Un equipo médico-logístico de emergencia de Médicos Sin Fronteras (MSF) ha llegado el 31 de julio a la población de Kibaale, en el oeste de Uganda, para intervenir en el brote de fiebre hemorrágica del Ébola que se ha declarado en el país.
El brote, confirmado por el propio Gobierno ugandés y la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado sábado 28 de julio, ha causado al menos 14 muertos y se calcula que hay una veintena de personas contagiadas.
Las prioridades en una intervención de este tipo son, entre otras, la identificación y el cuidado de los pacientes y de sus contactos para poder controlar la epidemia, identificar las cadenas de transmisión de la enfermedad para limitar su expansión y asegurar que los servicios médicos de urgencia siguen funcionando.
En este tipo de intervención, lo esencial es la rapidez de respuesta para encontrar el foco y aislarlo, afirma Olimpia de la Rosa, responsable del equipo de emergencias de MSF desplazado a Uganda por el Ébola. Según de la Rosa, también fundamental cuidar a los cuidadores, esto es, ayudar y trabajar codo con codo con los equipos sanitarios nacionales que ya están luchando para frenar la propagación del virus.
La fiebre hemorrágica del Ébola está causada por un virus que fue detectado por primera vez en 1976 en Zaire (hoy República Democrática del Congo) y en la provincia de Ecuatoria Occidental de Sudán (hoy Sudán del Sur).
El virus se contagia por contacto directo con la sangre, líquidos orgánicos o tejidos de las personas infectadas, por lo que las medidas de control de la infección son cruciales para limitar la magnitud de su letalidad.
MSF trabaja en programas médico-humanitarios en Uganda desde 1986. En la actualidad, la organización lleva a cabo proyectos de desnutrición, VIH/sida y enfermedad del sueño en distintas zonas del país.