En Buenaventura, ciudad portuaria de la costa del Pacífico de Colombia, los casos de tuberculosis (TB) son tres veces más altos que en el resto de Colombia. Las fallas del sistema de salud impiden el acceso a una atención adecuada, y una vez obtenidas las drogas, los efectos secundarios y la duración del tratamiento son nuevos obstáculos para la recuperación. Desde 2010, Médicos Sin Fronteras (MSF) apoya al Programa Nacional contra la Tuberculosis para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad en la ciudad de Buenaventura.
A lo largo de la carretera que conduce a Buenaventura, el aire fresco de las cumbres andinas se calienta poco a poco, dando paso al clima húmedo del Pacífico. Los barrios se extienden a ambos lados de la avenida Simón Bolívar, la arteria principal que divide la ciudad y que conduce al puerto más grande del país. Las mercancías que circulan y el bullicio general disimulan la alta tasa de desempleo y las condiciones de vida precarias. La ciudad tiene otra característica importante: una prevalencia de tuberculosis importante, agravada por la pobreza. «La incidencia de la tuberculosis en Buenaventura es tres veces más alta que en el resto del país», explica Luis Fernando Jiménez Abelló, coordinador del proyecto de TB de Médicos Sin Fronteras en Buenaventura. «Lo que es más sorprendente es el porcentaje de personas que desarrollan una forma resistente de la enfermedad en la fase de infección primaria».
Problemas y debilidades del sistema
«La tuberculosis es vista como un asunto político, en lugar de ser manejada como un problema de salud pública», dice Jiménez Abelló. «Las autoridades no tienen la voluntad de mejorar el tratamiento porque tienen otros intereses». El desarrollo de la ciudad sigue dos caminos separados. La autoridad portuaria, que opera bajo el liderazgo de la ciudad, acaba de adquirir cinco grúas en $ 25 millones cada una. Sin embargo, la inversión en la salud pública está en un virtual estancamiento.
En el vestíbulo del lujoso Hotel Torre Mar de Buenaventura, el ocupado secretario de salud municipal, Dr. David Caicedo, deja el taller al que asiste para responder algunas preguntas. «Las autoridades nacionales no son conscientes de la magnitud del problema de la tuberculosis en Buenaventura», dice. «Hay grandes deficiencias en el sistema de salud colombiano y en el tratamiento de la tuberculosis, en concreto por la falta de trabajadores capacitados, pero todavía tengo esperanzas». Sus palabras son alentadoras, pero no reflejan la realidad. Pocas iniciativas están en realidad en marcha.
La gran cantidad de actores que participan en el diagnóstico y la administración del tratamiento alimentan la confusión y crean ineficiencias en el sistema de atención de la salud que ha sido debilitado por el costo del tratamiento y la falta de ciertos medicamentos en el ámbito nacional.
«Entre mayo y julio de este año, nos quedamos sin la principal droga utilizada en la fase intensiva (los dos primeros meses) del tratamiento de la tuberculosis común», dice Jiménez Abelló. «Dado que sabemos que el desabastecimiento favorece el desarrollo de resistencia a los medicamentos, se puede llamar a esta situación una emergencia de salud.»
Tratamiento y los efectos secundarios
Varios pacientes esperan su turno en la entrada al centro de salud Independencia, que se especializa en tuberculosis. Aquí todo el mundo está obligado a llevar cubre bocas. En el pasillo, la puerta de una de las habitaciones está medio abierta. Es la sala donde los pacientes con tuberculosis resistente a los medicamentos vienen todos los días para recibir tratamiento. Alrededor de cuarenta recipientes se apilan en el armario del lado izquierdo de la habitación. Cada uno está marcado con un nombre – María José, Carlos, Jaime y muchos más. Cada contenedor corresponde al tratamiento de un paciente -explica Jiménez Abelló- el tratamiento se denomina DOTS (Terapia de Observación Directa, según siglas en inglés). Los pacientes deben tomar sus medicamentos todos los días en presencia de un trabajador de la salud.
Una chica joven está tomando sus medicamentos. Con su dedo índice, señala el orden en que quiere tomar cada medicamento. El tiempo entre la ingestión de cada píldora se alarga, toma un trago cada vez mayor de agua y la mueca en su rostro se vuelve más pronunciada. «Tomo 20 pastillas todos los días, cada una es de distinto tamaño, color y textura». Se trata de un paciente XDR: extremadamente resistente a los medicamentos para la tuberculosis.
El tratamiento es complicado, particularmente debido a que produce muchos efectos secundarios. María Victoria terminó su tratamiento hace cinco meses. Ella recuerda el proceso. «Tenía muchos dolores de cabeza y dolores estomacales. Perdí el apetito y me sentía muy débil. A veces ni siquiera podía sostener un vaso de agua.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa y contagiosa. No existe vacuna y los signos clínicos de la enfermedad pueden variar. Es causada por un complejo de mycobacterium compuesto de muchas bacterias, principalmente el Mycobacterium tuberculosis (bacilo de Koch). La tuberculosis sensible a los fármacos puede ser tratada en pocos meses, pero el tratamiento de una forma resistente a los medicamentos puede tomar más de dos años.
La estigmatización y el aislamiento
Los pacientes con tuberculosis en Buenaventura son estigmatizados. Un paciente, Elix Marina, dice: «Creo que la gente tiene más miedo de la tuberculosis que del VIH/sida. No entiendo por qué». Muchos pacientes dicen que sufren por la actitud de la comunidad, sienten el rechazo y el aislamiento. «Yo no salía de mi casa», dice María Victoria. «Sólo iba de la casa hasta al centro de salud. Cuando estaba en la calle, no miraba a nadie. Muy poca gente se atrevía a tocarme». La paciente, de 45 años de edad, terminó su tratamiento hace apenas cinco meses, y se emociona cuando recuerda esos momentos dolorosos. Sin embargo, el apoyo familiar puede ayudar al éxito del tratamiento. Es fundamental alentar a los pacientes a continuar con el tratamiento.
«La estigmatización puede darse debido a la forma en que se transmite o por el hecho de que una persona con TB es fácilmente identificable debido a su cubre bocas», dice Juan Carlos Arteaga, el psicólogo del proyecto de MSF. «Pero, lo más importante es destacar la falta de información y educación sobre esta enfermedad».
Un enfoque multidisciplinario
La duración del tratamiento, el régimen diario de pastillas, la dependencia al alcohol o las drogas y la estigmatización lleva a algunos pacientes a abandonar el tratamiento. Los muchos efectos secundarios también son desalentadores. María de los Ángeles fue uno de los pacientes cuyo tratamiento por tuberculosis era supervisado por MSF antes de que abandonara el tratamiento. «Los efectos secundarios eran insoportables», dice ella. «Me dolía todo el cuerpo. No podía seguir así.
Para animar a los pacientes resistentes a medicamentos a cumplir con su tratamiento, MSF ofrece un enfoque de tratamiento integral y multidisciplinario que combina el apoyo médico, psicológico y social. «El apoyo al paciente juega un papel importante en la reducción del abandono del tratamiento», explica Jiménez Abelló.
La organización también desempeña un rol importante en la detección y el diagnóstico temprano de casos de TB. El equipo monitorea simultáneamente 15 centros de salud públicos y privados que atienden a pacientes con TB sensibles al tratamiento.
MSF puso en marcha su programa de tratamiento de la tuberculosis en Buenaventura hace casi tres años. Este año, los primeros pacientes con TB resistente a los medicamentos completaron su tratamiento. «Cuando me dijeron que el tratamiento había terminado y que estaba bien ¡puse patas arriba todo el centro de salud! Grité, lloré, abracé y agradecí a todo el personal médico. Me puse de rodillas». María Victoria recuerda la emoción y la sensación de alivio que sintió cuando terminó su tratamiento hace apenas cinco meses. «Fue como si hubiera vuelto a la vida.