Récord histórico mundial de refugiados
2015 marcó un triste récord: alcanzamos la cifra más alta de personas desplazadas y refugiadas desde la Segunda Guerra Mundial. Casi 60 millones de personas tuvieron que escapar de sus hogares huyendo de la violencia y la guerra, según datos de Naciones Unidas. Algunos son desplazados internos dentro de su propio país, y otros han cruzado las fronteras para convertirse en refugiados.
El concepto de refugiado puede desaparecer
El 2016 nos enfrenta a un panorama aún peor. El acuerdo UE-Turquía sienta un peligroso precedente para otros países que acogen a refugiados y envía el mensaje de que atender a quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares es opcional y de que el asilo se puede negociar. Si otros países lo replican, el concepto de “refugiado” dejará de existir. Las personas se quedarán atrapadas en zonas en guerra sin poder huir para salvar su vida y las de sus familias, sin otra opción que quedarse y morir.
Sin ir más lejos, el mes pasado, el Gobierno de Kenia mencionó la política migratoria europea para justificar su decisión de cerrar el mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab, y enviar a los refugiados de vuelta a Somalia. El acuerdo tampoco alentará precisamente a los países vecinos de Siria –que ya acogen a millones de refugiados– a mantener sus fronteras abiertas.
Médicos Sin Fronteras asiste a refugiados
Como organización médico humanitaria trabajamos para paliar las consecuencias en la salud que tienen las condiciones de hacinamiento en las que los refugiados se ven forzados a vivir. Por ejemplo nos hacemos cargo de la potabilización o distribución de agua, de la construcción de letrinas o del reparto de artículos de primera necesidad (kits de higiene personal, de cocina, de abrigo, de refugio, etc.). También son esenciales las campañas de vacunación contra las enfermedades que mayor riesgo presentan para estas poblaciones, como el sarampión, las diarreas o la neumonía.
En la actualidad, damos asistencia urgente a poblaciones desplazadas y refugiadas en Siria y sus países vecinos (Jordania, Turquía, Líbano, Irak), Sudán, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Nigeria, Chad, Camerún, Etiopía, Kenia, Myanmar, Pakistán, Yemen, Colombia, o a lo largo de la ruta de los refugiados por el Mediterráneo y Europa.
A lo largo de nuestra historia, hemos trabajado en numerosas crisis de movimiento de población. Nuestra primera intervención tuvo lugar en Vietnam en 1975, con los refugiados camboyanos que huían de la violencia de los jemeres rojos. En 1979, ya eran muchas las emergencias de este tipo a las que estábamos respondiendo: en la región de Ogadén (disputada por Etiopía y Somalia), en Tailandia (de nuevo con refugiados camboyanos) y en Sudán (con refugiados de Eritrea). En las últimas décadas, hemos asistido a los desplazados y refugiados de los principales conflictos armados.
Vías seguras
La única manera de salvar vidas y aliviar el sufrimiento de estas personas es que se les proporcionen vías seguras mediante la provisión rápida de canales seguros y legales para las personas que buscan asilo, así como la creación de vías legales de migración que hagan un uso más amplio de esquemas legales de ingreso, como por ejemplo: la reunificación de familias, las visas humanitarias, los requisitos de visado simplificados, el reasentamiento y la reubicación.