La última ola de violencia intercomunitaria ha forzado a miles de familias a huir de sus casas para tratar de esconderse en el campo, en el estado de Jonglei (Sudán del Sur). Dos centros de salud de Médicos Sin Fronteras (MSF) han sido también blanco de los ataques, por lo que la organización se ha visto obligada a suspender temporalmente sus tan necesarias actividades médicas en la región de Pibor.
Durante la última semana, miles de personas han tenido que huir de Lekongole y Pibor, y se encuentran actualmente en el campo, a la intemperie y asustados, explica Parthesarathy Rajendran, jefe de misión de MSF en Sudán del Sur. Tuvieron que huir precipitadamente, así que no cuentan con agua ni alimentos, sin duda algunos están heridos, y en estos momentos están solos, escondidos, sin que podamos hacerles llegar asistencia humanitaria.
El poblado de Lekongole ha sido completamente arrasado, mientras que un equipo de MSF que evaluaba la situación en Pibor el pasado 28 de diciembre se encontró con un pueblo fantasma, del cual prácticamente todos los habitantes habían huido. Mientras los desplazados permanezcan escondidos en la zona de matorral, MSF no puede acceder a ellos para curar heridas, tratar enfermedades o proporcionar atención médica primaria. Cuanto más tiempo estén ocultos, más crítica se volverá la situación para los heridos o enfermos.
Durante el brote de violencia, dos centros de atención médica de MSF sufrieron daños y fueron saqueados: la clínica de Lekongole, el 27 de diciembre, y el pequeño hospital de Pibor, el día 31. En principio, la tercera clínica de MSF en la zona, situada en el poblado de Gumruk, no se ha visto afectada. Estos tres centros proporcionan la única atención médica disponible para los 160.000 habitantes de la región de Pibor, y aparte de ellas, el siguiente centro médico más cercano se encuentra a más de 100 kilómetros de distancia.
MSF expresa su más dura condena contra el ataque deliberado de centros de salud que prestan una asistencia neutral e imparcial. La organización lleva tres décadas proporcionando servicios médicos en Sudán del Sur, y lo ha hecho desde la neutralidad, trabajando en muchas comunidades del país y atendiendo a todas aquellas personas que requirieran cuidados médicos, independientemente de su etnia, religión o afiliación política. Ya en agosto de 2011, el centro de salud de MSF en Pieri (también en el estado de Jonglei pero más al norte) fue saqueado e incendiado; tras aquel ataque, MSF atendió a 157 heridos, en su mayoría mujeres y niños.
El pasado 23 de diciembre, poco antes de la última ola de violencia, diez miembros del equipo internacional de MSF fueron trasladados a Juba y la organización recomendó a sus 156 trabajadores locales que abandonaran la zona. A pesar de que MSF ha logrado contactar con algunos de ellos, muchos no han podido ser localizados debido a que han partido en compañía de sus familiares y vecinos. Se desconoce su paradero y MSF está profundamente preocupada por su seguridad.
MSF está dispuesta a regresar y reanudar sus actividades para brindar atención médica de emergencia de inmediato.
En este momento existen varias situaciones de crisis evolucionando en distintas partes de Sudán del Sur, apunta Rajendran. Nuestro personal médico también está respondiendo a la crisis de los refugiados que huyen del conflicto en el vecino Sudán. Son síntomas que nos recuerdan que, a pesar de la independencia, Sudán del Sur es escenario de emergencias agudas, y que por tanto proporcionar una respuesta humanitaria de emergencia sigue siendo una prioridad absoluta
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MSF comenzó a trabajar en Sudán en 1978. Inició actividades en la región que actualmente es Sudán del Sur en 1983. En la actualidad, MSF trabaja en 8 de los 10 estados de Sudán del Sur, brindando atención médica humanitaria en 15 proyectos, con alrededor de 2.500 trabajadores nacionales y 200 internacionales.
Las clínicas de MSF (o apoyadas por MSF) atienden a diversas comunidades y ofrecen servicios gratuitos para todos. En 2010, el personal de MSF en el país llevó a cabo 588.000 consultas externas, con 18.000 hospitalizaciones, 37.000 casos de malaria tratados, 20.000 partos asistidos y 26.000 niños menores de 5 años con desnutrición atendidos.