En Macanip, en el norte de la isla de Leyte, el tifón Haiyan destrozó casi todos los edificios y redujo a escombros el centro de salud. Desde hace varias semanas, MSF ha puesto en marcha varias clínicas móviles para dar asistencia sanitaria a las 2.500 personas que viven en la zona. Además, los equipos de MSF proporcionan también asistencia psicológica para ayudar a recuperarse de la vivencia de un hecho tan traumático como el paso de un tifón. Bernardina Barraza, de 26 años, fue una de las personas tratadas por la organización.
Tengo tres niños, explica Bernardina, mi marido trabaja fuera de la ciudad, o sea que normalmente estoy todo el día sola con los críos. Marie Jersel es la más pequeña: acaba de cumplir cinco meses. Como tenía diarrea, la traje a la clínica móvil de MSF para que la viera el doctor y me dijera qué debía darle. Como otro de mis hijos tenía fiebre y picores, decidí tráermelo también.
Lo que un día fue el centro de salud de Macanip es ahora una montaña de escombros. El tifón ha dejado a los habitantes de este pueblo sin atención sanitaria, medicinas o las visitas diarias de la matrona: las embarazadas y las personas enfermas se ven forzados a desplazarse hasta el centro de salud del distrito, en la ciudad de Jaro, que también fue dañado por el tifón pero consiguió seguir en funcionamiento, aunque está hasta los topes de pacientes de toda la región.
Cuando Haiyan alcanzó Macanip, Bernardina llevó a sus hijos a la escuela, donde muchos otros buscaron refugio. Mis hijos estaban muy asustados, explica Bernadina todo fue muy ruidoso y pasaron mucho miedo. Los dos centros de refugio del pueblo la escuela y a iglesia- fueron de los pocos edificios que permanecieron en pie tras el paso de la devastadora tormenta.
Bernadina y su familia sobrevivieron al tifón sin ningún daño físico, pero los niños aún sufren a causa de la catástrofe. desde el tifón, Jerson, mi hijo de cuatro años, no está bien, dice Bernardina, de día está bien. Juega con los otros niños y no se queja, pero Jerson por la noche no puede dormir. Muchas veces se despierta de repente y se siente asustado. Creo que aún está traumatizado a causa del tifón.
Las clínicas móviles de MSF ofrecen atención médica básica, pero también apoyo emocional. Meliza Daz, la psicóloga filipina que trabaja mano a mano con el equipo médico, nos describe los síntomas de los niños afectados: este pequeño se despierta en medio de la noche, empieza a llorar y puede tardar horas en coger el sueño, explica Meliza, además, ha empezado a mojar la cama, a veces hasta en tres ocasiones en una misma noche, lo que en los niños de su edad es un síntoma común a un hecho traumático, ya que no pueden procesar lo que ha ocurrido, por lo que la reacción es de tipo físico.
Para ayudarle, Meliza le dio un día un papel y lápices. Es un niño muy tímido, dice la psicóloga, por lo que le pedí que intentara dibujar lo que le causa miedo. Después le dije que me describiera su propio dibujo: me contó que había pintado un monstruo, y que tenía miedo de que le hiciera daño. Entonces le animé a que dibujara qué es lo que podría protegerlo de dicho monstruo; hizo un retrato de sí mismo con una espada. A esto le llamamos juego de reconstrucción, y ayuda a los niños a enfrentarse a los sucesos traumáticos. Al mismo tiempo, les insistimos a los padres en la importancia de que sean comprensivos, que abracen a sus hijos cuando tengan miedo, de forma que se sientan protegidos
Después de la consulta médica y de la sesión de terapia, Bernardina va a la farmacia de MSF a recoger las medicinas para sus hijos antes de volver con los suyos. El tifón destrozó nuestra casa, pero afortunadamente nos apañamos para construir una chabola con material que hemos ido recogiendo por el pueblo, explica. Por suerte, hay distribución de comida una vez a la semana, pero de momento no hemos recibido nada más; ni tiendas de campaña ni plásticos. No sé qué nos deparará el futuro. Ahora todo lo que quiero es reparar nuestra casa y reconstruir nuestras vidas.