Durante toda la ofensiva israelí en la Franja de Gaza, Sana Rajab y Mohamed Abu Abed Mughaiseeb, estuvieron en el centro sanitario puesto en marcha por MSF. Ella enfermera, él médico, son sobre todo palestinos de la Franja de Gaza. Cada uno de nosotros, sin excepción, ha sufrido esta guerra, recuerdan.
Todo empezó el 27 de diciembre de 2008. Eran las 11 de la mañana cuando comenzaron los bombardeos. Era sábado, cuenta Abu Abed. En un momento hubo muchos heridos. Era un caos. Fuimos a los hospitales a evaluar las necesidades médicas. Gracias al stock para emergencias que MSF ya tenía en la zona, pudimos hacer donaciones de medicamentos y material médico.
Rápidamente, mientras la ciudad de Gaza estaba bajo las bombas, el equipo médico de MSF reabrió su clínica postoperatoria donde se trata a los heridos operados de urgencia en los hospitales que necesitan un seguimiento médico. Por culpa de los bombardeos, explica Sana era muy difícil desplazarse para los pacientes y para el personal de MSF. Entonces distribuimos kits médicos de urgencia a nuestros colegas para que pudieran prestar atención médica en sus barrios.
A pesar de los fuertes combates, se aceptaron de 60 a 70 pacientes diarios en la ciudad de Gaza. Se trataba de personas heridas que necesitan cuidado médico, pero también algunas personas que sufrían enfermedades normales o crónicas que no tenían acceso al tratamiento por la inseguridad.
Después de 22 días de ofensiva israelí, el alto al fuego permitió a los equipos de MSF desplegar la ayuda en la Franja de Gaza. Se instaló un hospital de campaña hinchable para dar atención secundaria quirúrgica y reanudar la atención a los personas heridas durante los combates. En dos semanas de actividades, unos 40 pacientes fueron operados, sobre todo por quemaduras, heridas infectadas y también con cirugía ortopédica.
Hoy, la guerra ha dejado paso a las secuelas de la guerra
Actualmente, Sana forma parte de los equipos móviles que vuelven a los barrios más afectados por la violencia y las diferentes estructuras de salud, para identificar y referir a los pacientes al hospital de MSF. Abu Abed, coordina los programas médicos de MSF en la Franja de Gaza. Los dos siguen afectados por el trauma sufrido por la población palestina.
Sana explica el mal momento que pasó al escuchar a un hombre herido. Había recibido un disparo en un brazo. Tres de sus hermanos y su única hermana habían muerto. No podía dejar de hablar. Yo le escuchaba y le seguía escuchando. Era muy doloroso.
Abu Abed: Hay cosas que cuesta entender. Durante los bombardeos, el ejército israelí decretó una tregua de tres horas al día. ¡Había niños que esperaban esa calma relativa para ir al baño! Te imaginas a un niño de 5 años, tan atemorizado que le pregunta a su madre cuándo es la tregua para ir al aseo.
Los recuerdos se encadenan. La conversación se anima. Si rememoráramos todas las historias trágicas no dejaríamos de hablar nunca, asegura Sana.
Hoy, la guerra ha dejado paso a las secuelas de la guerra. A las heridas físicas se suman las psicológicas. El programa de salud mental de MSF, que existe desde hace varios años en Gaza, ofrece hoy apoyo psicológico a los miembros de los equipos que han prestado atención médica de emergencia en primera línea de fuego.
Joven o viejo, rico o pobre, blanco o negro, musulmán o de otra religión, la guerra nos ha afectado a todos, concluye Abu Abed. Muchos fueron heridos, otros perdieron a un hermano o amigo, otros pedieron su casa… Cada habitante de Gaza, sin excepción, ha sufrido la guerra.