A finales de julio, los soldados de la Resistencia del Sur, apoyados por la coalición internacional liderada por Arabia Saudita, retomaron el control de Adén. ¿Cuál fue el resultado?
La situación en Adén ha mejorado sensiblemente desde que las fuerzas de la coalición retomaron la zona del puerto que había sido ocupada por rebeldes hutíes, a mediados de julio. Los barcos pudieron atracar y distribuir ayuda humanitaria, -comida, petróleo, excavadoras-. Gracias a este equipamiento, se pudo iniciar la limpieza de las calles. La carretera de la costa, que conduce del aeropuerto hasta el barrio del Cráter, pudo ser reabierta y los tanques que la bloqueaban fueron retirados. La coalición ahora tiene en su poder el aeropuerto, que está siendo rehabilitado. La ciudadanía puede respirar un poco ahora, pero la ciudad está destruida. La situación es muy diferente a la que vivimos de mayo a junio-julio. Los bombardeos y los disparos eran diarios, a veces muy cerca de nuestro hospital, a cuatrocientos metros de la línea del frente.
¿Son visibles los cambios?
Sí, los bombardeos se han detenido en casi toda la ciudad. Los rebeldes hutíes, sin embargo, continúan escondiéndose en edificios en la parte sur de la ciudad. Y estamos tratando heridos en el centro de trauma del distrito del Cráter y en el hospital del distrito de Sheikh Othman. La línea del frente continúa moviéndose hacia el norte con las fuerzas de la Resistencia del Sur avanzando hacia la ciudad de Lahj.
Todavía hay controles en las carreteras, todo el mundo está armado. Disparan por estar felices, para celebrar o por estar descontentos y para mostrarlo. Tenemos por ello muchos heridos de bala. Cada día recogemos un montón de balas perdidas en el complejo del hospital en el distrito de Sheikh Othman. La semana pasada una bala pasó por la ventana de mi oficina. Unos días antes, una se incrustó en la pared de la habitación de uno de los cirujanos.
Se han producido muchas víctimas…
El 19 de julio tratamos a 206 heridos en Sheikh Othman. Los primeros pacientes llegaron a las nueve de la mañana, afectados por metralla. Venían de Dar Saad, un distrito de clase obrera, muy superpoblado, que había sido bombardeado pese a que no tiene ningún interés estratégico. Ese día tratamos a un número imposible de heridos. Duró casi todo el día, hasta las tres y media. Mujeres, niños, gente mayor… Nos llegaron muertos. No hay apenas ambulancias en Adén, así que los heridos llegaban en coches particulares, en la trasera de furgonetas. Subí a un camión que transportaba quince cuerpos. Algunos muertos, pero la gente pensaba que estaban vivos y eso causó algo de tensión porque sólo podíamos llevarnos a los heridos.
Unos días más tarde, los soldados de la Resistencia del Sur iniciaron un ataque, en el norte de Adén. El día 25 tratamos a 167 heridos y el 26 a 111. Todos combatientes.
¿Se ha retomado la calma en el hospital?
En general sí, pero todavía nos encontramos con hombres armados que intentan entrar sus armas cuando llevan heridos. Llegan exaltados, en las traseras de las furgonetas equipadas con ametralladoras o cañones. Les pedimos que se vayan lo antes posible. Normalmente no accedemos a que nadie entre con armas en los hospitales en los que trabaja MSF. Pero aquí, tenemos que gestionar ese nivel de violencia (en la puerta de entrada, en la del edificio o incluso en la zona de selección de pacientes). El personal está muy cansado. El equipo quirúrgico hizo un gran trabajo. Los dos quirófanos estaban ocupados las 24 horas del día. Salvaron muchas vidas y seguirán haciéndolo.