Este año el día mundial de la lucha contra el sida ha tenido un lema ambicioso: «Llegar a cero.» Esto significa cero nuevas infecciones por VIH, cero discriminación a personas con el virus y cero muertes relacionadas al sida.
En los últimos años han habido muchos avances: el sida ya no es una sentencia de muerte. Cuando la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) se embarcó en esta lucha en el año 2000 – proveyendo tratamiento a un número reducido de personas en Tailandia, Sudáfrica y Camerún – muy pocos tenían acceso al tratamiento en los países en desarrollo. Miradas escépticas creían que no iba a ser posible brindar tratamiento ya que los antirretrovirales eran muy costosos y los sistemas de salud frágiles, pero los hechos han demostrado lo contrario. Hoy en día en los países en desarrollo más de ocho millones de personas con VIH reciben tratamiento antirretroviral, lo que les permite vivir vidas sanas y productivas.
El año pasado nueva evidencia científica – surgida de las investigaciones del médico argentino Julio Montaner y su equipo, basados en Canadá – mostró que iniciando a los pacientes tempranamente en el tratamiento se puede reducir la transmisión del VIH. Sabemos, además, que con tratamiento, se pueden reducir las posibilidades de contagio de madres seropositivas a sus hijos en un 95 por ciento.
Por otra parte, al menos en los papeles, existe un compromiso político: la comunidad internacional ha acordado incrementar el tratamiento de VIH para alcanzar a los millones de personas que aún no lo reciben.
Pero aún queda trabajo por hacer: solo un poco menos de la mitad de las personas que necesitan tratamiento lo reciben. Sin embargo, la meta de «llegar a cero» puede ser alcanzada si los países cumplen con sus promesas de hacer más por poner fin al sida, aunque el progreso de esta lucha se ve amenazado continuamente por las políticas inconsistentes de los gobiernos. En los últimos años, los fondos para esta causa se han visto afectados, incluso antes de la crisis económica global.
Los tratamientos antirretrovirales asequibles son el pilar de la respuesta mundial al VIH/sida. Gracias a la competencia de la industria de genéricos provenientes de India, el precio de las medicinas para el VIH han caído un 99 por ciento desde 2000. Más del 80 por ciento de las medicinas para el VIH comprada por los donantes proviene de la industria india de genéricos.
MSF también compra de la India la mayoría de los antirretrovirales que usa para tratar a 220.000 personas en 23 países alrededor del mundo.
Pero las políticas inconsistentes hacen más difícil lograr el éxito en la lucha contra el sida y amenazan los vitales medicamentos genéricos. En MSF, estamos particularmente preocupados por el Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico, una iniciativa liderada por los Estados Unidos y otros nueve países, incluyendo países en desarrollo como Perú y Vietnam.
Las negociaciones del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico están siendo llevadas a cabo en secreto, pero borradores del texto que se han filtrado muestran que Estados Unidos está pidiendo previsiones agresivas que sofocarían la producción de drogas genéricas menos costosas. Estados Unidos está haciendo presión a favor de reglas más duras que van a dejar a los productores de genéricos fuera del mercado y elevan los precios.
Dichas políticas amenazan la asequibilidad y el acceso a las medicinas para el sida y otras enfermedades. Estas medicinas pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte para las personas que viven con esta enfermedad en los países en desarrollo.
El Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico además tiene otras implicancias en el combate contra esta enfermedad. La capacidad del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria para brindar tratamiento a los siete millones de personas que lo necesitan depende de la provisión sostenida de drogas genéricas asequibles. Algunas de las provisiones del tratado van en contra de los programas mundiales de salud que los países firmantes apoyan.
La comunidad internacional debe recordar la importancia de proteger el acceso a medicinas genéricas, particularmente para pacientes con VIH, y asegurar que las negociaciones comerciales no vayan en contra de la salud pública. Llegar a cero no será posible de otro modo.