En 2005, una innovadora estrategia basada en sacar fuera del hospital el tratamiento de la desnutrición aguda severa se amplió de forma masiva por primera vez, llegando a un número récord de niños. Diez años después, a la lucha contra la desnutrición se unen estrategias para atajar otras enfermedades también letales en Níger, con una visión de salud pública.
Rahi Harouma tiene 40 años y vive en Keleme, una pequeña aldea de Bouza, en el sur de Níger. Es el mes de noviembre y la familia ya ha recogido toda la cosecha. “Este año la cantidad de cosecha ha sido normal”, explica Rahi sentada en el patio de su casa, mientras sus hijas mayores trituran un poco el grano para preparar la comida.
Esta es la cosecha más importante del año y la mayoría de las familias en Níger dependen de ella para sobrevivir. Las crisis nutricionales son recurrentes en el país, especialmente entre los meses de junio a octubre, cuando las reservas de alimentos empiezan a agotarse a la espera de recoger la siguiente cosecha. Los niños más pequeños son los primeros en sufrir las consecuencias.
El marido de Rahi es agricultor y ambos viven con sus seis hijos, el más pequeño Adbousidi, de seis meses. “Con Adbousidi todo es más fácil. Lo llevo al centro de salud para que crezca sano”, dice Rahi. El puesto de salud de Keleme, en una de las seis estructuras de salud de la zona de Tama, donde Médicos Sin Fronteras (MSF) ha puesto en marcha un proyecto para el tratamiento y la prevención de las principales causas de mortalidad infantil, entre ellas la desnutrición.
Una vez al mes, Rahi lleva al bebé al puesto de salud para su visita de control. Allí el agente de salud controla que la evolución del niño sea la correcta, le administra las vacunas necesarias y a partir de los seis meses y hasta que cumpla dos años, le da unos pequeños saquitos de alimentos preparados, debe tomar uno cada día. Es un pequeño aporte extra nutricional que pretende evitar que el niño sufra desnutrición.
“Ahora mismo hay alrededor de 3.200 niños en el programa, prácticamente toda la población menor de 24 meses de la zona”
explica Emmanuel Goumou, responsable del programa de MSF. “En breve, el programa PPCSI [paquete preventivo y curativo de cuidados integrales por sus siglas en francés], pretende dar una atención sanitaria global para todos estos niños”.
Una década de evolución en la lucha contra la desnutrición
El PPCSI arrancó el pasado mes de marzo –cuando se cumplían 10 años de la grave crisis nutricional que sufrió Níger en 2005– y es un ejemplo más de cómo ha evolucionado la lucha contra la desnutrición en la última década.
Nines Lima, actual referente de Malaria de MSF, era entonces coordinadora médica en el país. “La magnitud de la emergencia era enorme y MSF trabajaba en las zonas más afectadas. Yo, en Ouallam, en Tillabéri, donde el número de niños desnutridos justificó nuestra intervención hasta diciembre. Luego nos fuimos a Madaoua y Bouza, en la región de Tahoua, donde había muchos casos de desnutrición y no había nadie que pudiera cubrir las necesidades, y donde todavía seguimos trabajando”, explica.
En 2005, los alimentos terapéuticos preparados (RUTF por sus siglas en inglés), que permiten tratar en casa la desnutrición aguda severa sin complicaciones médicas, se usaron por primera vez masivamente y como resultado, más de 69.000 niños recibieron tratamiento. “Me impresionaron los centros de nutrición intensiva que visité en Zinder, donde ingresaban los niños desnutridos con complicaciones, porque había muchísimos, más de 600 en dos centros; era como un poblado de niños desnutridos”, recuerda Nines.
Desde el año 2005, gracias a diversas innovaciones médicas y nutricionales, así como a las nuevas políticas sanitarias de Níger, el número de niños con desnutrición aguda severa tratados en el país no ha parado de crecer; en 2014, más de 360.000. Esta elevada cifra no indica necesariamente que haya más niños desnutridos sino que la cobertura nacional ha mejorado; en 2013 había más de 800 estructuras donde se trataba la desnutrición en Níger. Además, la adopción de las nuevas medidas antropométricas para definir desnutrición, más inclusivas, han llevado a un aumento automático del número de niños considerados desnutridos. También ha habido importantes avances a la hora de abordar las principales enfermedades infantiles, como la malaria que afecta a estos niños desnutridos de una manera muy agresiva.
Nines volvió a Níger el año pasado. “El gran avance de los últimos años en malaria ha sido la implementación de la quimioprevención de la malaria estacional, que consiste en dar un tratamiento preventivo a los niños entre 3 meses y 5 años durante los meses de mayor incidencia de la enfermedad”, explica Nines y añade: “Además, hemos trabajado para que la malaria simple pueda ser diagnosticada y tratada a nivel comunitario por personal con una mínima formación, mejorando el acceso e impidiendo que evolucione a malaria severa”.
El niño en el centro
Las autoridades sanitarias en Níger también han trabajado en el mismo sentido: formando agentes de salud para que pueden tratar las principales causas de mortalidad en el país: malaria, neumonía, diarrea y desnutrición. Esta estrategia pretende aliviar uno de los principales problemas de sistema de salud nigerino: la falta de médicos y enfermeros, sobre todo en las zonas rurales.
“La desnutrición sigue siendo una realidad en Níger y debe tratarse con una visión de salud pública”, afirma Luis Encinas, responsable de los proyectos de MSF en Níger. “Para combatirla hay que trabajar en un conjunto de medidas básicas de salud dirigidas a los niños más pequeños, como estamos haciendo ahora en Tama con el PPCSI, para ayudar a los niños a crecer sanos”.
Lecciones aprendidas en esta década
1) La desnutrición aguda severa pueda tratarse de forma masiva.
Hasta el año 2005, el niño era sistemáticamente ingresado para recibir tratamiento durante un mes. La introducción de los alimentos terapéuticos preparados simplificó el tratamiento y permitió que fuera domiciliario. En 2005, se vendieron 300.000 tratamientos en todo el mundo; en 2013, fueron cerca de 3 millones.
2) Criterios más inclusivos para definir la desnutrición.
Tras analizar el crecimiento infantil en ocho países de los cinco continentes, la OMS publicó unas nuevas curvas antropométricas para abordar la desnutrición. Así, muchos niños que antes eran considerados desnutridos moderados -pero con alto riesgo de mortalidad- pasan a ser desnutridos graves y recibir tratamiento, favoreciendo su cura.
3) La desnutrición aguda severa afecta especialmente a los más pequeños.
Dentro de menores de 5 años, los niños entre 6 y 23 meses son los más afectados por la desnutrición aguda severa; alrededor del 80% de los casos se dan en esta franja de edad. Con estos datos, los programas para reducir la morbilidad y mortalidad infantil se centran cada vez más en tratar a los niños más pequeños.
4) Malaria y desnutrición, una combinación letal.
La malaria es una de las principales causas de muerte en muchos de los países afectados por la desnutrición. Esta combinación se da durante la misma época del año, propiciando estrategias que respondan a ambas problemáticas. Por ejemplo, al tiempo que un niño recibe quimioprevención de la malaria estacional, se evalúa su estado nutricional y se refiere si necesita tratamiento.
5) Tratar todas las enfermedades que tenga el niño.
Los niños desnutridos tienen sistemas inmunológicos muy debilitados y son menos capaces de combatir enfermedades como la malaria, la diarrea y las infecciones respiratorias. Por su parte, los niños que padecen estas enfermedades también tienen más probabilidades de padecer desnutrición. Cada vez más programas intentan responder de una manera integral a todas las necesidades que tiene el niño.
6) Descentralizar y simplificar el tratamiento.
La simplificación en el abordaje de las principales enfermedades infantiles permite que personal sanitario con una mínima formación pueda diagnosticarlas y tratarlas, en la estructura de salud más cercana al niño. De esta manera, solo los casos más graves necesitan ser referidos.