En 2015, más de mil habitantes de una zona remota de la República Democrática del Congo (RDC) fueron internados tras sufrir efectos tóxicos a causa de medicamentos falsificados o mal etiquetados, publica un artículo de The Lancet Global Health el pasado 17 de enero de 2017.
A finales de 2014, residentes del distrito de Ituri, cerca de la frontera de RDC con Uganda, comenzaron a llegar a centros de salud de la zona con síntomas como rigidez del cuello y contracciones musculares involuntarias. En agosto de 2015, más de mil pacientes habían sido internados en instalaciones sanitarias que gestionamos desde Médicos Sin Fronteras (MSF) y el Ministerio de Salud.
El personal de salud sospechó inicialmente que se trataba de un brote de meningitis. Sin embargo, investigaciones posteriores sugirieron que los síntomas fueron causados por pacientes que ingirieron una sustancia tóxica. Después de analizar muestras de medicamentos prescritos frecuentemente en la zona, la toxina fue rastreada hasta llegar a identificar comprimidos vendidos localmente como diazepam pero que en realidad contenían haloperidol: un fármaco antipsicótico empleado en el tratamiento de la esquizofrenia.
“El diazepam se usa generalmente para tratar una serie de patologías, incluyendo ansiedad y convulsiones, pero en la región de Ituri, su uso está aún más extendido. Con mucha frecuencia, los pacientes reciben este fármaco para tratar una amplia gama de enfermedades, desde trastornos del sueño a dolores de cabeza e incluso malaria», explica Nicolas Peyraud, pediatra de MSF.
Es conocido que el haloperidol causa reacciones distónicas (trastornos del movimiento que causan contracciones involuntarias de los músculos) graves. «Aunque estas contracciones musculares del rostro, los ojos, la lengua, el cuello o los brazos rara vez suponen un riesgo para la vida, a menudo causan angustia, pánico y vergüenza para los pacientes», afirma el Dr. Peyraud.
¿Una falsificación intencionada?
Desde Médicos Sin Fronteras avisamos de inmediato al Ministerio de Salud congoleño y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que emitió una alerta para identificar los productos sospechosos.
Se está llevando a cabo una investigación sobre cómo llegaron a estar disponibles en el mercado medicamentos etiquetados erróneamente. La investigación es compleja y es probable que incluya fármacos que han sido falsificados intencionalmente y medicamentos de calidad inferior.
La existencia de medicamentos deficientes daña tanto a pacientes individuales como a sistemas de salud en su conjunto. Débiles sistemas de regulación de los medicamentos, combinados con sanciones inadecuadas, corrupción y fronteras porosas, exponen a especialmente a comunidades pobres, extremadamente vulnerables, a fármacos tóxicos y de mala calidad.
«Medicamentos de mala calidad niegan todos los avances modernos en farmacia y salud pública», denuncia el Dr. Peyraud. «Este brote de toxicidad grave a partir de fármacos falsificados debe suponer una llamada de atención para la comunidad mundial de salud pública para garantizar que todos los pacientes, especialmente aquellos que viven en comunidades vulnerables, se benefician de una prescripción acertada y de un acceso a medicamentos de buena calidad», concluye el Dr. Peyraud.
Más información en el artículo de The Lancet.