Desde que empezó el conflicto en Siria, decenas de miles de personas han buscado refugio en los países vecinos. Ante la afluencia de refugiados que cruzan la frontera libanesa, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha ampliado sus actividades en Wadi Khaled, Trípoli y el valle de la Bekaa, en el norte del país. Así lo cuenta Laurent Ligozat, director adjunto de operaciones de MSF, a su regreso de Líbano.
De las 27.000 personas oficialmente registradas por el alto comisionado de naciones unidas para los refugiados (ACNUR) en el Líbano, más de 20.700 son sirios que han huido del conflicto en su país. La mayoría de estos refugiados se encuentran en el norte de Líbano y en el valle de la Bekaa. Algunos han sido acogidos por familiares o por las comunidades locales, otros viven en edificios públicos o casas abandonadas. Gran parte de ellos no poseen nada y vivir dignamente es una lucha diaria. Para los servicios de salud y las ONG locales, también se trata de una situación difícil.
El conflicto en Siria no amaina. Los disparos de la artillería, la huida en busca de un lugar seguro y el reasentamiento en Líbano han sido experiencias profundamente traumáticas tanto para los adultos como para los niños. Vivencias como la pérdida de seres queridos o de sus casas no dejan de perseguirles. A un gran número de ellos les invaden sentimientos de miedo, inseguridad e incertidumbre de cara al futuro. Y a ello se suman las dificultades económicas a las que deben hacer frente.
Cubrir vacíos sanitarios
Los servicios médicos libaneses carecen especialmente de atención de salud mental. En noviembre de 2011, nuestros equipos empezaron a realizar consultas psicológicas y a organizar grupos de apoyo, sesiones psicoeducativas y de terapia familiar en el norte de Wadi Khaled, cerca de la frontera siria, al noreste de Líbano. Ante el creciente número de familias sirias llegadas a Trípoli, en el noroeste del país, también ampliamos nuestras actividades en el hospital de Dar al Zahraa y en el hospital gubernamental de Trípoli, donde ofrecemos atención psicológica y psiquiátrica, así como atención primaria de salud, vacunaciones y tratamiento de enfermedades crónicas y agudas, tanto a la población siria como a la libanesa. Trabajamos también en el valle de la Bekaa, el principal paso para las personas que huyen de la violencia en Siria. Los equipos médicos de MSF han realizado más de 4.600 consultas de atención primaria y más de 900 consultas psicológicas y psiquiátricas individuales, todas ellas gratuitas. Asimismo hemos cubierto los gastos de hospitalización de 86 urgencias médicas, incluidos partos, diálisis y operaciones vitales.
La colaboración con ONG locales ha sido crucial para poder asistir a grupos de refugiados vulnerables y para facilitarnos locales donde poder organizar nuestros servicios médicos.
Solidaridad libanesa
Las comunidades locales, tanto en Wadi Khaled como en el valle de la Bekaa, han sido de gran ayuda para aliviar la carga de los refugiados sirios. Reina un gran sentido de la solidaridad y muchas personas han abierto las puertas de su casa a los refugiados, compartiendo con ellos su espacio y su comida.
Pero todavía son muchos los recién llegados que necesitan techo y cobijo. En marzo ayudamos a rehabilitar cinco edificios públicos para poder acoger a familias sirias en la ciudad fronteriza de Aarsal. El alojamiento de los refugiados es un serio problema, sobre todo en Aarsal y en Trípoli, a donde siguen llegando sin cesar y la capacidad de acogida está saturada. En algunas casas que he visitado, ya había dos o tres familias viviendo en una o dos habitaciones.
Sin recursos
Los refugiados sirios a menudo llegan apenas con lo puesto. Su situación económica puede deteriorarse muy rápidamente, pues la mayoría de ellos no consigue encontrar trabajo. Necesitan lo más básico, como alimentos, leche y pañales para bebés, artículos de higiene, utensilios de cocina, colchones y mantas. Entre enero y mayo, suministramos artículos de primera necesidad, como carburante y madera para quemar, a casi 2.150 personas en la región montañosa de Aarsal.
Entre los refugiados, vemos muchas patologías ósteomusculares, infecciones respiratorias agudas y enfermedades de la piel. Algunas de estas afecciones puede deberse a las malas condiciones de vida. El invierno pasado, las familias refugiadas en Aarsal vivían en edificios en construcción y no tenían posibilidad de protegerse de la nieve y las bajas temperaturas. Otras carecían de acceso a agua corriente.
Las personas con enfermedades crónicas también son especialmente vulnerables, pues a menudo se ven obligados a huir de Siria sin sus medicamentos habituales y no encuentran la forma de volverlos a conseguir. Hemos tratado algunos casos graves en Trípoli: por ejemplo, tuvimos que amputarle un dedo del pie a un paciente por una complicación provocada por su diabetes, y nos llegó otro paciente hipertenso con una hemiplejia y un lado del cuerpo paralizado.
Experiencias traumáticas
Los niños son particularmente vulnerables. Muchos han sufrido la desaparición de miembros de su familia y la muerte de seres queridos y amigos. Han sido testigos de masacres y combates. Se han visto obligados a abandonar sus hogares en condiciones peligrosas y están preocupados por los familiares que han dejado atrás. En lo que respecta a la salud mental, hemos visto casos de mutismo, pero los síntomas más frecuentes son incontinencia, comportamientos agresivos o regresivos y un miedo constante asociado a incidentes traumáticos.
Los adultos comparten los mismos miedos. Nuestro equipo de salud mental ha asistido a personas con síntomas agudos, sobre todo pensamientos suicidas, reacciones postraumáticas, y problemas físicos asociados a estados de angustia psicológica y psicosis aguda. La depresión y la angustia son los diagnósticos más frecuentes.
Respuesta a las tensiones en Líbano
La crisis siria tiene un creciente impacto sobre Líbano, especialmente en las regiones fronterizas y en Trípoli. Desde mediados de abril, hemos ampliado nuestros servicios de salud mental en el hospital gubernamental de Trípoli, situado en la zona más conflictiva de la ciudad, y un médico especialista en urgencias de MSF ha dado apoyo al servicio de urgencias del hospital tras varios picos de violencia.
También prevemos reforzar la capacidad de respuesta de los servicios médicos de urgencia para la población civil, afectada directa e indirectamente por la violencia. En estos momentos estamos finalizando las negociaciones con distintas comunidades y autoridades para establecer un plan estructurado y a largo plazo de asistencia e implicación directa en el citado hospital y otras estructuras de salud, lo que ampliará el acceso a la atención médica de las comunidades.
Admitimos que la asistencia médica que ofrecemos a los sirios es limitada, sobre todo teniendo en cuenta las enormes necesidades médicas que hay en Siria en estos momentos. Desde hace varios meses, MSF busca obtener el permiso oficial para trabajar con el personal médico de las gobernaciones sirias más afectadas por la violencia. Desgraciadamente, a día de hoy, ninguno de nuestros esfuerzos, ya sean dirigidos directamente a las autoridades sirias o a los diferentes intermediarios, ha tenido éxito. A pesar de no tener permiso oficial para trabajar en Siria, MSF sigue apoyando a redes de médicos sirios en Homs, Deraa, Hama, Damas e Idlib, suministrándoles material y medicamentos desde países vecinos.