Mina, de 25 años, ha traído a sus hijos más pequeños a la nueva clínica móvil de MSF a las afueras de la ciudad de Kabul para que les vacunen. Esta madre de seis hijos ha caminado durante una hora desde su aldea para llegar a Buthkhak donde el equipo de MSF ofrece servicios de salud preventiva cada semana a las comunidades vecinas. «En nuestra aldea sólo tenemos médicos privados y nos cuesta bastante dinero ir a verles», afirma.
Kabul cuenta con una población de más de cinco millones de habitantes, habiéndose triplicado en los últimos diez años. Estos nuevos residentes son una mezcla variada de desplazados: personas que huyen del conflicto en las zonas más inseguras del país, migrantes económicos en busca de mejores oportunidades en la ciudad, retornados de los campos de refugiados de Pakistán, familias sin tierra y miembros de grupos minoritarias con una larga historia de marginación que luchan para hacerse un lugar dentro de la sociedad afgana. Muchos de ellos viven a las afueras de la ciudad y deben hacer frente a un acceso muy escaso a los servicios de salud.
Desde abril de este año, MSF ha estado realizando clínicas móviles preventivas en diez ubicaciones distintas en barrios marginales de Kabul, para llegar a las comunidades más aisladas. Las clínicas se centran en mujeres y niños menores de dos años; y han visto a casi 2.900 pacientes desde el inicio de las actividades. El equipo ofrece controles pre y posnatales y planificación familiar a las mujeres así como vacunaciones y exámenes nutricionales a los niños. Como la incidencia de tuberculosis es muy elevada en el país, a los pacientes con la enfermedad se les anima a que traigan a sus familiares a la clínica para que sean examinados.
«La sensación es bastante extraña», admite Lajos Jecs, enfermera de MSF a cargo del equipo móvil. «Aunque estamos en Kabul, en la capital, parece como si realmente estuviésemos muy lejos de la ciudad». El enfoque preventivo a la salud es importante pues hay muchas mujeres afganas que no son conscientes de la necesidad de controles prenatales. «No tienen ningún tipo de educación sanitaria. Muchas madres no saben como dar el pecho a sus bebés por lo que vemos a muchos niños desnutridos».
Los pacientes que necesitan seguimiento o tratamiento son referidos al hospital del distrito de Ahmad Shah Baba, situado al este de Kabul, donde MSF ha estado trabajando con el Ministerio de Salud Pública afgano desde 2009.
«Aunque tratamos a un número cada vez mayor de pacientes en Ahmad Shah Baba y en nuestros otros hospitales en Helmand, Kunduz y Khost, sabemos que muchas más personas no pueden ni siquiera llegar al hospital o a otros centros de salud debido a la distancia, la inseguridad o el coste del transporte», declara Benoit De Gryse, Representante del País de MSF en Afganistán. «Por esto queremos ir más allá de los muros de nuestro hospital y llegar algunas de estas comunidades aisladas».
Las clínicas móviles en la capital de Afganistán son el primer paso, pero De Gryse reconoce que ésta no ha sido una empresa fácil. «El proceso de negociación para lanzar las clínicas móviles ha sido largo. Tuvimos que hablar con los diferentes líderes comunitarios y religiosos y explicarles el concepto de clínica móvil preventiva. Desde entonces sin embargo, nos hemos ganado su confianza. Nos ayudan a promover y a explicar las clínicas móviles a sus comunidades e incluso utilizamos sus casas para ver a los pacientes».
«Otro reto es garantizar la seguridad de nuestro personal y de nuestros pacientes cuando vamos a estas zonas. Por este motivo, la aceptación de la comunidad es decisiva».