Los campos de refugiados de Dolo Ado están al límite de su capacidad, a la espera de que se abra uno nuevo en las próximas semanas. A menos que las agencias de ayuda aumenten urgentemente su capacidad asistencial, habrá problemas para cubrir las necesidades de los refugiados somalíes que no cesan de llegar a Etiopía.
Las tasas de desnutrición y de mortalidad están justo por debajo de los niveles de crisis en los campos de refugiados en el sur de Etiopía. Hoy por hoy, la capacidad de recibir a más personas y ofrecerles comida, atención nutricional y médica, servicios de agua y saneamiento y otros servicios necesarios es del todo insuficiente, explica Wojciech Asztabski, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en los campos de Dolo Ado, cerca de la frontera con Somalia.
Actualmente los campos acogen a unos 130.000 somalíes que han huido del hambre y el conflicto en su país. En las última semanas, el número de refugiados que cruzan a Etiopía ha aumentado a unos 300 al día, cantidad no registrada desde julio.
Este aumento sugiere que la situación de la gente en Somalia sigue siendo muy vulnerable. Casi todos los refugiados afirman que se fueron de su país por la absoluta falta de comida y la creciente inseguridad.
«No quería irme de Somalia, pero el hambre y los combates hacían la vida demasiado difícil, declara una madre de 39 años recién llegada a los campos de Etiopía. Mi marido y mi madre todavía están en Somalia, no teníamos suficiente dinero para viajar, por lo que emprendí el viaje sola con mis cuatro hijos. Viajamos en una carreta tirada por un burro durante siete días y siete noches. Ahora mi hijo está muy enfermo, no puede comer y cada día está más débil».
Instalaciones al límite
En colaboración con otras organizaciones y las autoridades etíopes, MSF presta asistencia en los campos de refugiados etíopes desde 2009. Desde el mes de mayo, la organización médico-humanitaria no ha dejado de ampliar sus programas para paliar la situación e intentar situar las tasas de mortalidad por debajo del umbral de la emergencia, pero la crisis de los refugiados somalíes dista mucho de haber terminado.
Esperamos que miles de personas más crucen en las próximas semanas, añade Asztabski. El centro de acogida y el campo de tránsito, donde la gente se queda hasta que puede ser reasentada en uno de los campos de refugiados, enseguida se llenan.
El campo de tránsito actualmente acoge a más de 6.000 personas, un número que se espera que aumente en miles de personas más a la semana en un plazo inmediato. No hay suficientes letrinas, ni refugio, ni agua potable. Necesitamos ampliar nuestra capacidad sobre el terreno con urgencia, añade el coordinador de MSF en Dolo Ado.
Los campos de refugiados a los que la gente es referida tras pasar por el centro de tránsito están llenos, y los centros de recepción y de tránsito no están equipados para albergar a personas durante un tiempo prolongado. Unos niveles insuficientes de cobijo, agua y saneamiento debilitarán aún más a una población ya vulnerable.
«Este lugar es la causa de que enfermemos, afirma un refugiado en el campo de tránsito. Llevamos aquí 14 días y nos sentimos seguros, pero no tenemos donde dormir. Las tiendas están abarrotadas. Los niños y las mujeres están más débiles que los hombres, y aquí caen enfermos.
Ampliación urgente
Los equipos de MSF están preparados para dar asistencia vital durante un periodo prolongado. La organización apela a las autoridades etíopes a que sigan facilitando las importaciones de medicamentos y materiales, y que permitan el apoyo necesario por parte de personal internacional experimentado.
También es urgente que otras agencias aumenten su capacidad de asistencia. En las próximas semanas está prevista la apertura de un nuevo campo. En las circunstancias actuales, hay que redoblar esfuerzos para que se pueda adelantar su apertura y reducir así la carga del campo de tránsito.
La sequía que afecta al Cuerno de África ha tenido un gran impacto sobre la población somalí víctima de 20 años de conflicto y de la falta de desarrollo y los servicios más básicos. MSF trabaja en Somalia desde 1991. Los equipos asisten a personas dentro del país y a refugiados somalíes en Etiopía y Kenia. Actualmente, MSF trata a más de 22.000 niños en sus programas nutricionales y hasta el momento ha vacunado de sarampión a más de 126.000 personas, a pesar de las importantes dificultades a las que se enfrenta.