Tras meses de intensos combates, la situación humanitaria se está deteriorando gravemente en todo el este de Ucrania. Los hospitales han sido bombardeados, hay decenas de miles de desplazados y se han reportado miles de heridos.
“El sistema de salud en gran parte del este de Ucrania está cediendo a la presión del conflicto. Tras haber tenido que tratar a muchos heridos de guerra y desplazados, los suministros médicos comienzan a escasear” afirma Stephane Prevost, coordinador general de MSF en Kiev. “Los efectos del conflicto se propagan incluso a los hospitales de las áreas vecinas a las zonas en conflicto, ya que en ellos también se está luchando para hacer frente a la situación. Muchos de ellos han agotado sus presupuestos y suministros para todo 2014”.
Desde mediados de mayo, los equipos de MSF están respondiendo a esta escasez de suministros proporcionando material médico para tratar a más de 6.200 heridos de guerra en los hospitales de las regiones de Donetsk y Luhansk. La organización médica ha distribuido también 1.800 kits de higiene, en los que se incluyen artículos como jabón, pasta y cepillos de dientes y toallas, a los desplazados de Dnepropetrovsk y de varias localidades de la región de Donetsk. Aunque la inseguridad y los bombardeos dificultan el acceso a las zonas más afectadas por los enfrentamientos, MSF continúa proporcionando material médico y medicamentos a los hospitales de todas las partes en conflicto.
“Además de hacer frente al desafío de tener que acoger a un elevado número de personas y al de sufrir una importante falta de suministros, los hospitales que están en las zonas en conflicto no se han librado de los ataques. Muchos de ellos han resultado dañados o destruidos por proyectiles y bombas”, añade Prevost. “La población se está viendo privada de la atención médica en el momento que más la necesita. Esto es inaceptable”. Al menos 11 hospitales en la ciudad de Donetsk han sido alcanzados por proyectiles. Tres de ellos están completamente cerrados debido a los daños sufridos, lo cual demuestra una clara falta de respeto por las estructuras médicas y por aquellos que siguen prestando asistencia urgente a los heridos y al resto de pacientes, a pesar del gran peligro que corren al hacerlo.
Las consecuencias de los intensos combates se empiezan a notar cada vez más en la salud mental de la población. Los habitantes del este de Ucrania están continuamente expuestos a sufrir incidentes traumáticos debido a los bombardeos, a los disparos, al hecho de haber perdido a algún amigo o familiar, o por haber tenido que huir de sus hogares. Por esta razón, los equipos de MSF están prestando apoyo psicológico a las personas afectadas por el conflicto en Sloviansk, Svyatagorsk y Krasny Liman. Sólo en agosto, más de 500 desplazados recibieron asesoramiento individual, familiar o de grupo por parte de la organización médica, que ante el aumento de las necesidades ya está proyectando ampliar estas actividades en otras ubicaciones del este de Ucrania.
“La repentina naturaleza del conflicto hace que la gente tenga un profundo sentimiento de pérdida de su modo de vida, de sus propiedades y de su entramado social y familiar”, declara Manuel Morantes, especialista en salud mental de MSF con base en Kiev. “Nuestros equipos en el terreno están proporcionando apoyo emocional y herramientas prácticas a las personas que luchan contra el miedo extremo, el estrés, la ansiedad y las pesadillas”.
El programa para la lucha contra la tuberculosis resistente a los medicamentos dentro del sistema penitenciario en la región de Donetsk, que MSF gestiona desde 2011, también está bajo presión. Los laboratorios para el diagnóstico de la tuberculosis y del VIH en Donetsk y Luhansk tienen grandes dificultades para mantener sus actividades y a menudo no pueden funcionar con normalidad. En todas estas regiones donde reina la inestabilidad, los pacientes que necesitan tratamiento para la tuberculosis y el VIH deben enfrentarse a cada vez más retos para acceder a las estructuras de salud y recibir su medicación, arriesgándose a tener que interrumpir el tratamiento. Esto puede llevar a un fracaso de sus terapias y a que desarrollen resistencias a los medicamentos.
“Entre la inseguridad, la falta de respeto hacia los hospitales y el gran número de heridos y desplazados, el coste humano de este conflicto crece cada día que pasa”, concluye Prevost. “En Ucrania, nuestros equipos se centran solamente en responder a las necesidades médicas y humanitarias. En cuanto empiece a llegar el frío, tememos que estas se intensificarán todavía más”.