos problemas para lograr alimentarse de nuevo. Es como un círculo vicioso: sus intestinos dejan de funcionar adecuadamente y dejan de absorber los alimentos de forma apropiada, por lo que su situación no hace más que empeorar progresivamente. Nosotros les alimentamos con fórmulas terapéuticas especiales para ayudar a que esos órganos funcionen nuevamente; no es como la leche normal. Muchos de los bebés pueden desarrollar efectos secundarios mientras están en este proceso de recuperación, como por ejemplo diarrea y vómitos, ya que sus sistemas inmunológicos son aún muy débiles”, sostiene Megan Hock, coordinadora del Centro de Nutrición Terapéutica Intensiva de MSF.