MSF se congratula de la liberación de su trabajador en Manama, que ha sido puesto en libertad con cargos, tras haber podido acceder a un abogado defensor. Sin embargo la organización sigue preocupada por las circunstancias de su detención, ocurrida a finales de la semana pasada, cuando varios miembros armados de las Fuerzas de Seguridad bahreiníes irrumpieron de forma violenta en sus instalaciones en Manama, causando desperfectos y confiscando todo el equipamiento y suministros médicos y de oficina.
MSF no puede hacer normalmente su trabajo en Bahréin, al no tener garantía de que tanto sus instalaciones como su personal serán respetados. Como consecuencia, los pacientes que antes por lo menos recibían primeros auxilios en las instalaciones médicas de la organización, ahora no tienen más remedio que quedarse en casa o arriesgarse a ir a centros de salud en los que ya no confían.
Desde el comienzo de las manifestaciones en Bahréin el pasado mes de febrero, MSF ha atendido a casi 200 heridos y enfermos que, bien por su implicación en las protestas o bien por simpatizar con los manifestantes, no se atrevían a acudir a las instalaciones médicas por miedo a ser detenidos. El equipo de MSF ha visto a pacientes en aldeas de todo el país que han rechazado ser hospitalizados, a pesar de necesitarlo con urgencia, debido al alto riesgo de ser arrestados o recibir brutales palizas en la cárcel.
Los hechos de la semana pasada constituyen una transgresión de la inviolabilidad de las instalaciones de una organización médico-humanitaria neutral, así como de los derechos de los pacientes a recibir atención médica