Desde noviembre pasado, unos 80.000 refugiados del estado sudanés del Nilo Azul se han asentado en dos campos del noreste de Sudán del Sur, una región remota e inhóspita donde las agencias humanitarias se enfrentan a enormes retos logísticos para acceder y asistir a los refugiados. Los recién llegados hablan de bombardeos y enfrentamientos en sus lugares de origen. Han ido hasta los campos de refugiados de Doro y Jamam en busca de un lugar más seguro, pero se han encontrado con unas duras condiciones que han puesto al límite su capacidad de supervivencia.
Médicos Sin Fronteras (MSF) presta ayuda médico-humanitaria en ambos campos desde que se desencadenó la crisis en noviembre de 2011. Estos refugiados dependen casi exclusivamente de la asistencia humanitaria porque en esta zona escasea el agua y la comida, afirma Julien Matter, coordinadora de emergencia de MSF. El número de refugiados que huyen ha crecido mucho más de lo que cualquiera hubiera imaginado, y en una zona tan remota, proporcionar lo básico para sobrevivir, tanto ahora como en la temporada de lluvias que se avecina, será un reto muy serio.
Cuando las lluvias empiecen a finales de abril, la región será cada vez más inaccesible y se convertirá en un extenso pantano con pequeños islotes de tierra seca. Todas las organizaciones que ofrecen asistencia en los campos deben centrarse un enfoque de emergencia durante las próximas semanas para poder asegurar la supervivencia de los refugiados en los meses siguientes.
Incluso ahora, ya hay graves carencias asistenciales que impiden cubrir adecuadamente las necesidades más básicas de estos refugiados. En estos momentos están recibiendo menos de ocho litros de agua potable por persona y día, muy por debajo de los estándares mínimos para campos de refugiados, que recomiendan entre 15 y 20 litros. El personal de MSF en las clínicas de los campos es testigo directo de las consecuencias de la falta de agua: los casos de diarrea aumentan continuamente y constituyen en la actualidad una de cada cuatro consultas. Los refugiados deben recibir agua, comida, utensilios domésticos y materiales para cobijo con urgencia, antes de que empiecen las lluvias. Su vida y su salud están en juego.
Suministro de agua en los campos y clínicas móviles en los pueblos fronterizos
Aunque los equipos se concentran en la ayuda médica, también abastecen de agua a los campos, bombeando, tratando y distribuyendo unos 130.000 litros de agua al día. MSF está ampliando su sistema de suministro, pero no puede cubrir todas las necesidades existentes. Otras organizaciones que trabajan en el terreno deberían acelerar sus actividades con urgencia antes de las lluvias.
Además de la asistencia médica en los campos, MSF tiene en marcha clínicas móviles para atender a los varios miles de refugiados más que se encuentran en los pueblos de la frontera con Sudán. La organización ha enviado 180 toneladas de suministros médicos, logísticos y kits de provisión de agua por vía aérea, fluvial y terrestre, y cuenta con 50 trabajadores internacionales y otros 180 locales sobre el terreno. En los hospitales de campaña de los campos, los equipos médicos ofrecen servicios de atención ambulatoria, hospitalización de pacientes, nutrición terapéutica y salud materno-infantil. Cada semana se realizan más de 2.500 consultas y unos 30.000 niños han sido vacunados de sarampión.
Mientras donantes y organizaciones de ayuda están priorizando la cooperación al desarrollo y la asistencia a largo plazo, la respuesta de emergencia es de extrema importancia en el recién independizado Sudán del Sur. Esta crisis de los refugiados pone de manifiesto la necesidad de que donantes y organizaciones de ayuda clave mantengan una capacidad de respuesta a emergencias ante las múltiples crisis que pueden surgir en la frontera de Sudán y Sudán del Sur o en otras zonas de este joven país. En los campos de Doro y Jamam solo un enfoque de emergencia para llevar ayuda urgente puede asegurar la salud y la dignidad de estos refugiados que huyen de la violencia.