En la clínica 9 Mile, un centro de salud de un bullicioso asentamiento de Port Moresby, MSF ha empezado a ver a pacientes y a formar al personal local para proporcionar atención integrada a las víctimas de violencia sexual y familiar.
El primer mes el equipo ya ha tratado a docenas de personas y está previsto ampliar el proyecto a más centros de salud urbanos, y más centros de apoyo familiar de los principales hospitales de referencia de Port Moresby. Gracias a estos dos enfoques escalonados, las víctimas pueden recibir atención cerca de sus hogares en los centros urbanos, y cuentan también con acceso a una atención más exhaustiva en los centros de apoyo familiar en caso ser necesario.
Además, la organización tiene previsto trabajar con centros de salud y hospitales de referencia en más regiones remotas del país. El equipo proporcionará atención directa y supervisión clínica, con el objetivo de asegurar que más víctimas de violencia sexual y familiar en Papúa Nueva Guinea tengan acceso a la atención clínica que necesitan de forma apremiante.
Cerca de casa
La supervisora clínica Martha Pogo dice que es crucial que la atención se dispense lo más cerca posible de los hogares de quienes la necesitan, porque las víctimas no siempre pueden acceder fácilmente a los hospitales de referencia debido a un transporte deficiente o a la gravedad de sus heridas.
Una mujer embarazada de dos o tres meses a quien su marido había propinado una paliza vino a la clínica explica Martha. Había recibido golpes, patadas y puñetazos por todas partes, también en el abdomen. Vive a unas pocas casas de aquí, pero no pudo venir enseguida porque tuvo un aborto tras el incidente y sangraba mucho. Estaba tan débil que tenía que arrastrarse por el suelo. Cuando pudo ponerse en pie y dar un paso tras otro, poco a poco, entró andando a mi consulta y la examiné. Estaba agradecida de poder venir a nuestro centro y recibir ayuda, porque no tenía fuerzas para caminar hasta la parada del autobús.
Cinco servicios esenciales
El proyecto de Port Moresby parte de la experiencia de MSF en la segunda ciudad más grande del país, Lae, donde más de 13.000 víctimas de violencia sexual recibieron asistencia entre finales de 2007 y junio de 2013. Recientemente, la organización ha podido traspasar con éxito el proyecto de Lae al Departamento de Salud de Papúa Nueva Guinea, pero seguirá prestándole apoyo a distancia. En la clínica 9 Mile, Martha forma a responsables de enfermería para que proporcionen el mismo paquete mínimo de cinco servicios esenciales que se proporciona en Lae. Se trata de un protocolo de tratamiento simplificado que asegura que las pacientes reciban los tratamientos más urgentes en una sola sesión. Los cinco servicios comprenden: atención médica urgente de las heridas; primeros auxilios psicológicos; profilaxis para el VIH y medicación para otras enfermedades de transmisión sexual (ETS); anticoncepción de urgencia; y vacunación para prevenir la hepatitis B y el tétanos.
Aunque Martha está formando a personal de enfermería ya experimentado, hay varios huecos en sus conocimientos. Las pacientes también se sorprenden al saber que pueden prevenir el VIH si vienen al centro durante las primeras 72 horas tras haber sufrido la agresión sexual.
Martha afirma que en Lae, donde trabajó un año, hay mucho más conocimiento sobre la violencia sexual y se da mucha más importancia al tratamiento médico de las víctimas que en Port Moresby. Esta situación demuestra lo lejos que hemos llegado.
Algunas pacientes se han perdido un tratamiento urgente debido a la falta de conocimiento médico. La enfermera psicosocial Rolling Morgan explica que una pequeña de seis años, que había sido víctima de abusos sexuales por parte de un miembro de su familia, un año más tarde seguía padeciendo una ETS no tratada. Tras recibir tratamiento en la clínica 9 Mile sus síntomas empezaron a desparecer en el plazo de una semana.
Para una niña tan pequeña padecer una ETS crónica es terrible y descorazonador, admite Rolling. Que durante todo un año se pasease por ahí sin saber lo que le estaba sucediendo a su organismo, y que los médicos que vio no supiesen o no les importase lo que le pasaba, es escandaloso a todos los niveles. Sin embargo, fue maravilloso poder ayudarla proporcionándole al fin un tratamiento.
Necesidad de hablar
Además de dar atención médica directa, la clínica 9 Mile está adquiriendo reputación como un lugar seguro al que las víctimas pueden acudir y hablar, tanto si su agresión ha sido reciente como si la sufrieron hace tiempo.
Estamos en un asentamiento, esta no es necesariamente una zona segura, pero la clínica se está convirtiendo en un lugar al que las personas quieren venir para compartir sus historias con nosotros, porque saben que van a recibir atención de calidad, declara Rolling.
Martha Pogo recuerda que la primera paciente que trató el equipo de MSF en la clínica era una adolescente que había sido víctima de la violencia sexual hacía dos años, pero que nunca se había sentido cómoda para hablar de ello. No padecía ninguna afección medica, solo quería hablar con alguien. Tras dos años, sintió que éramos las personas indicadas con quienes hablar de lo ocurrido, añade Martha.
Impacto a largo plazo
En Port Moresby, MSF trabaja dentro de las instalaciones de salud existentes, apoyando y formando a los responsables de enfermería. La organización aprecia la buena disposición a colaborar y a aprender un nuevo enfoque que ha demostrado el personal y la dirección de las instalaciones médicas.
El equipo de MSF espera que los responsables de enfermería puedan formar a su vez a sus colegas, para que estén capacitados para ofrecer también los cinco servicios esenciales.
Me alegra mucho ver a estas jóvenes enfermeras tan apasionadas con algo nuevo para ellas y ver que son ellas las responsables. Con suerte esto va a significar que las víctimas de violencia sexual van a tener acceso a la atención médica que van a necesitar durante mucho tiempo. concluye Rolling.
Además del proyecto en Port Moresby, MSF trabaja en Tari gestionando un centro de apoyo familiar. MSF también presta atención primaria de salud y atención a la salud materno-infantil en el centro de salud de Buin, en Bougainville. MSF empezó a trabajar en Papúa Nueva Guinea en 1992.