La clínica Al Marj es una de las instalaciones médicas más importantes que apoyamos en Guta oriental, un área de ciudades asediadas cerca de Damasco, en Siria. Tras haber sufrido una serie de tragedias, el doctor Abu Yasser*, médico y director del departamento médico de la clínica, describe el desafío más reciente al que se enfrentan: la falta de ambulancias.
Al igual que sus compañeros, el doctor Abu Yasser no pierde ni la esperanza ni el empeño por asistir a los heridos de guerra. Los bombardeos a hospitales y ambulancias, la intensificación de la violencia y el asedio hacen que vivan en un infierno diario. Solo con el sonido de los aviones, el miedo se dispara. Su testimonio es una prueba más del terror:
“El 5 de diciembre, un bombardeo impactó cerca de nuestra clínica y destruyó nuestras dos ambulancias y otros dos vehículos del hospital. Es terrible, ahora nos preocupa qué haremos si llegan heridos; ya no podemos referirlos a ningún otro lugar.
Geográficamente, Marj está bastante aislada. En esta población de agricultores, comen lo que siembran y la pobreza es un gran problema. Desatendida por la mayoría de la ayuda médica y humanitaria, esta área es un lugar comúnmente excluido incluso cuando los convoyes internacionales tienen permiso para entrar en Guta oriental.»
Cada minuto cuenta
«Cuando hay emergencias importantes, referimos a los pacientes a un centro médico a unos 12 ó 15 kilómetros de distancia con capacidad para manejar ese tipo de casos. Ahora, sin ambulancias, nos preocupa que lleguen personas con heridas graves porque cada minuto cuenta. Si los pacientes no se transportan cuidadosa y adecuadamente, corren mucho riesgo. Necesitamos ambulancias, por lo que hemos hablado con organizaciones locales a la espera de que puedan ayudarnos a conseguir una.»
Agujeros en las paredes y en el techo
«Trabajo en la clínica de Marj desde que comenzó la guerra. Para cubrir 23 municipios del área, formamos un comité de médicos. Al principio, trabajábamos en el hospital gubernamental, pero las autoridades decidieron irse y llevarse al personal. Con el tiempo, logramos abrir esta clínica, todavía en funcionamiento. En los últimos años, ha sido atacada varias veces -incluso puede que sea una de las más golpeadas-. Hay agujeros en las paredes y en el techo; normalmente operamos en el sótano.»
Una de nuestras mayores pérdidas
«Hace unos dos años, el director de la clínica y un colega fueron asesinados. Estaban durmiendo cerca de la entrada cuando bombardearon la clínica. Fue una de nuestras pérdidas más grandes, ese doctor era alguien fuera de lo común: estaba especializado en urgencias y cirugías complicadas.
En dos años perdimos a siete integrantes de nuestro equipo: dos médicos, un integrante del equipo de limpieza, al jefe de capacitación y a tres enfermeras. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, seguimos trabajando. Es fundamental que sigamos proporcionando atención médica a estas personas.
A mediados de 2015, sucedió otra tragedia. Una noche, una bomba lanzada desde un helicóptero alcanzó la clínica y destruyó las ambulancias, la farmacia y la unidad de quemados. Reconstruimos la clínica gracias al apoyo de las organizaciones locales y de Médicos Sin Fronteras (MSF). La clínica tiene ahora capacidad para hacer radiografías, un laboratorio, un quirófano, una maternidad, y solía tener ambulancias disponibles las 24 horas del día.»
Intensificación de la violencia
«El mes pasado, la violencia se intensificó de nuevo. Las áreas que se consideraban ‘seguras’ y que albergaban a personas desplazadas han sido bombardeadas. Ayer llegó una familia. La madre y la tía se encuentran en la unidad de cuidados intensivos (UCI), y los dos niños murieron. Un objeto atravesó la cabeza de la niña y no pudimos hacer nada. Murió esta mañana.
Los casos son difíciles de manejar por diversos motivos. Se necesita más apoyo psicológico para el personal médico, pero especialmente para las familias que están traumatizadas. Recuerdo a una chica que murió debido a la gran pérdida de sangre que sufrió. Su hermana estaba cerca de ella y no terminaba de comprender que estaba muerta. Los niños tienen ataques nerviosos cuando escuchan a los aviones en el cielo. No puedo ni comenzar a imaginar la cantidad de apoyo psicológico que los niños, los adultos y los médicos necesitarán después de todo esto.»
Escondiéndose en el baño
«Todo el equipo está aterrorizado por los aviones y los bombardeos aéreos. Seguimos recordando a quienes han muerto y nos preguntamos si nosotros seremos los siguientes. Algunas veces, he pasado una hora escondiéndome en el pasillo de un baño hasta que terminan los bombardeos.
Pero a pesar del miedo, hay perseverancia. Una vez, nos reunimos con el personal y les dijimos que estaba bien si querían dejar de trabajar y que podíamos proporcionarles vacaciones remuneradas. Nadie aceptó. Me sorprendió totalmente. Todos queríamos seguir trabajando a pesar del peligro.»
«Estas personas que han presenciado cosas horribles, que han sobrevivido a bombardeos y masacres, quisieron continuar trabajando porque la mayoría de ellos viven en esta área. Sus familias están aquí y ellos entienden la importancia de proporcionar asistencia médica a la población.»
Esperanza en medio del miedo
«Aún tenemos esperanza; siempre hay esperanza. Pero, desafortunadamente, la situación en el terreno no presagia un final positivo. Por ahora, lo importante es seguir proporcionando atención médica a las personas. Esto debe continuar, y nosotros nos esforzamos lo máximo posible.»
Desde enero de 2015, apoyamos la clínica de Al Maraj, una zona rural sitiada en Guta oriental, cerca de Damasco. El apoyo se ha centrado en asesoría técnica, suministros médicos y ayuda financiera y material para la reconstrucción de la clínica, cuando fue destruida a mediados de 2015.
De media, la clínica Al Marj realiza cerca de 500 consultas mensuales en la sala de urgencias. También proporciona servicios de maternidad y consultas ambulatorias a una población de 15.000 personas. En noviembre, la sala de urgencias de la clínica atendió a 203 heridos de guerra, 44 heridos y 211 casos urgentes más.
Gestionamos seis instalaciones médicas en el norte de Siria, apoyamos a más de 70 centros de salud y hospitales en el país, y proporcionamos donaciones médicas de urgencia a una red de alrededor de 80 instalaciones médicas más. En las instalaciones que apoyamos no hay integrantes de nuestro personal.
*El nombre fue cambiado por cuestiones de seguridad, a petición del médico.