El valle de Swat era conocido como la Suiza de Pakistán, un lugar donde las familias pasaban los fines de semana paseando por las montañas y disfrutando de un picnic en las laderas de los ríos. Desde 2008, la situación en la zona ha sido tensa y violenta por el conflicto entre las milicias y el ejército, pero lo último que la población de Swat podía esperar eran las grandes inundaciones de las últimas semanas y sus terribles consecuencias.
Cuando las lluvias torrenciales y las inundaciones asolaron el noroeste de Pakistán hace casi tres semanas, pudo comprobarse que el valle de Swat no estaba preparado para resistir un desastre de esas proporciones. Enormes puentes de hormigón, carreteras y edificios fueron arrasados por torrentes de agua y el grado de destrucción que sufrió toda la zona fue enorme. A día de hoy, sigue presente la preocupación inicial por el número de personas muertas y por llegar hasta los supervivientes, pero sobre todo empiezan a alarmar todos los aspectos relacionados con las enfermedades provocadas por el agua contaminada.
Las inundaciones han destrozado la red eléctrica, lo que significa que las plantas de tratamiento de agua tampoco funcionan normalmente. En Mingora, la capital de Swat, la mayoría de sus 400.000 habitantes no tiene acceso a agua potable. Por ello, en una zona donde hay casos de cólera cada año, hacer llegar el agua potable a la población es de vital importancia.
Hemos identificado una fuente de agua y en colaboración con la comunidad local extraemos, filtramos, cloramos y distribuimos el agua afirma Azzura Dinca, encargado del agua y saneamiento para MSF en Swat. MSF y un gran abanico de organizaciones nacionales e internacionales distribuyen a diario 200.000 litros de agua purificada en la zona.
El agua se reparte en tanques en diferentes puntos de la ciudad para que la gente de todos los barrios tenga acceso a ella. Además, MSF también proporciona agua a la comunidad a través de los propios ciudadanos, que se encargan de echar una mano y de distribuirla al resto de la población.
Como algunas personas de la ciudad seguían teniendo acceso a su propia fuente de agua, les hemos ofrecido un generador para que puedan utilizarlo durante un par de horas a cambio de que compartan el agua con sus vecinos , cuenta Josep Prior Tio, coordinador de las actividades de MSF en el valle de Swat. La respuesta de la comunidad ha sido bastante buena, especialmente en los barrios con acceso complicado para los camiones de agua. Las mezquitas, los colegios y muchas personas están proporcionando agua potable a su comunidad.
Esta solidaridad ilustra cómo los paquistaníes de a pie han reaccionado a las inundaciones. Muchos han ofrecido cobijo, comida y hasta dinero a los vecinos y familiares que han perdido todo. El agua es sólo una más de las muchas cosas que los paquistaníes están deseando poder compartir con sus vecinos, pues saben que la salud de su comunidad depende de la solidaridad de sus ciudadanos.
Tras las inundaciones, prevenir las enfermedades relacionadas con el agua es la prioridad número uno para MSF. Actualmente ya puede verse un aumento significativo de los casos de diarrea, y hay que tener en cuenta que esta es una zona endémica de cólera, así que tenemos que estar permanentemente alerta antes cualquier indicio que pueda suponer el inicio de una epidemia, comenta Prior. Sin acceso a agua potable, una enfermedad como el cólera se puede extender como el fuego. Cuando un paciente con diarrea aguda es ingresado en el hospital donde MSF trabaja, los sanitarios y los expertos en agua y saneamiento comparten la información que disponen con el resto del equipo para tratar de localizar de dónde vienen los enfermos.
Una vez hemos identificado varios casos del mismo barrio, nos centramos en esa zona añade Azzura Dinca. Por ejemplo, hoy estamos instalando un depósito hinchable de 15,000 litros en Tahir Abad, un barrio pobre y muy afectado de Mingora. Varias personas de esta zona vinieron al hospital con diarrea aguda, así que supimos que algo no iba bien allí.
Los pozos estaban contaminados cuando el agua asoló el área y la gente tenía que andar largas distancias para recoger agua potable, así que resulta sencillo darse cuenta de porque qué la gente estaba bebiendo agua en mal estado, comenta Prior.
En 2008, la zona ya se topó con condiciones parecidas: durante los duros enfrentamientos entre las milicias y el ejército, el suministro de electricidad se cortó para todo el valle de Swat y alrededor de un millón de personas se quedaron sin luz. Ese año hubo una epidemia de cólera que afectó a más de 4.000 personas, incluyendo 2.500 casos severos que tuvieron que ser hospitalizados, así que esto no es ni mucho menos nuevo para la gente del lugar.
Ahora estamos intentando evitar que no se repita aquella situación asegurándonos de que la población en las zonas más afectadas tenga acceso a un mínimo de agua potable, cuenta Josep Prior Tio. Nos estamos preparando para lo peor, por eso hemos montado tiendas al lado del hospital por si hay un incremento en el número de pacientes de diarrea y cólera, pero esperamos no tener que utilizarlas. Irónicamente, ya usamos las mismas tiendas en el mismo lugar para una emergencia médica diferente cuando atendimos a los heridos que provocaron los enfrentamientos de 2008, concluye Prior.