Mientras continúa el desalojo del campamento de Idomeni, Médicos Sin Fronteras (MSF) denuncia el desplazamiento forzoso de miles de refugiados, la falta de información facilitada sobre sus destinos y las restricciones impuestas a la ayuda humanitaria durante este proceso. MSF pide a las autoridades griegas que garanticen la asistencia adecuada y continua tanto durante el proceso de traslado de los campamentos informales como en las nuevas ubicaciones.
«Los residentes de Idomeni no están siendo informados de dónde van y esto resulta inaceptable. Deben tener la capacidad de tomar decisiones y para ello deben recibir información precisa«, afirma Michele Telaro, coordinador de MSF en Idomeni. «Venían huyendo de los conflictos y de la violencia y han pasado más de dos meses en condiciones inaceptables en Idomeni. La alternativa a lo inhumano no debería ser lo desconocido y lo incierto«.
Los equipos de MSF han visto a muchos pacientes con crisis de ansiedad a quienes se ha pedido que dejaran el campamento y a los que no se les ha facilitado información clara sobre su destino: «Nuestra enfermera informó que la mayoría de las personas a las que atendió en la clínica el primer día del desalojo rompieron a llorar cuando hablaron con ella. Le preguntaban a dónde irían y si habría médicos allí. Nuestra compañera no sabía qué decirles porque realmente no sabemos si una atención sanitaria, continuada y adecuada, estará asegurada en los centros de destino”, añade Telaro.
Médicos de MSF atienden en Idomeni a pacientes con enfermedades crónicas como diabetes y epilepsia que requieren tratamiento continuo. Estas personas están preocupadas por el riesgo de interrupción del tratamiento y por la incertidumbre sobre los servicios médicos con los que contarán cuando sean trasladados a los nuevos centros.
Los equipos de MSF han tenido dificultades para derivar a los pacientes al hospital. La causa es que quienes salen del campo no tienen permiso para regresar al mismo y el traslado al hospital podría suponer separarlos de sus familias. Por otra parte y desde que se iniciara el proceso de desalojo, el 24 de mayo, se ha restringido el acceso al campamento a MSF y a otras ONG. Desde esa fecha solo se permite la entrada a Idomeni a un número reducido de personal. Al mismo tiempo, los voluntarios han sido completamente expulsados del campamento. En estas condiciones, servicios básicos como el saneamiento y la distribución de los alimentos se ven afectados y su disponibilidad no está asegurada.
«Seamos claros, esto no puede ser considerado una reubicación voluntaria ya que estas personas no tenían otra opción, carecían de información adecuada y la asistencia en el campo fue drásticamente reducida«, declara Loïc Jaeger, coordinador general de MSF en Grecia. «Es inaceptable obligar a este traslado a los desesperados y resignados habitantes de Idomeni. Nos gustaría decirles que podrán reunirse con sus familias en Europa, que van a tener acceso a la protección adecuada, pero no podemos. Ni siquiera podemos darles garantías sobre las condiciones que encontrarán en los nuevos campos«.
«Trasladar a los refugiados de los campamentos informales a campos formales no es la solución. En Europa, en el año 2016, los refugiados no deberían estar viviendo en tiendas de campaña. Estas personas tienen derecho a que sus peticiones de asilo sean escuchadas y a que se les facilite viviendas para que puedan reiniciar sus vidas en condiciones de seguridad «, concluye Jaeger.
Desde el inicio de su intervención en Idomeni, en abril de 2015, los equipos de MSF han realizado más de 38.000 consultas médicas. MSF ha desplegado en el campamento a 260 personas y ha distribuido artículos de primera necesidad y proporcionando refugio, agua y saneamiento.