Varias compañías farmacéuticas han abandonado los programas de reducción de precios de sus medicamentos antirretrovirales (ARV) en países de renta media, donde hay millones de personas con VIH/sida que necesitan continuar sus tratamientos a precios asequibles.
Así lo constata el informe Untangling the Web of ARV Price Reductions , publicado por la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) con motivo de la Conferencia de la Sociedad Internacional sobre sida (IAS, por sus siglas en inglés) que se celebra actualmente en Roma.
El informe, publicado anualmente y que analiza la evolución de los precios de 23 fármacos antirretrovirales a partir de la información proporcionada por 19 fabricantes, demuestra la continua tendencia a la baja de los ARV no bloqueados por patentes, y también las diferencias cada vez más grandes existentes entre los precios reducidos cobrados a los países catalogados como menos desarrollados y los precios aún muy elevados que deben pagar los países de renta baja y media.
Mientras se dan avances constantes en la reducción de precios para los países más pobres, un número significativo de personas con VIH/sida viven en países que se han quedado fuera de los programas de rebajas de precios, explica Nathan Ford, director médico de la Campaña para el Acceso a Medicamentos Esenciales (CAME) de MSF.
Excluidos por las farmacéuticas
Por ejemplo, Tibotec/Johnson & Johnson excluye de tales programas a todos los países de renta media; a su vez, Abbott deja fuera de las rebajas de uno de sus medicamentos a los países de renta baja y media. ViiV (Pfizer + GlaxoSmithKline) ya no cuenta con programas de rebaja para países de renta media, aunque estén financiados por el Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis o por el Plan Presidencial de Emergencia de Respuesta al Sida de Estados Unidos (PEPFAR pos sus siglas en inglés).
En esta misma línea, Merck acaba de anunciar que no habrá descuentos para su nuevo fármaco raltegravir para 49 países de renta media, una lista en la que se incluyen países con elevadas cifras de personas con VIH/sida, como India, Indonesia, Tailandia, Vietnam, Ucrania, Colombia o Brasil. Este último país, por ejemplo, paga 5.870 dólares por paciente y año por el raltegravir; en los países menos desarrollados, Merck rebaja el precio a 675 dólares, lo que de hecho ya cuadruplica el precio de la triterapia de primera línea recomendada (TDF/3TC/EFV).
La lucha de las patentes
MSF inició programas de tratamiento de VIH/sida en Latinoamérica y Asia hace más de 10 años, pero traspasó muchos de ellos a los ministerios de salud una vez confirmado que podían hacerse cargo de las cohortes de pacientes. Estas personas llevan años en tratamiento, y por tanto ahora necesitan acceder a nuevos regímenes de medicamentos, pero las patentes impiden que estas nuevas terapias sean genéricas, y con ello el abaratamiento de su precio.
Los programas de rebaja de precios de las empresas farmacéuticas han demostrado no ser una solución a largo plazo, apunta Janice Lee, referente de farmacia para VIH/sida de la CAME. Cuando se interpongan las patentes y las empresas farmacéuticas se nieguen a reducir precios, los países tendrán que emitir licencias obligatorias con el fin de poder mantener con vida a sus pacientes de VIH/sida.
Las licencias obligatorias emitidas por Tailandia y Brasil para medicamentos antirretrovirales en 2006 y 2007 ayudaron a rebajar drásticamente los precios en un momento en el que las patentes se habían convertido en una barrera para el acceso de los pacientes a los medicamentos que necesitaban para sobrevivir. Pero a pesar de que las licencias obligatorias están permitidas por las leyes internacionales de comercio, estos países han sufrido represalias tanto de empresas farmacéuticas como de otros países donde éstas tienen influencia.
Ventajas de la competencia de genéricos
No obstante, el informe de MSF también confirma avances positivos: gracias a la competencia de los genéricos, el tenofovir, un fármaco esencial para las triterapias, cuesta ahora 76 dólares por paciente al año, más barato que la zidovudina (AZT), que cuesta 88 dólares. Esto supone que la terapia combinada a base de tenofovir ha reducido su precio en un 70%, de 613 dólares por paciente y año en 2006 a 173 dólares en la actualidad.
Esto facilita el cumplimiento de las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hace cinco años recomendó la sustitución de las terapias combinadas basadas en la estavudina (d4T, un fármaco con efectos secundarios a largo plazo) por terapias basadas en el tenofovir.
Cuando las patentes no constituyen una barrera a la producción de versiones genéricas, los precios se reducen constantemente, y estas reducciones incrementan las posibilidades de que pueda cumplirse el nuevo objetivo de cobertura global de tratamiento establecido por Naciones Unidas: 15 millones de personas con acceso a terapia en 2015, recuerda Lee.