Bogotá/ 7 de julio 2015- Desplazamientos, restricciones en la movilidad y falta de acceso a bienes y servicios básicos como la salud. Son las principales consecuencias de la intensificación del conflicto en varios municipios de los departamentos de Nariño, Cauca y Valle del Cauca, en el suroccidente de Colombia, y que han provocado una crisis humanitaria para la población.
“Las consecuencias en la salud mental de estas personas son enormes. El temor a nuevos enfrentamientos y la falta de albergues en condiciones ha confinado a poblaciones en algunos municipios a pesar del miedo”, cuenta Pierre Garrigou, coordinador general de la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) en Colombia. “Los enfrentamientos también han llevado a desplazamientos masivos en algunos lugares ”, añade Garrigou.
El incidente del 16 de abril que terminó con la vida de 11 soldados dio pie a la reactivación de los bombardeos por parte de las Fuerzas Militares. En uno de estos bombardeos murieron 26 guerrilleros. Tras este incidente, las FARC anunciaron el fin del cese al fuego unilateral el 22 de mayo, lo que generó la intensificación del conflicto entre ambas partes con combates, hostigamientos, bombardeos y colocación de artefactos explosivos en zonas pobladas.
En total, se registraron 525 eventos violentos entre mayo y junio en todo el país, el 75% ocurrió en los departamentos del suroccidente, según datos de OCHA.
Respuesta de MSF
Los equipos de MSF que ya trabajaban en la zona han respondido al aumento de necesidades humanitarias de estas poblaciones en los tres departamentos desde el ataque del pasado mes de abril. Cerca de 1.800 personas han participado en las actividades de salud mental, entre ellas atención individual y en grupo, actividades psicosociales y formación en primeros auxilios psicológicos.
En la cabecera de Lopez de Micay, uno de los municipios donde llegaron desplazados, los equipos también repartieron kits de aseo y cocina ya que las condiciones de vida en los lugares de acogida son muy precarias.
Una paciente atendida por MSF con síntomas de estrés agudo en el coliseo de la escuela de López de Micay, en el pacífico caucano y donde hay 865 nuevos desplazados, ha llegado con sus cuatro hijos: “Cuando el bombazo yo caí al suelo, escuchaba que corrían por el patio de la casa, los niños empezaron a llorar, todo se escuchaba cerquita. Cuando disparaban los niños lloraban y me decían: mamá, mamá, ¿nos vamos a morir? Y yo les decía que estuvieran tranquilos, y nos tiramos al piso hasta que amaneció. No quisiera recordar eso horrible pero todos los días vienen los recuerdos, cierran una puerta y ya me siento mal. Donde estamos, uno está amontonado. Me pregunto hasta cuándo estaremos así, durmiendo en el suelo”.
Equipo de emergencias
“Las necesidades humanitarias en la zona no han dejado de aumentar, y un equipo móvil de atención a emergencias ya está sobre el terreno para reforzar a nuestros equipos regulares en la zona¨, cuenta Garrigou.
El equipo, compuesto por un psicólogo, un médico y un logista, está actualmente en la zona rural de Tumaco valorando las necesidades tras el ataque del pasado 22 de junio al oleoducto transandino en la zona rural que afectó a 301 comunidades de la rivera del rio Mira. Además, 150.000 habitantes del casco urbano, donde en el último mes se han registrado 41 eventos violentos, se han quedado sin suministro de agua.
MSF trabaja en Colombia, en los departamentos de Cauca y Nariño, desde 1985. En el Cauca, los equipos de MSF facilitan terapia individual y grupal en hospitales y comunidades. Además, proporciona formación a líderes comunitarios, promotores de la salud, parteras y docentes para que puedan prestar primeros auxilios psicológicos cuando son testigo de un episodio de violencia.