El año pasado, 75 hospitales gestionados o apoyados por la organización médico-humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) fueron bombardeados. Esto fue una violación a las reglas más fundamentales de la guerra que brindan status de protección a los centros médicos y a sus pacientes, independientemente si se trata de civiles o de combatientes heridos. Además de los hospitales, los civiles están resultando heridos y asesinados por la guerra indiscriminada que ocurre en Siria, Yemen, Sudán del Sur, Afganistán y en otros sitios también.
Al mismo tiempo, el trato hacia los refugiados y los migrantes en Europa y más allá ha demostrado una sorprendente falta de humanidad. Nunca ha sido más necesaria una cumbre humanitaria donde las agencias de Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales se reúnen para discutir estos asuntos urgentes. Con lo cual, la Cumbre Humanitaria Mundial (WHS por sus siglas en inglés) que se realiza este mes podría haber sido una oportunidad perfecta para ello.
MSF ha estado involucrada de manera significativa en el proceso de la Cumbre durante los últimos 18 meses, incluyendo la preparación de notas informativas sobre diversos temas –una muestra de nuestra voluntad de estar implicados. El WHS ha hecho un trabajo admirable al abrir un sector humanitario a un grupo mucho más amplio de actores, liderando un proceso inclusivo.
Sin embargo, con pesar, hemos tomado la decisión de no participar de la Cumbre. Ya no tenemos ninguna esperanza de que el WHS vaya a abordar las debilidades en la acción humanitaria y en la respuesta de emergencia, en particular en las zonas de conflicto o en situaciones de crisis epidémicas. En su lugar, el enfoque de la WHS parecería ser una incorporación de la asistencia humanitaria en una agenda más amplia de desarrollo y resiliencia. Además, la Cumbre se niega a reforzar las obligaciones de los Estados de mantener e implementar las leyes humanitarias y de refugiados que han firmado.
Si estas sorprendentes violaciones de las leyes humanitarias internacionales y de los derechos de refugiados continúan de forma diaria, los participantes de la Cumbre serán presionados para llegar a un consenso indeterminado, a buenas intenciones para “mantener las normas” y a finalizar las necesidades. La Cumbre se convierte en una serie de declaraciones de buenas intenciones, donde se ignoran estas violaciones sistemáticas, predominantemente de los Estados.
A los participantes de la Cumbre, ya sea a los Estados, a las agencias de Naciones Unidas o a las organizaciones no gubernamentales, se les pedirá declarar nuevos y ambiciosos «compromisos». Sin embargo, al ubicar a los Estados en el mismo nivel que las organizaciones no gubernamentales y agencias de Naciones Unidas, que no tienen tales poderes u obligaciones, la Cumbre minimizará la responsabilidad de los Estados. Además, el carácter no obligatorio de los compromisos significa que muy pocos actores firmarán cualquier compromiso que no hayan acordado previamente.
Esperábamos que la Cumbre Humanitaria Mundial avanzase en estas cuestiones vitales de acceso y protección, reforzando el rol de la ayuda humanitaria independiente e imparcial, y poniendo una atención especial en la necesidad de mejorar la respuesta a emergencias. Desafortunadamente ha fallado en esto, enfocándose en cambio en sus ambiciones de “practicar la ayuda de forma diferente”, y “poner fin a las necesidades”: palabras que suenan muy bien, pero que amenazan con diluir la atención humanitaria a favor de agendas más amplias de desarrollo, construcción de la paz y asuntos políticos.
Ya no podemos ver cómo la Cumbre Humanitaria Mundial ayudará al sector humanitario a hacer frente a las masivas necesidades causadas por la continua violencia contra pacientes y personal médico en Siria, Yemen y Sudán del Sur; por el bloqueo en las fronteras de Jordania, Turquía y Macedonia de civiles que están huyendo; por el tratamiento inhumano que reciben refugiados y migrantes mientras buscan desesperadamente un lugar seguro en Grecia y Australia; por los graves vacíos que enfrentamos durante la respuesta a la epidemia de Ébola, repetidos nuevamente, aunque en una escala menor, en la actual epidemia de fiebre amarilla en Angola; por las severas restricciones establecidas por ciertos Estados al acceso humanitario, que niegan a las personas servicios básicos; y por la continuada falta de movilización efectiva para hacer frente a los recurrentes brotes de enfermedades en la República Democrática del Congo. En todas estas situaciones, las responsabilidades de los Estados en su creación, y la capacidad disminuida del sistema humanitario para responder, causando aún más sufrimiento y muertes, permanecerán sin ser abordadas.
Por todas estas razones, y con considerable decepción, MSF ha decidido no participar de la Cumbre Humanitaria Mundial.