En el noreste de Nigeria, la violencia y la inseguridad siguen forzando a la población a huir de sus hogares. Según relata nuestro equipo en la zona, nuevas oleadas de desplazados están llegando a aldeas y localidades remotas del estado de Borno. Además, desde Camerún, miles refugiados nigerianos están siendo obligados a regresar a su país de origen.
Desde enero, más de 11.300 personas han llegado a Pulka, cerca de la frontera con Camerún, lo que ha hecho que la población supere ya los 42.000 habitantes. El aumento, de más de un tercio, se traduce en un incremento de la presión sobre los ya de por sí sobrecargados recursos para asistir a los desplazados.
En Banki, otra localidad próxima a Camerún, MSF presenció cómo refugiados nigerianos que habían buscado protección eran devueltos a su país por el Ejército camerunés en varias ocasiones durante los últimos meses. «Llevábamos en Kolofata, Camerún, más de un año y un día decidieron enviarnos a todos a Nigeria sin explicación alguna. No les pedimos que nos retornaran a nuestro país: nos obligaron. No tuvimos elección», declaró un refugiado nigeriano en Banki. Pacientes de Pulka también han asegurado a los equipos de MSF que habían salido de Camerún por temor a ser obligados a dar marcha atrás.
Los desplazados siguen llegando diariamente a la aislada población de Rann. Esta localidad ha visto crecer su población en al menos 10.000 personas en los últimos tres meses. En Dikwa, en el noreste de Borno, más de 2.000 nuevos desplazados fueron registrados solo en las últimas dos semanas de marzo.
«Los desplazamientos y movimientos masivos de población continúan casi a diario a causa de los ataques de Boko Haram, las operaciones militares y la búsqueda de alimentos y servicios básicos», explica Himedan Mohamed, coordinador general de MSF en Nigeria.
La mayoría de los desplazados que llegan a las localidades más grandes de Pulka, Rann o Dikwa proceden de áreas inaccesibles para las organizaciones humanitarias. Son vulnerables, a menudo presentan mal estado de salud y dependen casi por completo de la ayuda. Además, carecen de medios para subsistir por sí mismos porque las restricciones de movimiento impuestas por el Ejército imposibilitan casi por completo las actividades agrícolas
«Los desplazados soportan necesidades de vivienda, comida y agua cada vez mayores. Si no damos respuesta a estas y la gente sigue llegando, la situación se deteriorará con mayor rapidez aún si cabe», explica Gabriel Sánchez, responsable de la unidad de emergencias de MSF.
Con la excepción de algunas localidades, la mayor parte de la zona rural oriental del estado de Borno sigue fuera del alcance de las organizaciones de asistencia debido a la inseguridad. Las agencias de ayuda humanitaria trabajan sobre todo en la capital, Maiduguri, y solo unas pocas son capaces de operar de manera continua en el este del estado, donde las necesidades son más acuciantes.
«La gente carece absolutamente de todo«, recalca Silas Adamou, coordinador de MSF en Rann. «Aquí viven con solo cinco litros de agua al día y para tener más se ven obligados a recogerla de los charcos».
MSF presta asistencia sanitaria a los desplazados por la violencia y a las comunidades de acogida en el noreste de Nigeria desde mediados de 2014. En la actualidad, la organización gestiona 12 centros médicos en ocho poblaciones de Borno: Maiduguri, Dikwa, Monguno, Damboa, Gwoza, Pulka, Ngala y Benisheikh. Los equipos de MSF también proporcionan atención periódica en otras cuatro localizaciones más. En otras zonas del país, como Zamfara, Port Harcourt y Jahun, MSF lleva a cabo proyectos de gran alcance en material de salud infantil y salud sexual y reproductiva y responde a emergencias médicas tales como brotes de meningitis y sarampión. En la segunda mitad de 2016, los equipos de MSF en Borno han realizado 175.877 consultas ambulatorias, vacunado a 146.650 niños contra el sarampión, asistidos 3.218 partos y distribuidos alimentos a 32.365 personas.