En un informe publicado esta semana, la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) utiliza datos médicos y testimonios de pacientes y personal sanitario para exponer el verdadero alcance de la emergencia médico-humanitaria que cada día viven los habitantes de República Democrática del Congo (RDC) especialmente aquellos en las zonas afectadas por el conflicto en las provincias al este del país, uno de los lugares donde trabaja MSF. La organización apela a una acción inmediata para que se ponga fin a un sufrimiento que no cesa.
En La emergencia que no cesa: sufrir en silencio en la República Democrática del Congo, MSF concluye que muchas de las personas que necesitan asistencia humanitaria en el país carecen de acceso a ella. Muchas comunidades se ven privadas de de cualquier tipo de atención médica debido a una infraestructura deficiente, al desplazamiento y al conflicto, y ni las organizaciones de ayuda ni el estado dispensan la debida asistencia en las zonas rurales afectadas por el conflicto. Al mismo tiempo, la violencia contra la población civil, el personal sanitario y la propiedad es moneda corriente, y los proveedores de salud se ven obligados con frecuencia a suspender sus actividades, dejando a la población desprovista de una atención médica que necesita de forma apremiante.
MSF también ha constatado que muchas personas vulnerables en las provincias afectadas por el conflicto que asola el este de RDC están excluidas de la atención sanitaria por el sistema de recuperación de costes que impera en las estructuras de salud oficiales y en muchas ONG. Aunque el sistema de salud nacional en teoría garantiza atención sanitaria gratuita en situaciones de emergencia, la población sigue pagando a pesar de vivir en zona de guerra.
La infraestructura y un sistema de salud que apenas funcionan, el prolongado e incesante conflicto, una falta de respeto por los trabajadores sanitarios y humanitarios y el reinante sistema de recuperación de costes que requiere el pago por parte de los pacientes de la atención sanitaria que reciben incluso en situaciones de crisis, todos ellos son factores que han tenido un efecto catastrófico sobre la salud de la población del este de RDC, afirma Annemarie Loof, Directora de Operaciones de MSF.
En lo que respecta a los 2,96 millones de personas que en la actualidad están desplazadas en RDC, y en particular el gran número de desplazados ocultos que viven con familias de acogida o escondidos en el bosque, la situación es desesperada. Estas personas reciben poca o ninguna asistencia humanitaria; y si la reciben, esto es de forma irregular e infrecuente. Mientras tanto, crece la presión sobre los proveedores de salud para que canalicen la asistencia hacia ciertas zonas liberadas con vistas a estabilizar las zonas afectadas por el conflicto y reforzar la autoridad del estado.
Brotes de enfermedades epidémicas como el sarampión, la malaria y el cólera ocurren año tras año en el este de RDC. Y sin embargo el sistema de salud es, en la mayoría de los casos, incapaz de prevenirlos o de responder a ellos, explica el Dr. Jatinder Singh, Coordinador Médico de MSF en la provincia de Katanga. En consecuencia, muchas personas sufren y mueren, y la tragedia es que gran parte de este sufrimiento humano podría evitarse.
Es necesaria una acción inmediata para acabar con este prolongado sufrimiento, MSF apela a los actores armados a que respeten a los civiles, a los trabajadores humanitarios y los servicios médicos. Apela a una mejor provisión de ayuda humanitaria que llegue a tiempo y que sea flexible, apropiada y basada en las necesidades y no en el lugar ni en ninguna otra agenda política. La organización apela también a que se destruyan las barreras económicas a la atención sanitaria para las personas vulnerables en zonas afectadas por el conflicto en el este de RDC y que mejoren los sistemas de respuesta y prevención para enfermedades epidémicas.
——————————————————————————-
MSF realiza intervenciones de emergencia, campañas de vacunación y programas regulares en todas las provincias de RDC. MSF trabaja en el país desde 1981.