A medida que aumenta el calor veraniego en Afganistán, las condiciones se vuelven cada vez más difíciles para alrededor de 100.000 personas desplazadas que se refugian en las afueras de la ciudad de Herat. Al mismo tiempo, la asistencia humanitaria está reduciéndose y los suministros de agua se están agotando.
El año pasado, las personas huyeron de sus pueblos en el noroeste de Afganistán durante una grave sequía y la escalada en los enfrentamientos entre los grupos armados de oposición y las fuerzas de seguridad afganas. Un año después, la sequía ha terminado, pero no pueden regresar a sus hogares debido a la continua inseguridad.
«En verano, las personas desplazadas solo tienen sus tiendas de campaña para protegerse del sol, que están instaladas en la tierra de los asentamientos en Herat», explica Raphaël Torlach, nuestro coordinador del proyecto en Herat. “Su suministro de agua es inadecuado y su acceso a la atención médica y los servicios básicos es muy limitado. Nos preocupa mucho que la asistencia humanitaria se reduzca y no se pueda mantener».
Las personas desplazadas, que provienen de las provincias de Herat, Faryab, Badghis y Ghor, han tenido alimentos, agua, saneamiento y atención médica insuficientes desde que buscaron refugio fuera de la ciudad de Herat, pero la reducción en el suministro de agua en las últimas semanas ha hecho que deban pedir agua en el vecindario para poder beber y lavar.
«Estamos luchando por sobrevivir en medio de todas estas dificultades», lamenta Mohamad, quien huyó de su pueblo en la provincia de Faryab hace un año debido a los constantes enfrentamientos en su tierra. «Nunca había pasado un momento tan malo en toda mi vida. No tenemos ingresos, ni refugio, todos estamos enfermos, hace mucho calor y no tenemos agua potable».
Después de que el hijo de 2 años de Mohamad comenzara a tener fiebre, dolor de estómago y una erupción en la lengua, llevó al niño a nuestra clínica en Kadhestan, donde se establecieron las personas desplazadas. Hemos estado gestionando la clínica desde diciembre de 2018 para brindar atención médica básica; donde realizamos vacunaciones, pruebas de detección y tratamiento para la desnutrición. También contamos con una ambulancia para trasladar al hospital a personas con necesidad de una atención médica especializada.
«Durante el invierno, la mayoría de nuestros pacientes acudieron a la clínica por enfermedades respiratorias«, explica nuestra doctora Hazada Barez. “Pero ahora que la temperatura está aumentando, las personas sufren trastornos del sistema digestivo como diarrea y vómitos. Las condiciones médicas de nuestros pacientes están relacionadas con las precarias condiciones de saneamiento, la escasez de agua potable y la falta de protección contra las picaduras de insectos».
A pesar de que las condiciones son cada vez más desesperadas en los asentamientos, las personas desplazadas no pueden regresar a sus hogares debido al conflicto actual. «La carretera de nuestra zona está bloqueada», dice Delaram, una mujer de 40 años, que huyó de la provincia de Baghdis con su familia, hace 11 meses. “Cuando se vuelva a abrir, volveremos; pero por ahora es imposible».
Reconociendo las continuas necesidades de los desplazados, en Médicos Sin Fronteras decidimos aumentar la asistencia médica en la clínica.
Pedimos que se mantenga la asistencia humanitaria.