Dos años después de la aprobación para su empleo condicionado de dos nuevos fármacos para tratar la tuberculosis, el primer avance en el tratamiento en más de 50 años, sólo el 2% de las 150.000 personas que los requieren han podido acceder a los mismos.
Médicos Sin Fronteras (MSF) y otras instituciones que brindan tratamiento contra la enfermedad observan que regímenes de tratamiento reforzados que contienen uno de los nuevos fármacos, como la bedaquilina (comercializado por Johnson & Johnson) o delamanida (comercializado por Otsuka), junto con fármacos ‘reposicionados’ – medicamentos ya conocidos que no habían sido desarrollados específicamente para la tuberculosis pero que han demostrado eficacia en el tratamiento de la misma – pueden mejorar la salud de los pacientes de tuberculosis multirresistente (TB-MDR). MSF destaca la necesidad urgente de aumentar el acceso de las personas a estos tratamientos más efectivos, haciéndolos asequibles y disponibles.
«El potencial de estos nuevos medicamentos se traduce en que estamos viendo a personas con tuberculosis extremadamente resistente salir por su propio pie del hospital cuando de otra manera habrían muerto», explica el Dr. Yoseph Tassew, coordinador médico de MSF para Rusia.
«Es frustrante que después de medio siglo y cuando por fin tenemos nuevos medicamentos que pueden salvar las vidas de los pacientes más enfermos, no podamos ofrecer esta esperanza a todas las personas que podrían beneficiarse inmediatamente de ellos.
MSF es la única organización médica capaz de ofrecer tratamiento con delamanida a enfermos en Rusia; siete pacientes están en tratamiento en estos momentos. Es vital que las compañías farmacéuticas y los países trabajen para asegurar que un gran número de enfermos puedan tener acceso y beneficiarse de estos medicamentos”.
En los proyectos de MSF en Rusia y Armenia, el 75% y el 80% de los pacientes respectivamente, que siguen un régimen de tratamiento reforzado con bedaquilina no tenían signos de tuberculosis en los cultivos seis meses después de iniciar el tratamiento. Esto muestra que más pacientes pueden completar con éxito el tratamiento que con los regímenes actuales que sólo funcionan con un 50% de las personas con TB-MDR.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el empleo de estos fármacos. Para incrementar el acceso a los mismos, Janssen y Otuska deben priorizar el registro de los medicamentos en los países con una alta prevalencia de tuberculosis de forma que los fármacos se puedan utilizar fácilmente. Además, las compañías farmacéuticas deben ofrecer unos precios asequibles a todos los países en desarrollo con altas cargas de tuberculosis. Los países deben incluir urgentemente los dos nuevos medicamentos en sus guías de tratamiento y levantar de forma temporal las restricciones sobre las importaciones hasta que los fármacos sean registrados.
“MSF brinda tratamiento a algunos afortunados pacientes en Sudáfrica y en otros países para que reciban regímenes de tratamientos reforzados que incluyan bedaquilina y delamanida”, explica Jennifer Hughes, doctora de MSF en Sudáfrica. “Sudáfrica ha sido líder en el acceso a nuevos medicamentos para personas con tuberculosis resistente a los medicamentos (TB-DR). Así, más de 1.750 pacientes han recibido tratamiento con bedaquilina desde 2013 en Sudáfrica. Solo algunas organizaciones, entre ellas MSF, proporcionan delamanida como uso compasivo a algunos pacientes con TB-DR y que tienen muy pocas opciones de tratamiento. Sin embargo, la delamanida no estará ampliamente disponible en el país hasta que pase el proceso de registro. A pesar del progreso y de que es probable que los pacientes con TB-DR puedan beneficiarse de mejores tratamientos, el acceso a nuevos fármacos a gran escala no está ni mucho menos cercano”.
MSF publica la cuarta edición del informe ‘Medicamentos para la tuberculosis resistente: bajo el microscopio’ un estudio que analiza las barreras y los factores que condicionan el acceso a los regímenes de tratamiento para la tuberculosis resistente. El informe revela que los regímenes preferidos para el tratamiento de TB-DR cuestan entre 1.800 y 4.600 dólares (1.600 y 4.000 euros) por persona y curso de tratamiento, sin incluir los nuevos medicamentos para la tuberculosis o los fármacos reposicionados que pueden incrementar drásticamente su eficacia. Esto representa una rebaja importante del precio desde el primer informe de 2011, cuando el coste de los mismos regímenes oscilaba entre los 4.400 a 9.000 dólares por persona. Sin embargo, si se añadiesen los nuevos medicamentos y los llamados reposicionados que podrían hacer el tratamiento mucho más tolerable y aumentar las tasas de éxito, el precio aumentaría.
Otsuka ha fijado el precio de un tratamiento completo de delamanida en 1.700 dólares por persona para los países en desarrollo. Mientras que una parte de los pacientes en los países sin recursos reciben bedaquilina a través del programa de donaciones que Johnson & Johnson ha puesto en marcha, otros países pueden tener que pagar más de 3.000 dólares (2.600 euros) por ciclo de tratamiento; ese es el precio fijado para los países de ingresos medios que quedan fuera del alcance del programa de donaciones.
“La tuberculosis es curable, sin embargo, en este momento se trata de la enfermedad infecciosa que mata a más gente en el mundo” afirma la doctora Grania Brigden, asesora de tuberculosis de la Campaña de Acceso a medicamentos de MSF. “Necesitamos desesperadamente un tratamiento tolerable para los pacientes, que cure a más personas y que sea más accesible y asequible. De otra forma, solo estaremos, como de costumbre, ante otro negocio mortal”.