En los últimos meses, nuestros equipos han tratado a cada vez más migrantes y refugiados que dicen haber sido víctimas de una violencia cruel y un trato degradante presuntamente por parte de las autoridades húngaras en el límite entre Serbia e Hungría.
Desde enero de 2016 a febrero de 2017, hemos atendido a 106 personas con heridas supuestamente cometidas de manera intencional por las patrullas fronterizas de Hungría. En concreto, todos los casos que hemos tratado siguen un mismo patrón: heridas por golpes (54 casos), lesiones provocadas por mordeduras de perros (24 casos), irritaciones de gas y spray pimienta (15 casos) y otros tipos de lesiones (35 casos).
Estos abusos también afectan a los más vulnerables; los menores no acompañados. De 106 casos, 22 tienen menos de 18 años.
“Los migrantes y refugiados nos dicen que les golpean y obligan a tumbarse en el suelo mientras los oficiales de policía les pisotean con sus botas. Que a menudo les confiscan la ropa y los zapatos y que deben regresar a Serbia caminando descalzos en medio de la nieve y el frío. Las contusiones y otros síntomas que hemos visto y tratado concuerdan con el tipo de abusos que nos describen”, explica nuestro director general, Christopher Stokes, tras su reciente regreso de Serbia.
Violencia repetida y humillante
“Es un ritual de brutalidad que tiene lugar en la propia frontera de la UE orquestado paraimpedir que la crucen. Es simplemente inconcebible que esto suceda y los líderes de la UE miren hacia otro lado. Durante la reunión del Consejo Europeo del 9 de marzo -justo un año después del cierre oficial de la ruta de los Balcanes-, los líderes europeos deberían discutir si esta brutalidad cómo planean proteger sus fronteras”.
De acuerdo con los testimonios que hemos podidos recoger, se trata de una violencia esta violencia reiterada y cada vez más humillante. En la noche del 21 al 22 de febrero, casi 240 personas afirmaron haber sido expulsadas de Hungría. Un día después, nuestra clínica en Belgrado recibió a más de 20 personas tras haber sido golpeadas con dureza.
«Probablemente este hecho represente solo la punta del iceberg, ya que muchas de las personas que vemos en la frontera no acuden a recibir atención médica para sus lesiones por diferentes razones. Los voluntarios con los que trabajamos en la zona fronteriza nos comentan que ven numerosos casos similares a los nuestros», continúa Stokes.
Por ello, hacemos un llamamiento a las autoridades húngaras para que investiguen y tomen las medidas necesarias para poner fin a esta práctica brutal.
Además, instamos a las autoridades europeas y a las instituciones de la UE a que garanticen el pleno respeto del derecho a solicitar asilo y a que condenen enérgicamente cualquier forma de violencia y malos tratos en las fronteras. «Las vallas, las devoluciones y la disuasión no solo son actos crueles e inhumanos, sino también ineficaces. Y no impiden que la gente cruce. Pedimos de nuevo que se abran canales seguros y legales para quienes buscan protección en Europa», concluye Stokes.
Trabajamos en Serbia desde 2014 proveyendo asistencia médica y de salud mental, refugio y agua y saneamiento en los puntos de entrada del país. Desde enero de 2016, contamos en Belgrado con una clínica móvil que ofrece atención primaria y salud mental a aquellas personas varadas en asentamientos informales en el centro de la ciudad. En 2016, distribuimos artículos de primera necesidad y solicitamos acceso a la salud, refugio y protección para la población vulnerable en Serbia.