A los Gobiernos e instituciones europeas:
Les dirigimos esta carta hoy para expresar nuestra profunda preocupación: al firmar el acuerdo UE-Turquía, han dado la espalda a miles personas que huyen de la guerra, la opresión y la desesperación.
En la práctica, este pacto externaliza a Turquía la asistencia a estas personas a cambio de, entre otras concesiones, un paquete de ayuda económica de miles de millones de euros. En la era del mayor desplazamiento de personas que ha visto la humanidad en décadas, esta es una abdicación histórica de sus responsabilidades morales y legales.
Llevamos años tratando a las víctimas de un enfoque migratorio de Europa basado en la disuasión, en lo que se ha convertido en una grave crisis humanitaria en suelo europeo. Hemos tenido que atender fracturas de huesos causadas por agentes de policía, tratar a niños con heridas en la cabeza por disparos de balas de goma y enjuagar los ojos a bebés rociados con gases lacrimógenos. En lugar de centrarse en mitigar la crisis, la UE y sus Estados miembros han decidido, simplemente, desentenderse y endosársela a otros.
Este acuerdo pone en peligro el derecho de asilo que tienen todas las personas y viola la obligación de los Estados de ayudar a cada hombre, mujer o niño que pida protección. Empujar a la gente de vuelta al último país de tránsito convierte el asilo en una moneda de cambio política para mantener a los refugiados tan lejos de las fronteras y de los votantes europeos como sea posible. Hoy en día, no queda prácticamente opción alguna para que las personas puedan llegar con seguridad a las costas de Europa para solicitar asilo.
A cambio, han prometido “ayuda humanitaria y al desarrollo” para satisfacer las necesidades de los refugiados sirios y han presentado estas partidas como una medida para aliviar el sufrimiento humano. Sin embargo, esta ayuda se condiciona ahora a deslocalizar el sufrimiento, a enviarlo fuera de sus costas, traicionando el principio humanitario de proporcionar ayuda en función únicamente de las necesidades. Al ofrecer Europa miles de millones de euros para atender fuera de la vista a las personas en Turquía, las organizaciones de ayuda pueden verse atrapadas en un terrible dilema: ¿deben brindar asistencia a quienes la necesitan desesperadamente y quedar así al servicio de la misma política antihumanitaria que ha creado esas necesidades y que tiene como objetivo final el control de fronteras?
Sin duda, hay carencias y necesidades en Turquía, un país que ya se enfrenta al reto de ofrecer una protección efectiva a casi tres millones de refugiados dentro de sus fronteras, pero les pedimos que separen la ayuda humanitaria de los acuerdos políticos.
Con este acuerdo se corre el riesgo de enviar un mensaje preocupante al resto del mundo: los países pueden comprar una vía de escape para no facilitar asilo. Si otros países lo replican, el concepto de “refugiado” dejará de existir.
Las personas se quedarán atrapadas en zonas en guerra sin poder huir para salvar la vida, sin otra opción que quedarse y morir. El reciente bombardeo de un campo de desplazados cerca de Idlib en el que murieron al menos 28 personas muestra que el concepto de «zonas seguras» en Siria no es viable.
Mientras tanto, la bienvenida oficial brindada por Europa a las personas atrapadas en Grecia es vergonzosa. En los campos de las islas griegas apenas hay garantías. Las mujeres tienen miedo de ir al baño cuando cae la noche, las madres suplican leche de fórmula para alimentar a sus bebés, y hombres de todas las edades pierden su dignidad luchando por restos de comida o por quién es el siguiente en la fila.
Estados de Europa: hay gente que necesita su ayuda y protección, no solo su dinero. ¿Tanto tiempo ha pasado desde la Segunda Guerra Mundial que ya han olvidado que la huida de la violencia y de la persecución cuando no hay otra opción es una de las necesidades humanas más básicas?
Comprendemos que afrontar los enormes retos de la crisis mundial de desplazamiento se ha convertido en un asunto político controvertido, pero para nosotros es ante todo una cuestión de humanidad, y también debería serlo para ustedes.
Muchos de sus ciudadanos han reaccionado ante este reto ofreciéndose como voluntarios para ayudar a los demás. Sin embargo, su liderazgo como dirigentes se ha quedado atrás por miedo a las posibles consecuencias políticas. Les pedimos a ustedes, líderes de Europa, que asuman este desafío: empleen los importantes recursos con los que cuentan para dar la bienvenida y procurar protección a quienes necesitan su ayuda.
Dra. Joanne Liu, presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras.