¿Por qué resulta tan difícil alcanzar y mantener una buena cobertura de inmunización en áreas remotas, o allí donde los sistemas de salud presentan grandes limitaciones?
El doctor Michel Quéré, consultor médico de MSF para los programas de Níger, Chad y RDC, explica por qué las vacunas existentes en la actualidad dificultan aún más el acceso a las poblaciones aisladas.
Nuestros programas de actualización de vacunas tienen bastante éxito, la idea es administrar a los niños las vacunas que no se han puesto, por ejemplo la del sarampión o la pentavalente. Los buenos resultados se deben a los grandes esfuerzos que pusimos en las actividades de información y sensibilización en la comunidad, explicando cuándo se realizarían las vacunaciones, los grupos de edad a los que iban destinadas, y la importancia que tenía. Y, además, el personal de enfermería que contratamos localmente desarrolló una tarea fundamental.
¿Qué otros aspectos contribuyen a los buenos resultados?
Sin duda también se lograron esos buenos resultados debido a que disponemos de un considerable apoyo logístico. Contamos con grandes instalaciones de almacenamiento, equipos de refrigeración y envases de hielo para mantener las vacunas en la cadena de frío, y también contamos con los medios de transporte para llevarlas a las comunidades y con los logistas que aseguran, en la medida de lo posible, que todo vaya sobre ruedas.
¿Cuáles son las dificultades?
Hay vacunas cuya administración requiere diferentes dosis, y varios meses para obtener la protección completa. Eso supone, por ejemplo, que para asegurar la protección total de un niño con la vacuna pentavalente, hay que localizar al niño en tres momentos distintos de modo que pueda recibir las tres dosis de la vacuna. Y si además se están proporcionando otras vacunas, entonces las edades a las que necesita vacunarse no coinciden necesariamente, por lo que se tienen que realizar cinco visitas por separado para cada niño menor de un año.
Tener acceso a los niños dispersos a lo largo de las enormes zonas aisladas donde viven representa un desafío: las carreteras suelen estar en mal estado y algunos de los puestos de salud, como en República Democrática de Congo, por ejemplo, están tan aislados, o implican tantos riesgos de seguridad, que sólo puede llegarse por medio de trasporte aéreo.
Otro reto es el de mantener la cadena de frío cuando la temperatura exterior es de 45º C. Para las autoridades nacionales de salud, en algunas áreas aisladas, es muy difícil garantizar el mantenimiento de equipos de refrigeración operativos, y por consiguiente se necesitan producir más envases de hielo para que las vacunas se mantengan en buen estado hasta que lleguen a los niños. Es imaginable la cantidad enorme de envases de hielo que se necesitan, así que sólo el hecho de llevar las vacunas a las comunidades representa un enorme esfuerzo logístico en sí mismo.
¿Cuentan los países con todos estos medios para llevar a cabo las vacunaciones?
Los gobiernos o las autoridades locales apenas poseen los medios para llevar a cabo todo esto. Puede que sólo se cuente con un profesional de enfermería disponible para prestar atención a una población de 10.000 personas, que puede aumentar a 50.000 en algunas zonas de Níger, y aún así él o ella no tienen acceso a ningún medio de transporte.
Así que está muy claro que necesitamos simplificar las cosas. Lo ideal es contar con una vacuna que pueda tomarse por vía oral. De ese modo, se podrá administrar de manera más simplificada, incluso por parte de los trabajadores de salud comunitarios, y así ampliar muchísimo su disponibilidad, superando la escasez de personal sanitario. Además, necesitamos solucionar el problema de la necesidad de una cadena de frío ya que supone una carga tremenda en términos de recursos.
A menos que las vacunas se simplifiquen para que estén mejor adaptadas a las condiciones del terreno, nunca podremos controlar estas enfermedades mortales y siempre tendremos que intervenir en brotes que no hemos podido prevenir mediante programas de inmunización eficaces.
¿Cuál es la situación actual respecto a esto?
Por desgracia, no ha habido grandes avances al respecto durante los últimos 20 o 30 años. Y a menos que se produzcan algunos cambios, no es probable que cumplamos nunca los objetivos de cobertura del programa de inmunización extendido. Añadir nuevas vacunas al lote tampoco va a acercarnos más a lograr ese objetivo.
Claro que resultaría caro desarrollar y proporcionar herramientas mejor adaptadas. Pero es mucho más caro tener que atender las epidemias y los brotes de algunas enfermedades, así como a los niños enfermos que se vuelven más vulnerables a otras afecciones como la desnutrición, de modo que el gasto adicional debe verse recompensando con otras ganancias. Eso dejando a un lado el asunto fundamental de si se puede poner un precio a la posibilidad de salvar la vida de un niño.