Estas comunidades beduinas recibieron una notificación oficial de las autoridades de Israel en agosto pidiéndoles que evacuaran o serían expulsados a la fuerza si se niegan a irse.
“Las comunidades afectadas les cuentan a nuestros psicólogos que se sienten estresados, con miedo e indefensos ante su futuro. Los niños presentan síntomas regresivos como mojar la cama y dificultad para separarse de sus madres”, explica Juan Carlos Cano, coordinador general de MSF en los Territorios Palestinos Ocupados. “Hemos ampliado nuestro apoyo en los últimos dos meses para aquellas personas afectadas y que necesitan asistencia en salud mental”.
Las comunidades palestinas beduinas son pastores y dependen de sus cabras, ovejas y tierras para subsistir. Están en contra de ser reasentados a zonas urbanas ya que choca con su forma tradicional de vida y no podrán ganarse la vida si pierden las zonas de pastoreo. Además de perder sus casas y los corrales donde guardan a sus animales, los beduinos también se enfrentan a restricciones de acceso a sus tierras, a sus recursos y a los mercados donde venden sus productos.
La respuesta de MSF en el este de Jerusalén
MSF trabaja en la zona desde hace tres años y ha ampliado sus actividades de salud mental con las comunidades beduinas de Anata, Aza’em y Hizma, en el este de Jerusalén.
En 2014, los trabajadores psicosociales de MSF han llevado a cabo 18 sesiones de grupo con actividades de psicoeducación y con primeros auxilios psicológicos con 281 personas (147 mujeres y 136 hombres). El equipo también ha hecho 30 intervenciones de primeros auxilios psicológicos individuales.
En otra zona del este de Jerusalén, la tensión también crece. En Silwan, una de las zonas más afectadas por la violencia, los colonos israelíes han ocupado más de 25 apartamentos en el mes de octubre. Los enfrentamientos, incursiones policiales y las detenciones ocurren a diario. El equipo de salud mental de MSF ha ofrecido primeros auxilios psicológicos individuales y a grupos para prevenir problemas psicológicos entre la población afectada por la violencia.
Sólo entre julio y septiembre, MSF ha empezado terapia con 532 nuevos pacientes en varios lugares en el este de Jerusalén.
Mirna, una madre beduina nos cuenta su historia
Por Randa Bargouthi, psicóloga de MSF
Unos 50 miembros de la misma familia de beduinos viven en una pequeña zona situada al final de Anata en el este de Jerusalén. La zona es rocosa y encrespada con pequeños rellanos donde están instaladas las tiendas donde viven. Cada familia suele tener entre 35 y 60 ovejas, que llevan cada mañana a pastorear a las hierbas bajas que crecen entre las rocas. Es una zona caliente ya que esta comunidad se encuentra atrapada en fuego cruzado de las dos partes: los jóvenes palestinos tiran piedras y el ejército israelí dispara balas y tira gas lacrimógeno. Las balas y las piedras caen en esta zona.
No hay lugar seguro para estas familias, no pueden tener un hogar y se ha convertido en una zona de miedo y terror. Los niños y las mujeres son las principales víctimas y muestran síntomas de estrés agudo. Esto se suma a la demolición de sus tiendas por parte de las autoridades israelíes.
Mirna* es una madre beduina de 42 años que tiene cuatro niños y tres niñas. Presenta muchos síntomas que requieren de una terapia psicológica como miedo excesivo, irritabilidad, problemas para conciliar el sueño, problemas de alimentación, evitación, preocupación constante y quejas psicosomáticas. Todos estos son síntomas de estrés post traumático y de ansiedad. Hasta el momento ha hecho cuatro sesiones individuales (necesita entre 10 y 12) y ha participado en un grupo de asistencia psicosocial para mujeres. Este es su testimonio:
“Antes de estas sesiones no sabía que me estaba pasando a mí y a mis hijos. No entendía que pasaría en el futuro y tenía mucho miedo. Vivía estresada y con miedo y me sentía incapaz de ayudarme a mí misma y a mis hijos. Pero después de estas sesiones, ahora entiendo que lo que me pasa es una reacción a lo que hemos visto y a lo que estamos viviendo y ahora estoy menos estresada y menos ansiosa y me ayuda a entender a mis hijos. También he aprendido a afrontar los síntomas que tienen mis hijos como orinarse en la cama, miedos y pesadillas y a protegerlos. Me ha ayudado a ser más fuerte y ser consciente de que tengo que defenderme a mí y a mi familia y nunca darme por vencida.
Necesitamos a alguien con quien compartir nuestros sentimientos y que sepan el sufrimiento que estamos pasando. Me siento bien porque alguien nos comprende.
Y ahora el ejército quiere quitarnos nuestras tierras y demoler nuestras casas, quieren que nos vayamos de aquí. Puede pasar en cualquier momento. Y si realmente pasa, la situación será muy difícil. Quiero ser muy fuerte para ayudarme a mí misma y a mi familia. No quiero que mis hijos me vean sufrir porque entonces ellos sufrirán también. Espero que las mujeres que formamos este grupo de apoyo psicológico nos apoyemos unas a otras. Este grupo nos hará más fuertes y menos estresadas. Como beduinos tenemos muchas dificultades en la vida”.
Como psicóloga seguiré a Mirna y su familia durante las próximas semanas. A parte del apoyo psicológico, estas personas necesitan formación para ganarse la vida, que sus hijos se relacionen con los demás niños y, principalmente, que la amenaza de perder sus casas cese.
*El nombre es ficticio para preservar la privacidad del paciente.