Ginebra / Estocolmo, 29 de octubre de 2013 Médicos Sin Fronteras (MSF), a través de su Campaña de MSF para el Acceso a Medicamentos Esenciales (CAME), considera que la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización (GAVI) debería de hacer varios cambios importantes en sus políticas.
Apoyamos plenamente la misión de GAVI para aportar nuevas vacunas a los niños en países en desarrollo, pero pensamos que hay una serie de áreas en las que deberían mejorar su trabajo. Si el objetivo es proteger a más niños contra las principales causas de muerte que se presentan durante la infancia, entonces deberían plantearse seriamente el hacer algunos cambios, declara el Dr. Manica Balasegaram, Director Ejecutivo de la CAME. Los actores humanitarios siguen sin tener acceso a los precios de GAVI, lo que les dificulta seriamente el poder actuar rápidamente durante las emergencias. Además, los precios de las vacunas siguen siendo demasiado caros e inaccesibles para los países que las necesitan a largo plazo, y GAVI no está haciendo lo suficiente para responder a las necesidades vacunales de los niños, concluye Balasegaram.
MSF ha identificado cuatro áreas clave en las que a su juicio GAVI debería efectuar una serie de cambios que a efectos prácticos supondrían una enorme diferencia:
Poner los precios de GAVI al alcance de los actores humanitarios: GAVI no permite a las organizaciones humanitarias, tales como MSF, acceder a sus precios más bajos a la hora de vacunar a poblaciones en situaciones de crisis que de otro modo quedarían desprotegidas. MSF tardó 11 meses en conseguir salvar las trabas burocráticas y obtener finalmente la vacuna neumocócica para vacunar a los niños en un campo de refugiados en Sudán del Sur en el que se estaban produciendo unas tasas de mortalidad muy elevadas. El hecho que la GAVI no incluya a las ONG humanitarias en sus negociaciones de precios ha hecho que los refugiados no se beneficien de las nuevas vacunas. GAVI debería poner sus precios al alcance de las ONG y elaborar con urgencia una política que facilite el uso de las nuevas vacunas entre los refugiados y las poblaciones afectadas por crisis humanitarias.
Presionar con más fuerza para conseguir reducir los precios de las vacunas: El costo de vacunar totalmente a un niño ha aumentado un 2.700% desde 2001 (de 1,38 dólares americanos en 2001 a 38,80 dólares americanos hoy). Muchos países en varios de los cuales trabaja MSF están cada vez más preocupados por el hecho de no poder permitirse pagar estos precios cuando GAVI deje de apoyarles. Por ejemplo, la República Democrática del Congo empezará a perder el apoyo de GAVI a finales de 2015, y se verá obligada a pagar 20 veces más por sus nuevas vacunas de lo que paga actualmente por las vacunas tradicionales. Estos elevados precios ponen en peligro la sosteniblidad de los programas de inmunización y podrían obligar a los Gobiernos a tener que tomar decisiones difíciles, como por ejemplo tener que elegir contra qué enfermedades mortales pueden permitirse proteger a sus niños y contra cuáles no. GAVI tiene que poner un mayor esfuerzo para lograr reducir los precios, negociando de una forma más inteligente y transparente con las compañías farmacéuticas multinacionales y ayudando a agilizar la entrada de nuevos productores en el mercado de vacunas.
Ampliar la vacunación a niños mayores de un año: Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda vacunar a los niños mayores de 11 meses que pudieran haberse saltado las vacunas recomendadas, a día de hoy GAVI sólo compra vacunas para los programas de vacunación rutinarios destinados a niños de hasta un año de edad. Esto significa que un niño mayor de un año que llega a una clínica y no ha completado su calendario vacunal, no puede beneficiarse de unas vacunas que son vitales para él. Esto representa una oportunidad perdida para proteger plenamente a los niños contra enfermedades que durante la infancia pueden llegar a ser mortales, lo que a menudo causa brotes prevenibles de estas mismas enfermedades. GAVI debería revisar su apoyo a los Gobiernos para que éstos puedan implementar totalmente las recomendaciones de la OMS.
Incentivar el desarrollo de vacunas que no necesitan conservarse en frío todo el tiempo: Hoy, la gran mayoría de vacunas deben conservarse entre los 2 y los 8 grados centígrados hasta llegar a los niños. Esto requiere una logística de cadena de frío increíblemente complicada tanto para los Ministerios de Sanidad como para las organizaciones como MSF, ya que muchas campañas de vacunación se llevan a cabo en lugares donde las temperaturas superan fácilmente los 40 grados centígrados y donde el suministro eléctrico es inestable o inexistente. La vacuna MenAfriVac contra la meningitis A fue recientemente re-etiquetada, posibilitando conservarla hasta 40 grados centígrados durante hasta 4 días, lo que facilita enormemente los requisitos logísticos en lugares cálidos y remotos. Debe investigarse más sobre cómo otras vacunas podrían seguir este ejemplo, para facilitar la vacunación de los niños en zonas de difícil acceso. GAVI debe jugar un papel más activo a la hora de incentivar estos esfuerzos y conseguir de este modo que las vacunas más fáciles de utilizar puedan estar disponibles.
Pensamos que hay que felicitar a los miembros de GAVI por los muchos logros conseguidos a lo largo de los últimos diez años, pero también creemos importante que examinen de una forma más crítica las áreas en las que pueden mejorar y avanzar, concluye Kate Elder, asesora de Políticas Vacunales de la CAME de MSF. Creemos que una GAVI ambiciosa e inclusiva, que luche con todas sus fuerzas para remodelar los mercados, productos y precios, es fundamental a la hora de ayudar al mundo a alcanzar sus metas en materia de vacunación y para evitar numerosas enfermedades entre los más vulnerables.
En 2012, MSF vacunó a casi 700.000 personas contra el sarampión y a casi 500.000 contra la meningitis.