Desde mayo de 2013, los ataques de Boko Haram han provocado un desplazamiento generalizado y una creciente crisis humanitaria en la región del lago Chad. Según cifras de ACNUR, hay cerca de 1,4 millones de desplazados internos tan solo en el noreste de Nigeria, y aproximadamente 170.000 personas han huido a países vecinos como Camerún (56.000), Chad (14.000) y Níger (100.000). Al menos 1.300 personas han muerto en lo que va del año.
Muchas de las víctimas son niños. También se ha informado de múltiples casos de secuestro y abusos sexuales de mujeres y niñas. Los desplazados han buscado refugio y servicios básicos en las comunidades locales, cuyos recursos ya eran escasos.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha desplegado equipos médicos para ayudar a las poblaciones desplazadas y a las comunidades locales en los cuatro países afectados. La inseguridad sigue siendo el principal obstáculo para operar, mientras que la temporada de lluvias está generando problemas logísticos adicionales.
NIGERIA
El Estado de Borno sigue siendo el epicentro del conflicto actual y la situación sigue siendo extremadamente volátil y tensa. Se producen ataques aleatorios con regularidad, sobre todo contra los civiles. «Boko Haram atacó nuestro pueblo por la noche«, recuerda Fátima, de 45 años.
«Entraron hombres armados en las casas y las quemaron. Muchas personas murieron. Secuestraron a mi hermana, y no he sabido nada de ella desde entonces. Huimos hacia el bosque y caminamos 24 horas hasta que encontramos una carretera y transporte hasta Maiduguri«.
Alrededor de 400.000 personas viven hoy en Maiduguri, capital del estado de Borno. Muchas de ellas cuentan con el apoyo de las comunidades locales, mientras que aproximadamente 100.000 viven en 22 campamentos alrededor de la ciudad. «Vivimos 12 personas en una tienda de campaña. No tenemos otra opción», dice Aisha, una desplazada de 55 años en el campamento del Centro de Entrenamiento Federal (FTC). «La tela está rota y el interior de la tienda está lleno de polvo e insectos. Todo se moja cuando llueve«.
MSF ha abierto tres clínicas de atención primaria, que asisten a alrededor de 35.000 personas. La organización también dirige un hospital de 72 camas en Maimusari, que incluye una unidad de maternidad de 12 camas, y 60 camas para las unidades de pediatría, nutrición y cuidados intensivos. Los hospitales locales también reciben donaciones regulares para poder hacer frente a los numerosos heridos que llegan tras los ataques con bombas.
CAMERÚN
En Camerún, la situación de seguridad a lo largo de la frontera con Nigeria sigue siendo inestable, con incursiones y ataques regulares de Boko Haram. Siguen llegando refugiados a diario al campamento levantado por las autoridades nacionales en la región del extremo norte. El 22 y el 25 de julio, se produjeron dos atentados suicidas en la ciudad de Maroua que produjeron un gran número de víctimas mortales. MSF prestó apoyo a las autoridades sanitarias locales para atender a los heridos.
«Combatientes de Boko Haram atacaron nuestro pueblo en medio de la noche«, dice Esther, una nigeriana de 24 años.
«Mataron a varias personas, entre ellas a mi padre y a una de mis hermanas. Tratamos de huir, pero nos atacaron de nuevo mientras estábamos en la carretera. Mi madre y mi hermana tuvieron que quedarse atrás. Espero encontrarlas algún día. Llegué a Camerún con mi hija de 9 meses y mi hermana de 14 años después de caminar durante dos días«.
Unos 45.000 refugiados viven actualmente en el campamento Minawao, donde MSF colabora con las autoridades nacionales y otros organismos humanitarios para prestar atención sanitaria primaria y proporcionar agua y tratamiento para la desnutrición. Actualmente, MSF proporciona el 55% del agua del campo y realiza más de 2.300 consultas médicas al mes.
«Cada vez hay más ingresos en nuestro programa de tratamiento de la desnutrición«, dice Hassan Maiyaki, coordinador general de MSF en Camerún. «Estamos reforzando nuestro apoyo al centro de nutrición terapéutica intensiva en el hospital del distrito de Mokolo, donde ofrecemos atención pediátrica y nutricional a los refugiados, los desplazados internos y la población local».
MSF también está presente en Kousseri, en la frontera con Chad, donde decenas de miles de desplazados se encuentran diseminados por toda la ciudad. Para responder a sus necesidades, los equipos de MSF están proporcionando apoyo quirúrgico al hospital y también está comenzando a prestar atención pediátrica para tratar la desnutrición y la malaria.
CHAD
En el Chad, la inseguridad en la región del lago mostró un marcado aumento en julio. Los ataques de Boko Haram se hicieron más frecuentes y, en respuesta, el ejército de Chad ha ampliado su presencia en la zona. Se calcula que en las últimas dos semanas el número de desplazados ha aumentado en 40.000, y éstos se reúnen en varios campamentos improvisados en los distritos de Baga Sola y Bol. «El otro día oí algunos disparos en un pueblo cercano y hui con mi esposa y mis ocho hijos«, relata Mahamad, de 57 años.
«A muchos de nosotros nos quemaron las casas, y tengo la suerte de no haber perdido a ningún conocido. Pero solo tenemos alimentos para comer una vez al día«.
Desde marzo, MSF ha estado trabajando en la región y dirige clínicas móviles próximas a Baga Sola mientras apoya al Ministerio de Salud de Chad en Tchoukoutalia. También hay equipos proporcionando atención de salud mental en el campo de refugiados de Dar Es Salam en Baga Sola, hogar de alrededor de 7.000 refugiados procedentes de Nigeria y Níger, según cifras oficiales. En respuesta a la última ola de desplazamientos, MSF ha puesto en marcha una clínica móvil en Yakoua y pronto iniciará otra en Koulkimé.
«Las mujeres y los niños son especialmente vulnerables en esta situación y las necesidades médicas en general son elevadas«, dice Federica Alberti, coordinadora general de MSF en Chad. «Algunas mujeres embarazadas han caminado varios kilómetros bajo el calor abrasador en busca de atención médica. La gente vive sin un refugio adecuado y no tiene acceso a alimentos o agua potable. Debido a las duras condiciones de vida y a la época de lluvias, ya estamos tratando a pacientes con diarrea, paludismo e infecciones respiratorias, así como a niños desnutridos».
En Yamena, la capital, MSF prestó apoyo a hospitales del Ministerio de Salud después de los ataques suicidas con bombas que tuvieron lugar el 15 de junio y el 11 de julio. Desde abril, MSF ha estado formando a personal del Ministerio de Salud en la gestión de víctimas en masa, con el fin de ayudar a aumentar la capacidad nacional para responder a situaciones de emergencia.
NIGER
En el sudeste de Níger, la ya frágil situación humanitaria se ha visto agravada por la escalada del conflicto y las consiguientes oleadas de personas que huyen de la violencia. Las condiciones de vida de esta población de desplazados y refugiados, con escaso acceso a la salud, agua e instalaciones sanitarias, son críticas. La situación podría empeorar aún más durante el período de escasez, cuando las reservas de alimentos de la comunidad se reducen drásticamente entre cosechas. Este año, el efecto combinado de la violencia y la adopción de medidas restrictivas están afectando al comercio y hace que los alimentos sean aún más escasos. Por otra parte, la temporada de lluvias está provocando un aumento de las enfermedades transmitidas por el agua como la malaria y la diarrea, que, combinadas con la desnutrición, son particularmente peligrosas para los niños pequeños.
Para mejorar el acceso a los servicios de salud, MSF está apoyando el principal centro médico materno-infantil en la ciudad de Diffa, así como seis centros de salud en los distritos de Diffa, Nguigmi y Bosso. En paralelo, MSF gestiona clínicas móviles en dos campos de desplazados internos en la región de Diffa, realiza actividades de acceso al agua y saneamiento y distribuye 25.000 mosquiteras.
Alrededor de Diffa, los equipos de MSF están prestando asistencia a aproximadamente 28.000 refugiados recién llegados de Nigeria a Chetimari, Gagamari y Assaga. Los centros de salud locales están desbordados y el acceso al agua y al saneamiento es a menudo insuficiente. Desde el inicio de las actividades, MSF ha llevado a cabo más de 30.000 consultas, incluyendo unas 20.000 a niños menores de cinco años.